sábado, 27 de noviembre de 2010

Retales de Historia

En un ejercicio de autocomplacencia quería contaros que en cualquier momento empiezo un nuevo proyecto que, a falta de mayor originalidad se llamará Retales de Historia. La verdad es que había barajado muchos nombres, pero ya estaban pillados, así que no me quedó más narices que echar mano del diccionario y buscar un sinónimo a cada uno de todos los sinónimos de la primera palabra del título que había pensado. Tengo muchas ganas y he decidido que va siendo hora de dejar de marear la idea y plasmarla de una vez. Así que espero que os paséis por ahí de vez en cuando. No puedo escribir más que la gata está con ganas de comerse el cable del ordenador.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Hoy no quería salir

Escribo estas líneas mientras me bebo una cervecita fría, me la merezco. Y la acompaño con un fuet, que me encanta. Como a lo largo de la semana no he parado, hoy no quería salir para descansar un poco, pero me llamó un familiar para pedirme que fuera a comprar Lotería de Navidad. Entonces pensé que las cosas se hacen o no se hacen, y me fui a Doña Manolita, donde ha tocado un montón de veces. Es una Administración de Lotería fundada en 1904, y en Madrid, todo el que puede la compra ahí. Estuve casi tres horas en la cola y al final compré dos décimos para este familiar. Allí me encontré a una chica que había ido desde Segovia a comprar lotería para unos conocidos. Como no había comido, aprovechando que fui a una hamburguesería a comprarme algo, pillé lo mismo para ella, porque me daba reparo que estuviera horas y horas sin comer. En agradecimiento me regaló un broche de tela que hace ella: es una muñequita de tela que no he podido escanear porque tengo el escáner roto, pero en cuanto pueda lo hago para que la veáis. Después fuí a la Fnac a comprar un regalo a una sobrina (dos horas buscando) y luego me fui al Mercado de Maravillas a comprar el número que yo quería, pero ya habían cerrado así que tendré que volver el lunes.


Como faltaban algunas cosas en casa, fui a un supermercado en La Vaguada a comprarlas: azúcar, soja, fuet, calamares a la romana (en el microondas quedan muy bien), pimientos, gel de baño, crema antiarrugas, y ya no cogí más porque no podía con el peso. Entre las vueltas que tuve que dar para encontrarlas y la cola de la caja, ahí dos horas más. Aproveché para hacer la Primitiva del sábado. Y no sumo el tiempo que tardó en llegar el autobús que me llevó a casa. Todavía tuve que pasar un rato por el locutorio, ya no me acuerdo para qué.

Por fin llegué a casa, sobre las diez de la noche, y si salí a las dos de la tarde, 10-2= 8. Joé, no me tengo en pie.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Siempre lo mismo

Me gustan las series de televisión norteamericanas, son entretenidas y siempre gana el bueno. Lo que ya no sé si será tan bueno es que sean tan largas, lo digo pensando en CSI Miami que lleva emitiéndose desde 2002, el mismo tiempo que David Caruso protagoniza la serie haciendo el papel de Horatio Caine. Ya sé que son muchas series y muchos actores a los que les pasa lo mismo, pero este caso me llama la atención: son tantos los años haciendo los mismos gestos, que ahora se han convertido en muecas.  La misma forma de sonreír como si fuera la Gioconda, la misma forma de enfadarse que es la misma forma de asombrarse, gira la cabeza como si se fuera a romper el cuello y cuando se pone las gafas ya sabes que después va a levantar la cabeza mientras pone las manos en la cintura, apartándose la chaqueta hacia atrás; si no fuera por el decorado se diría que está en una pasarela. Ya sé que hay mucha gente la que se pasa años de años haciendo el mismo trabajo, pero un actor tiene el privilegio de cambiar de vida con cada papel nuevo que hace: no sé si merece la pena estar tanto tiempo haciendo el mismo papel ¿será que les queda una buena pensión por pasarse así años de años? Y seguro que le han dado un premio a la mejor interpretación.


lunes, 8 de noviembre de 2010

Lua

Esta preciosidad que veis en las fotos es Lua, una gata callejera que unas amigas recogieron de un asilo para animales en Sevilla.

Lua apoltronada en mi edredón.

Como no van a poder estar en su casa algún tiempo, Lua está pasando una temporada en la mía. Yo que he tenido perro durante once años, tengo que reconocer que estar con un gato está siendo toda una experiencia. Pensaba que estos felinos eran animales fríos e interesados, y algo de eso hay, porque no se dejan coger cuando te apetece y te siguen a la cocina para que les des alguna golosina: tiene un paté especial para gatos que un día casi me unto en el pan por error (aunque la verdad es que huele bien).

Lua a punto de saltar sobre mi comida.

Lo cierto es que Lua es muy mimosa: cuando estoy en el sofá con el portátil la gatita se acerca para que la acaricie el lomo y  las almohadillas de las patas y luego me mira: sus ojos son amarillos aunque a veces son también son verdes. Dormimos juntas; no es que yo duerma con ella, sino que ella duerme conmigo: parece que espera para a que me quede frita para despertarme mulléndome la barriga durante un buen rato. Otras veces simplemente se apoltrona en mis piernas o detrás de mi cuello (por no mencionar otros sitios).

Lua ya lleva conmigo un mes, pero antes de una semana ya se había adueñado del dormitorio y de mi edredón, su sitio favorito. Yo todavía no estoy preparada para tener una mascota propia, la pérdida de Trasgo fue muy dolorosa, pero estoy segura que a Lua la echaré de menos cuando se la lleven otra vez sus dueñas.

Lua, dueña y señora del dormitorio.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Rumores

Últimamente, entre los compañeros de trabajo, se especula mucho de cuándo se nos acaba la faena. Como es por obra o servicio, en principio parece que no tienen obligación de avisarnos con demasiada antelación, o incluso con ninguna. Eso de quedarme sin trabajo a corto plazo era algo con lo que ya contaba. Lo que me da pena es que me encuentro muy a gusto donde estoy. No es que nos paguen mucho, pero los jefes nos tratan bien y hay buen ambiente entre los compañeros, y eso es un valor añadido. A la vista de mi experiencia en otros sitios es como si me hubiera ido a trabajar a Marte. Nos hemos dado la dirección de correo electrónico, nos enviamos power points y hasta nos hemos hecho fotos juntos. Pero es que también nos hemos encontrado merienda en la mesa del office donde pasamos los descansos: ayer comimos una empanada que estaba buenísima, un tiramisú y tarta de chocolate, y todo porque a unas compañeras les apeteció llevarlo.

Bueno, ya estoy empezando a mirar las ofertas de empleo para buscar otro trabajo. Lo que no sé es si tendré tanta suerte como ahora.

Por cierto, Mario, ya me he dado cuenta que te has hecho seguidor: es un honor.