lunes, 22 de octubre de 2012

A vueltas con el dulce de leche


El que no se consuela es porque no quiere. El lunes de la semana pasada me llamaron para incorporarme ese mismo día de una empresa donde había estado trabajando anteriormente para hacer una encuesta; no sé en qué momento oí que una semana. Una vez dentro de la ballena dijeron que hasta el viernes, y después la cosa se quedó en cuatro días. El último día que estuve me dieron un equipo con el que apenas oía y apenas me oían a mí los encuestados, era como si hubiera puesto una conferencia con un poblado de hormigas: tenía que pegar tales voces que aún me duele la garganta, aunque he conseguido dejar atrás la fiebre.

Poblado de hormigas

El mismo viernes me llamaron para decirme que ya no hacía falta que fuera, así que, en vez de ir al trabajo fui volando a mi oficina del Inem para apuntarme y en seguida fui al McDonald’s a pillar de su wifi con el ordenador para pedir hora con el fin de solicitar la reanudación del paro. ¡Horror! Cuando entro en la web correspondiente, me encuentro que debo elegir entre marcar la reanudación para no sé qué contributiva o la opción de alta/reanudación para no sé qué leches. Si elegía la opción que no era, y luego por ello no me podían atender, tenía que pedir cita nuevamente y vete a saber cuando podía pedir la reanudación, y como ya había pasado por un problema así cuando pedí el paro en el verano… Después de estar cuarenta minutos al teléfono para que nadie me pudiera ayudar (máquinas sí había, pero personas no), decidí cerrar el portátil e irme al super a comprarme un bote de dulce de leche, infalible contra la ansiedad.

Ummmm...

Abrí el bote, cogí una cucharada sopera y empecé a comerme el manjar poco a poco. En menos de veinticuatro horas dejé el bote por debajo de la mitad pero me dejó una sensación de paz que casi me hace olvidarme que mañana tengo que regresar a mi oficina de desempleo. Iré con el ordenador y el pincho de internet, me conectaré ahí mismo y luego les pediré, con la pantalla correspondiente delante, que me indiquen cuál es la opción que debo marcar. Cualquiera puede pensar que exagero, pero si por no llevar mañana el portátil no me explican donde debo hacer clic, tendré que pasarme otra vez a comprarme otro bote de dulce de leche y más papel higiénico.

En fin...

lunes, 8 de octubre de 2012

Buitres


Hoy es domingo, supongo que no llamará. Me refiero a un empleado de la entidad bancaria donde me ingresan el paro desde que me quedé sin trabajo allá por el mes de julio.

Joven empleado de banca buscando posible cliente para un seguro.

Tuve que ir un día a mi sucursal, hace ya tiempo, a hacer una gestión y uno de esos señores que se sientan en las mesas me ofreció un seguro (no me acuerdo de qué), pero como estaba a punto de quedarme sin trabajo no me lancé (y de seguir con trabajo dudo mucho que lo hubiera hecho). A pesar de ello, ese buitre con aspecto de empleado de banca no deja de llamarme toooodos los meses. Y yo descuelgo el teléfono con la esperanza de que se trate de una oferta de empleo. A ver, que tiene que hacer su trabajo, pero muy listo no debe ser para no darse cuenta todavía que su producto me importa un carajo y que haría bien en buscarse otro cliente, más que nada por no perder el tiempo (y por no hacérmelo perder a mí). Pero si este chico (digo chico porque no pasará los 25 años) es un buitre desesperado por vender algo porque a saber si se juega el puesto o le dan comisión (eso ya no lo sé), sus jefes son aún más buitres, y no les importa que se esté ofreciendo un producto a alguien que no da garantía de continuidad en el pago, porque lo que importa es sacar los cuartos a cualquiera durante el tiempo que sea posible, aunque sea a alguien que no tiene ni medio año con prestación por desempleo. Y una vez que se deja de pagar, lo que has desembolsado no te sirve para nada.

Jefes del joven empleado de banca decidiendo qué hacer con los posibles compradores de un seguro que lo único que tiene de seguro es que no es seguro que quien lo contrata lo paga todo el tiempo que lo necesita.

Dicho esto, confío en que las cosas no tardarán en mejorar. ¿Por qué no? Ya sé que más de uno o una pensará que soy una ilusa, pero me da igual lo que piensen. Necesito un poco de optimismo, aunque sea imaginario para que los buitres terminen convirtiéndose en una sombra, aunque siempre oscura, si al menos lejana.

Jefes del joven empleado de banca desolados porque no se cumplen las previsiones de ventas de seguros. Pero ¿hay alguien que pueda contratarlos?