martes, 20 de diciembre de 2022

Como un globo que se desinfla después de pincharse

Mi padre me decía que cuando entras a una iglesia tienes que pedir tres deseos: salud, dinero y amor. Se ve que voy muy poco porque la salud regular, no tengo trabajo y del amor mejor no hablar.

En abril de 2020 tenía cita con un traumatólogo para la revisión de unas antiguas fracturas en el brazo izquierdo: por motivos obvios se cancelaron, pero ahora no hay forma de recuperarlas con el caos que hay en la Sanidad Pública. Mi hermano me decía ayer que si voy al hospital con un hacha en la cabeza como le pasó a Trotski que igual consigo algo… Einsss, que no fue un hacha, fue un piolet. Para el caso da igual, lo dejaron aviado. Desde aquí mando mi apoyo a todos esos médicos de la Atención Primaria que no reciben el trato que se merecen.

Antes que se declarase la pandemia terminé un trabajo por fin de obra o yo qué sé. Me contaron que en cuanto llegara el aviso de que se reanudaba algo que de momento se paraba que nos llamaban otra vez. Seis semanas antes habíamos entrado un puñado de nuevos y éramos una especie de “Dream Team” de la oficina. Pues la cosa se redujo al “dream” del pelota del grupo: ese puñado de personas nos ayudábamos entre nosotros, nos contábamos los consejos de los compañeros veteranos y nos animábamos después de las broncas de los jefes. Todos menos uno: el pelota tenía el arte de sonsacarte toooodo, pero él no soltaba prenda. Ahí te lo comas con patatas.

Y que voy a decir del amor. No es que me haya fijado en algún momento en alguien como pareja, no. Se trata de que más de una persona me ha decepcionado en los momentos malos, y me horroriza pensar que yo también haya defraudado a mucha gente, para qué voy a mentir: volverse como los demás es un mecanismo de defensa. La tradición marca que cuando tienes problemas la gente te da la espalda: eso me da igual porque, al menos, los pierdes de vista y dejan de dar por c***. Pero si hay algo que duele, quizás porque se sale de lo inclasificable, es que me han fallado en los momentos buenos, cuando he podido contar algo que estaba bien no se han alegrado o no me han dado el momento de poder contarlo. ¿Acaso debo tener problemas para que te sientas bien?

Siento que una vez inflé un globo que ahora se ha pinchado y el aire se ha ido poco a poco hasta quedar algo sin cuerpo. Lo más injusto de una situación así es que me empuja a valorar de forma insuficiente las cosas buenas que he tenido. Y de la gente que ha estado ahí…, pocas pero de calidad. Debería estar más con esas personas, y no con el globo que se ha pinchado. Os quiero, y ya puestos, Feliz 2023 y todo lo que venga detrás.