miércoles, 20 de junio de 2012

La aventura de llevar helado hasta el quinto pino sin que se derrita

Hoy cumplo suficientes años como para no querer decir cuántos años son. Lo he celebrado de una forma muy peculiar. Ayer llevé helado a mis compañeros de trabajo, dicho sea de paso, casi todo mujeres. Pero como yo vivo en Madrid capital y mi trabajo está en Alcobendas compré también dos bolsas de hielo y metí todo en una nevera que compré en los chinos. La china que me vendió el hielo me dijo “tú mucha plisa, en una hola todo agua”. No me atreví a preguntarle si el helado o el hielo y salí corriendo. No sé cómo lo hice pero tardé poco más de media hora.

Al llegar aún estaban los compañeros del turno de mañana, y como me daba corte atravesar las dos salas para meter los helados en la nevera, entré por una puerta trasera para que sólo me vieran en una. Los compañeros de la mañana que me vieron se quedaron alucinados y yo sólo supe responder que “por algún sitio tenía que entrar”.

Salí otra vez de la sala, dando la vuelta otra vez al edificio, y entré en el comedor de la empresa a hacer tiempo hasta que empezara el turno de la tarde. A eso de las siete salimos a descansar y comimos el helado: no había llegado mal. Había de nata y de whisky (je, je, je).

Hoy cuando llegué, una compañera se acordó que era mi cumple y me dijo “¡si es tu cumple, muchas felicidades!”, y me dio dos besos. Luego otra me dijo “¡anda, si es verdad!”, y me dio otros dos besos. Y luego otra “¡es cierto!”, y otros dos besos. Y así un montón de compañeros de mi turno.

En la tarde, a eso de las ocho, se acercaron tres compañeros más a felicitarme por mi cumple. Yo creo que a esas horas había batido un récord en la empresa; no es por presumir, pero entre unos y otras debieron besarme unas 21 personas. Cuando regresé al barrio, comí aún más helado con mi familia, y luego con mi casera, su hermano y su perro (a estas horas el helado ya se me sale por las orejas).

Casi me olvidaba de contar porqué llevé el helado ayer; hoy estaba convocado el personal para confirmarnos lo que se venía sospechando algún tiempo: se termina el trabajo y no sabemos porqué. Claro, no era el momento más adecuado para celebraciones. Quizás se reanude en un mes, quizás no se reanude. En cualquier caso incertidumbre. Nuestra tranquilidad sí que se ha derretido.

2 comentarios:

  1. Vaya, siento lo del trabajo. Está la cosa chunga. Aquí en mi ciudad, en un bar, hace ya muchos meses, pusieron un cartel que reza: "Prohibido hablar de la cosa", y es que tiene mucha razón. A mi trabajo me llegan clientes y me dicen :"Qué, ¿como está la cosa?", y yo les contesto: "Pués chunga", y pasamos a tratar el aunto meramente comercial que les ha traído hasta mí. Es como si fuera el nuevo "Buenos días" o simplemente una forma de salutación llena de solidaridad y pesimismo. Bueno, es lo que hay.

    Por otra parte, me gustaría, aunque con retraso, felicitarte por tu "cumplepocos" y darte dos besos. Apúntame en tu lista. ¿Soy el número 22?

    Saludos desde el Sur.

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  2. ¡Muchas gracias, Mario! Ya me parecía raro que te hubieras olvidado. Si quieres que te diga la verdad, yo rehúyo sistemáticamente al que ve el vaso medio vacío en vez de medio lleno. No es que no quiera ver la realidad, pero un pesimista puede hacer que vea las cosas peor y con eso tampoco se arregla nada. Yo confío en que las cosas se arreglarán, pero depende mucho de limar egoísmos privados y eso sí que es difícil.

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