jueves, 17 de junio de 2010

La montaña rusa

Ya sé que es un tópico lo que voy a decir pero la vida es como una montaña rusa: ahora subes, ahora bajas, ahora das la curva y, finalmente, disfrutas de un final casi brusco. Entonces piensas si te subes otra vez o no.


Lo digo porque mi vida ahora es así: después de pasar un fin de semana increíble, me encuentro con lo peor que le pueden decir al dueño de un perro; empiezo a comerme el tarro sobre esto y, cuando voy a recoger el sueldo con diecisiete días de retraso, me voy con las manos vacías y me veo llamando a mi abogado, que ya se ha convertido en mi primo de Zumosol. Desde luego, no es el mejor momento para pelearme por mis derechos, pero no lo he elegido yo. Y es que son muchos (demasiados quizás) los que se aprovechan de la necesidad de la gente en unos momentos tan difíciles para jugar con los trabajadores, y como cuentan con que la gente no va a quejarse, entonces ya hacen lo que les da la gana. Qué sensación más extraña, no sé si sabré describirla: es como si el carro de la montaña rusa diera vueltas y tú no puedes prever para dónde va a tirar ni cuándo va a parar. Y yo sólo necesito un poco de sosiego.

martes, 1 de junio de 2010

Con una pequeña ayuda de los amigos...

... que dirían los Beatles. Hace 3 ó 4 meses tuve ocasión de hablar con una antigua amiga de la familia y le conté que a mi perro le habían encontrado de casualidad un tumor cancerígeno en la boca. Como no había podido pedir una segunda opinión por motivos económicos me ofreció llevarle a la facultad de Veterinaria para que le atendiera un especialista. Fui dejando pasar el tiempo porque me daba reparo recordárselo hasta que un día ví que el animalito echaba orina en la sangre. La llamé y pidió cita para mi perro (Trasgo), para su hermana (Vive) y para el cuñado de mi perro (Xuso).

Ayer fue el gran día. Después de once años, Trasgo y Vive se encontraban. Y Vive acompañada. Como mi perro es algo macarra, su hermana algo gruñona y los machos suelen pelearse, yo me imaginaba que me iba a pasar la mañana separándolos a los tres. Para nada: hasta me saqué una foto con ellos.


A Trasgo le tuvieron que sacar varias radiografías. Mientras esperaba al radiólogo pasó un buen rato pensando, preguntándose qué hacía allí.


También le pesaron: está en 11,50 kgs. Yo también me pesé, pero no voy a decir en cuánto estoy :(.

Vive y Xuso estuvieron esperando impacientemente a que Trasgo terminara de hacerse sus pruebas. Hasta que se aburrieron y se sentaron, cansados de esperar.


La espera se hace eterna...


¡Por fin, ya viene!


"¿Qué tal te fue?" "No sé, me han tocado por todas partes, me han puesto el termómetro, me he subido a la balanza, me han sacado una foto... a mí este sitio no me gusta".

Cuando dejamos el edificio de la Facultad de Veterinaria los tres perritos se dirigieron hacia el coche de mi amiga pegando saltitos. Trasgo quiso subirse con Xuso y Vive al maletero pero ya no había sitio para él: se tuvo que quedar en el asiento trasero del coche. Hoy tenemos que volver: a Trasgo le encontraron una mancha en el pulmón y tienen que hacerle más pruebas para determinar lo que es. De todos modos, fue un día feliz para ambos: ni él ni yo estamos solos.