viernes, 27 de septiembre de 2019

Gran Hermano comosellame


Hay cosas de las que es imposible no enterarse. Estoy hablando de Gran Hermano comosellame. Es un grupo de gente que sale en televisión, “famosos” que como se dice ahora. Tienen un sueldo variable. El que más cobra se lleva 25.000 euros a la semana, el que menos 3.000. Ahora la pregunta es: ¿Qué hacen? Lo digo porque me gustaría recuperarme de la sangría que para mí supuso el curso que terminé hace un año.

Quiero pensar que ese curso quizás alguna vez me sirva de algo. Igual nunca llego a trabajar de lo que estudié pero, a lo mejor, le da a mi curriculum más valor (o quizás debería decir “caché”) y que por ello se me abrirán más puertas. De momento me sirvió para perderme un montón de cosas. ¿Cuántas veces tuve que decir que no podía salir porque tenía que estudiar?

Volviendo a los “famosos”. En la Wikipedia pone que una es periodista; otro es rapero (eso no creo que venga en la Wiki); otro fue pareja de Marujita Díaz (¡¡¡!!!, aunque las exclamaciones van por la pareja, no por Marujita); una que fue pareja de un motorista, de un tenista, de un futbolista y de otros dos que no he conseguido enterarme a qué se dedican; una que es/fue pareja de uno que fue pareja de la hija de una cantante…, etc., etc., etc.

Francamente, después del trabajo de investigación efectuado para poder enterarme quiénes son esos “famosos” tan ilustres, investigación en la que empleé menos tiempo que para enterarme cómo era la escritura gótica castellana (porque de estas señoras y estos señores se encuentra mucho y de la gótica nada), llego al punto en que me hago otra pregunta: ¿Recuperaré alguna vez lo que me gasté en el curso? La tercera pregunta sería si yo podría participar en ese concurso, pero no encuentro ningún nexo entre mi curriculum y el de estos personajes. Afortunadamente (a pesar de todo).

martes, 17 de septiembre de 2019

Tragar


Hay quien me dice que soy muy radical… y tiene razón, pero lo puedo explicar. Somos muchas las personas que tenemos que adaptarnos a los demás para no estar solos y tener amigos, pero no siempre merece la pena. De adolescente, cuando iba con mis amigas al cine, solo una vez vimos una de las que me gustaban a mí, así que cuando me hice mayor y vi que es una tontería tener vergüenza por ir sola, me di cuenta de todo el tiempo que había perdido por pretender adaptarme a los demás. Algo parecido me pasa con los libros. No conozco a nadie a quien le guste leer literatura de la época victoriana o historia de la guerra, así que termino hablando con las paredes. También me molesta que pongan en duda mis capacidades o mis conocimientos por mi origen familiar.

Hace unos meses, uno de mis contactos de Facebook colgó una foto de un dictador de un país “X” escribiendo unos elogios muy encendidos sobre ese individuo. Estuvimos discutiendo y, seguramente, le mandé a paseo. Cuando quise contarle el asunto a una medio paisana suya, esta descartó mi opinión por ser “extranjera”. Me quedé a cuadros porque es una persona que escribe, sabe francés y es informática, así que no se puede decir que se trate de una persona poco informada o que tenga cierto tipo de prejuicios, pero me estaba demostrando lo contrario.

Esta persona trató de convencerme que quizás ese dictador “había hecho alguna cosa buena”, y por eso había quien le elogiaba. No me lo podía creer. Traté de convencerle que, ya que no quería oírme, al menos se informara y sopesara diferentes opiniones. Y siguió insistiendo en que, si no me importaba, prefería que le informara su medio paisano. Me salí del chat de What’s App en el que estábamos y la borré de mis contactos de Facebook, me pareció más sano así.

Esta mañana me encontré un mensaje suyo en el Messenger, me decía que no me encontraba entre sus contactos y que quizás yo la había borrado. Efectivamente, la borré y así se lo dije. Añadí que no me gusta que rechacen mi opinión porque no consideran adecuados el lugar donde me he formado ni mis orígenes. ¿Qué importancia puede tener eso con la dichosa globalización? Me dijo que ella pensaba que debatiríamos, cuando ella misma no quiso ni atender mis explicaciones y, seguramente, tampoco las de otros.

No siempre merece la pena tragar con la opinión de los demás por hacer amigos.