domingo, 29 de diciembre de 2013

Ovejas

Ayer vi algo que ve todo el que es usuario del Metro, y no sólo el de Madrid. Salí con mi madre a comprar unas cosas que nos hacían falta y a la vuelta, como ya estábamos cansadas, decidimos coger el metro para regresar antes a casa; era viernes por la tarde y el autobús prometía atasco. Tuvimos que hacer varios transbordos y cada vez que entraba un convoy en la estación, mirábamos donde iban quedando las puertas mientras se detenían los vagones, como si estuviéramos en un casino para jugar a la ruleta y miramos a la bolita para que se detenga en nuestro número.


Foto extraña, porque suele ocurrir que los que salen no salen porque los de fuera se empeñan en entrar antes de tiempo. Es como si se jugara un partido de rugby. 

Una vez dentro del vagón, buscábamos con ansia algún asiento o, en su defecto (lo que ocurría la mayoría de las veces), un barrote al que agarrarnos y no caernos al suelo. Mi madre tiene 77 años y ya le cuesta agarrarse a un barrote. Igual a la gente joven que se quedó sentada cada vez que mi madre entraba en un vagón le pareció que mi madre no era lo suficientemente mayor. No es muy alta y tiene el pelo cano; y arrugas, claro. Tres metros que tuvimos que coger para volver a casa y sólo una chica se levantó para ofrecerle el asiento. El resto, todos sentados, incluso los que estaban en asientos reservados.

No hace falta ningún comentario.

El que va en rebaño se convierte en oveja; la frase no es mía pero seguro que el que la inventó vio a mucha gente mayor regresando a su casa a pie porque a los más jóvenes les pesaba el culo, y lo que hace uno lo repite otro, y pegando voces y empujones, como las ovejas cuando parece que no se enteran de dónde vienen ni a dónde van.

No hay mucha diferencia entre la foto de arriba y la de abajo.



El viaje se nos hizo larguísimo; menos mal que pudimos ir sentadas los últimos quince minutos: mi madre un poco más.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Una agradable sorpresa

Llevo varias semanas con una especie de frío incrustado en el cuerpo por lo que, de vez en cuando, si salgo a la calle a hacer gestiones entro en alguna cafetería a tomarme algo para entrar en calor, y hoy me metí en un restaurante de comida rápida, donde tienen un café muy económico.


Estaba viendo los desayunos que había y decidiendo qué tomar ajustando el precio, cuando se acerca una mujer y me dice que están haciendo una encuesta sobre desayunos y que me invitaba a tomar uno. Me quedé flipando, claro. Me senté a la mesa y me puso un pan con tomate y un cappuccino.


Mientras la señora me hacía las preguntas, yo saboreaba el desayuno que me habían servido por la cara, y lamentaba en mi interior que una cosa así no ocurriera más veces. Fue divertido y me atrevería a decir que navideño.


Se terminaron las preguntas y el desayuno, y me fui para continuar con mis asuntos. Había tenido una agradable sorpresa, de esas que echamos de menos cuando no ocurren. Por cierto, suerte el domingo con la Lotería. Felices Fiestas.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Mala memoria

Hace unos días fui a una feria sobre el empleo en el IFEMA de Madrid. Daban charlas, asesoramiento personal, perdón coaching; también asesoramiento profesional… Éste último fue muy útil porque me dieron nuevas posibilidades para escribir mi curriculum que no se me habían ocurrido. Al menos algo me compensó las interminables colas…

En cierta forma me fui de allí optimista, parece que hay salida. Pero nunca falta alguien que tiene la habilidad de fastidiarlo todo. Un comentario impertinente, un sarcasmo gratuito, la callada por respuesta… Terminé echándome una siesta interminable para desconectar y no tener que pensar; no sé cómo hay gente que tiene el don de controlar las cosas de esa forma. Lo intento yo y no lo consigo. Es como si no fueran felices si no ven desgraciados a los demás. ¿Qué buscan? ¿Qué pretenden?

Estoy segura que, cuando cambien las cosas, esos serán los primeros en ponerse para la foto y soltar aquello de “oye, lo que quieras”. Pero yo he cambiado, y aunque no me persiguen deseos de venganza, si me persiguen de indiferencia, asco y tristeza. Yo también tengo mala memoria cuando quiero.