sábado, 25 de diciembre de 2010
Vive
martes, 21 de diciembre de 2010
Esas "entrañables" fiestas...
sábado, 11 de diciembre de 2010
Regreso al pasado
sábado, 27 de noviembre de 2010
Retales de Historia
sábado, 20 de noviembre de 2010
Hoy no quería salir
sábado, 13 de noviembre de 2010
Siempre lo mismo
lunes, 8 de noviembre de 2010
Lua
Lua apoltronada en mi edredón. |
Lua a punto de saltar sobre mi comida. |
Lua, dueña y señora del dormitorio. |
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Rumores
martes, 26 de octubre de 2010
Karaoke
miércoles, 20 de octubre de 2010
Pequeñas bestias
sábado, 9 de octubre de 2010
Dale una oportunidad a la paz
lunes, 4 de octubre de 2010
Por fin llegó el frío
martes, 28 de septiembre de 2010
Huelga General
martes, 21 de septiembre de 2010
Tuve un sueño
Ayer tuve un sueño...
Soñé que cuando te ponías triste salía gente de todas partes a animarte.
Soñé que si te quedabas sin trabajo alguien volaba a buscarte un empleo y que era perfecto.
Soñé que mi portátil se había convertido en un ordenador mágico y que cambiaba el fondo de pantalla según mis pensamientos.
Soñé que en ese ordenador leía las mejores noticias.
Soñé que a los mineros de San José los sacaban de la mina.
Soñé que tenía las vacaciones más bonitas.
Soñé que PP y PSOE se llevaban bien.
Tuve un despertar muy duro.
lunes, 13 de septiembre de 2010
La fuerza de creer
domingo, 5 de septiembre de 2010
Francamente querida, me importa un bledo
martes, 31 de agosto de 2010
Vuelta al tajo
miércoles, 25 de agosto de 2010
Luna llena
martes, 3 de agosto de 2010
Escorial habitable
viernes, 9 de julio de 2010
Trasgo
jueves, 17 de junio de 2010
La montaña rusa
martes, 1 de junio de 2010
Con una pequeña ayuda de los amigos...
jueves, 27 de mayo de 2010
Hablando solo
Últimamente no paro mucho por aquí porque mis
ocupaciones precisan más de papel y boli que de ordenador, aunque en el trabajo
uso el ordenador hasta el agobio: vamos que es mi instrumento de trabajo (como
la de casi todo el mundo).
Del trabajo quería
hablar. Me dedico a grabar documentos, aunque está claro que no puedo contar
más. Es verano y los ordenadores dan calor: como el aire acondicionado no gusta
a todos no siempre se puede poner, por lo que he tenido que hacerme con un puesto
que está al lado de una ventana. Por suerte, de vez en cuando corre la brisa.
Como los
ordenadores no son precisamente de última generación, van como van, y lo más
natural del mundo es que se queden colgados, que vayan despacio, que den error,
que haya que reiniciarlos. Hasta los ordenadores de los Picapiedra funcionarían
mejor, y
nadie te ayuda a salir del apuro. Aunque, a decir
verdad, prefiero pelearme con los ordenadores que tratar con la gente: mi
trabajo exige producción, producción y producción, pero cuando produces quedas
como un rey y te sientes divinamente si no te paras a analizar la cara de
envidia de los compañeros.
Cuando sales del
trabajo la conversación es siempre la misma: "¿Qué tal hoy? ¡Uff, yo
fatal, sólo he grabado 87!" (cuando igual la media está en 90, no es tan
terrible lo que le ha pasado). Cuando vas al trabajo la conversación es siempre
la misma: "¿Qué tal ayer? ¡Uff, yo fatal sólo he grabado 97!" (magia,
superó la media mientras dormía). Cuando vamos al descanso la conversación es
siempre la misma:"¿Qué tal en la primera parte? Estoy agobiadísima,
alguien se ha hecho 130 en la mañana y yo apenas llevo 70 en las tres primeras
horas" (se ve que han contratado a Terminator).
Después de semejante nivel de conversación echo de menos el silencio, sobre todo si las pocas veces que alguien habla de otra cosa siempre hay alguien que le interrumpe como si no existiera. Envidio a la gente que va hablando sola por la calle: por lo menos nadie le interrumpe.
domingo, 2 de mayo de 2010
Presente incierto, futuro inexistente
Hoy es dos de mayo, día de la madre y segundo día del tercer mes que estaré sin trabajo. Se me acaba el dinero y se me acaba el humor, tan fundamental como tomarse un café a primera hora de la mañana. Miro de reojo el presente para que no me alcance la vista a un futuro que parece haberse quitado del medio. Que no me venga nadie diciéndome que rece y que tenga fe porque ya no puedo.
jueves, 29 de abril de 2010
¡Aupa Aleti!
¡Qué
partido, creí que me daba algo! Hubo un momento en que tuve que cambiar de
cadena por unos minutos porque no podía más con la tensión. Por si alguien no
se ha dado cuenta todavía, estoy hablando del Atlético de Madrid-Liverpool,
jugado en tierra de Los Beatles.
90 minutos de juego, 30 de prórroga (más o menos) y un gol de Forlán nos plantó en la gran final de Hamburgo contra el Fulham el 12 de mayo. No había pasado tantos nervios desde el año del doblete. Por fin un gran equipo nos hace soñar otra vez.
miércoles, 14 de abril de 2010
¿Por dónde tiro?
lunes, 29 de marzo de 2010
La jungla en el asfalto
Vivo
en una zona donde los edificios por fuera son horribles aunque por dentro los
pisos son muy cómodos y muy acogedores. Pero la zona también tiene sus
inconvenientes. Como está muy cerquita de la M-30, las casas se ensucian con
mucha facilidad: termino de barrer y me encuentro con otra pelusa. Entonces
vuelvo a barrer y vuelvo a encontrarme con otra pelusa, pero ya paso y me voy a
comprar el pan. Cuando regreso de la compra tan cargada que las asas de las
bolsas me cortan la circulación de las manos (porque iba sólo por el pan y me
vuelvo con toda la tienda) tengo que recorrer el trayecto que hay entre la
entrada de la plaza y mi portal. La plaza no es circular ni cuadrada, sino que
tiene forma de hache (¿en qué estaría pensando el arquitecto?). Cito el detalle
porque eso hace que unos pinos, altísimos y con una copa enorme, formen muchas
veces un arco en la parte de la hache que está en medio.
Cuando empieza el calor se forman en las copas de los árboles unos ovillos enormes que a veces toman la dimensión de un balón de rugby. Vistos desde el suelo tienen toda la pinta de una madeja de lana, por lo que es inevitable que te acuerdes de tu abuelita; sólo que cuando caen al suelo te acuerdas de tu padre. De esos ovillos gigantes salen unas orugas asquerosas que van en fila india siguiendo como borregos a la primera: van en línea recta, haciendo espirales, haciendo eses cuando cruzan la calzada... Si quitas a la primera las demás se ponen nerviosas y se dispersan como cuando se disuelve una manifestación. Si las dejas tranquilas son capaces hasta de trepar por las paredes, y no lo digo en sentido figurado: en ese momento temes que esas guarras lleguen a tu piso y se cuelen por tu ventana y te invadan como hicieron las hormigas cuando se metieron en la casa de Charlton Heston en Cuando ruge la marabunta (pero no pueden porque cerré la ventana para que no se metieran las pelusas).
Volviendo
a cuando regresaba de la compra. Tengo que llegar hasta mi portal, sin pisar
las orugas porque, si por verlas me dan escalofríos, pisarlas me provocan un
asco irreprimible. Además, el fiambre se queda pegado a la suela y luego no soy
capaz de usarlos porque cada vez que me calzo los zapatos recuerdo como crujen
al pisarlas. Ahora sólo me queda recorrer el tramo de la hache donde está mi
casa, esquivando a las hordas invasoras.
lunes, 22 de marzo de 2010
Yes, we can
Me
gusta la historia y la política, pero debo reconocer que hay veces que no tengo
mucha visión de futuro. Hace años fuí al cine a ver una película catastrofista
de esas que gustan tanto a los americanos, Deep
Impact. Era la historia de
un adolescente que, por estar más cerca de su chica, se apunta a un cursillo de
astronomía, lo que le lleva a descubrir una china gigante que va a caer sobre
la Tierra y va a montar una buena. Los expertos se asustan y hasta el presidente
USA toma cartas en el asunto. Pero cuando sale la primera escena del presidente
a mí me entró la risa: ¡un negro! Desde luego, se ve que Morgan Freeman es inteligente,
además de ser buen actor, pero me pareció tan surrealista lo del presidente
negro... Está claro que me equivoqué.
Barack
Obama ha pasado a la historia por ser algo más que ser el primer negro que
llega a la presidencia de los Estados Unidos: es, además, el primer presidente
de los Estados Unidos que consigue que el Congreso apruebe una reforma
sanitaria que alcanza a 30 millones de personas que antes no la tenían. No es
una reforma perfecta, tratarán de boicotearla, pero nos ayuda a mantener la
ilusión de que un mundo mejor es posible.
lunes, 15 de marzo de 2010
Que no decaiga el ánimo
No todo es malo si te quedas sin trabajo: puedes ocuparte de muchas cosas de las que normalmente no tienes tiempo. Yo personalmente, tengo pendiente una pila de libros, puedo estudiar más e incluso ver la tele (buscando un poquito todavía se pueden ver cosas buenas). Claro que, como las facturas no se pagan solas, tengo que buscar un curro, y me entrarán ganas de dejar todas las buenas intenciones de antes para centrarme en una sola: la obsesión por asegurarme el parné. Tiene su lógica, pero si hago esto voy por mal camino, porque al final lo que encontraré no será un empleo sino una depresión: sé de lo que hablo porque es lo que estoy viviendo. Por eso, y cuando la puñetera otitis que tengo se me quite, continuaré viendo el culebrón en el que hay un señor que ha desaparecido, veré a esa detective que resuelve casos antiguos, por supuesto que leeré un montón, y por encima de todo seguiré disfrutando de la compañía de mi perro moqueta.
martes, 9 de marzo de 2010
Otra vez
Otra
vez me he quedado sin trabajo, pero he tenido ocasión de aprender un eufemismo
de «estás despedido»: se trata de «tienes que ir a la oficina a recoger el
uniforme». Con lo fácil que hubiera sido decir "tienes que pasar por la
oficina a recoger tu liquidación". ¡Me molesta que me tomen por idiota y
que quieran tenerme con el alma en vilo hasta el momento de recibir matarile!
(aunque yo ya me lo olía). Encima la oficina está tan lejos que ir allí es como
viajar a China. Lo peor de todo es que por el camino he perdido mi carpeta con
los apuntes y dos libros que estaba leyendo. Bueno, habrá que buscarse otra
cosa porque no se puede vivir del aire. Por lo pronto, he aprendido una
lección: no aceptar jamás un trabajo si antes no sé si voy a poder sentarme
alguna vez en el transcurso de seis horas, porque no se puede estar horas y
horas detrás de un stand mirando pasar a la gente sin hacer nada porque nadie
se acerca.
viernes, 5 de marzo de 2010
No pasa nada
¿Pensabais
que ya me había cansado de escribir? Pues no, lo que pasa es que no pasa nada,
por lo menos a mí. Llevo más de diez días en mi trabajo nuevo que ya no es tan
nuevo, claro. Los compañeros son majos, no es que me reciban con los brazos abiertos
pero a veces hasta sonríen cuando llego. Me ayudan con los programas del
ordenador cuando me dan problemas, y no tenemos discusiones para organizarnos a
la hora de ir al descanso. En el comedor de la empresa hay bocatas baratos (a
saber lo que les meten, pero yo no pregunto) y también máquinas de bebidas
calientes. Estoy muy bien... pero no estoy vendiendo nada; no es que se me dé
mal, es que la gente ni siquiera se acerca al stand. Que no cunda el pánico,
todavía puedo coger la guitarra e irme a cantar al metro.
viernes, 26 de febrero de 2010
Sola ante el cliente
Esta
semana he empezado en un trabajo nuevo en el que había depositado muchas
ilusiones. Por necesidades de la empresa, mi formación se ha visto reducida a
cuatro días, cuando lo habitual son dos semanas. Esto no tendría porqué ser un
problema si mi instructora (mi compañera de trabajo) se hubiera tomado la
molestia de prestarme la debida atención en vez de ponerse a organizar el fin
de semana próximo cuando todavía es lunes. El sábado será mi segundo día sola
en el puesto asignado -de cara al público- y esta persona se habrá ido a bailar
sin el más mínimo remordimiento por haberme enseñado mejor cómo va a ser su fin
de semana que cómo debo hacer mi trabajo. Quedaré como una imbécil.
miércoles, 17 de febrero de 2010
Malos tiempos
¿A
quién le cuento algo nuevo si digo que son malos tiempos? Malabarismos hago
para pagar mis facturas, y ya me he perdido varias pelis por lo caras que son
las entradas. Lo peor: esa gente que aprovecha para hacer leña con los árboles
caídos. Lo mejor: esa gente que te da su tiempo, su compañía, su cariño. No
quiero decir nombres porque no estaría bien si me olvido de alguien, pero sí
quiero mencionar a un ser especial, que siempre ha estado junto a mí, que nunca
me ha fallado, que está a mi lado sin palabras, que se entristece si me voy y
se alegra cuando llego a casa. Es mi compañero, mi amigo del alma, mi perro:
Trasgo.