lunes, 25 de marzo de 2019

Un puñado de cosas buenas


La mala costumbre que tengo de no escribir si una idea no me parece que dé para algo… Pero si junto un poquito de aquí y un poquito de allá…

Cada vez que salgo de casa, lo hago con mucha antelación para poder caminar un rato antes de ir al trabajo o a clase. El problema es que en la ruta entro en “La Verde” de Vallecas, y me pongo a hablar con Yolanda de los últimos libros, de los bolis de colores y de las cosas de la vida. Arreglamos el mundo durante un rato y luego me voy a caminar si me queda tiempo.

Hace unos días conocí allí a Séneca, un chaval que se dedica a cuidar a gente con movilidad reducida. Le gusta mucho leer libros de contenido espiritual, una persona mágica. Le eché un jarro de agua fría cuando le dije que a mí me gustaba estudiar la guerra. Se quedó a cuadros, no sé si porque no lo esperaba de una mujer, o si pensó que le estaba vacilando. Reaccionó rápido cuando una mujer habló regular de su hijo porque no le gustaba leer. Séneca le recomendó Momo con la idea de que sus líneas le empujaran al mundo de la lectura. Luego me pregunté si la madre del hijo al que no le gustaba leer sería capaz de leerlo.

Volviendo a lo de caminar. Cada vez estoy más cerca de caminar 3 km diarios. Me da el aire y el sol. No me lo creo ni yo, pero los kilos van de baja y con un poco de suerte estaré visible para la operación primavera, aunque sea la del año que viene. No, antes, ya noto como voy más ligera, y eso que llevo la mochila cargada de galletas.

Lo que tiene vivir en Madrid, a pesar de ser una ciudad casposa y retrasada como dijo un marqués que no pudo llegar a duque… El premio a la caminata puede ser muy bien descansar los pies delante de un magnífico cuadro en El Prado, y después ir con un amigo a comentar la visita delante de un café y una rosquilla. A mí se me da muy mal escribir sobre arte, porque me da por decir lo que opino y luego resulta que la obra no dice eso.

Callejear por el Madrid de los Austrias y ver los edificios antiguos, tomarse una birra y una tapa para refrescarse después de haber perseguido a un caballero al que alcanzaste a coger la capa…

El viernes he perdido mi empleo después de decir el día anterior que tenía que ir al médico un día de estos. ¿Casualidad? Ya da igual. Pero tengo planes y la intención de seguir haciendo por conseguir agrandar mi puñado de cosas buenas. Esta tarde voy a cuidar a mi sobrinilla o, mejor dicho, ella me va a cuidar a mí. :)