miércoles, 20 de octubre de 2010

Pequeñas bestias

Salgo todos los días de mi trabajo a las 9 de la noche y voy con mis compañeros, casi todos mujeres, al metro. Ayer fue algo distinto. Al llegar al andén había unos gamberros, el mayor no tendría más de 14 años, y había dos chicas entre ellos. Creo que eran cinco o así. Estaban metiéndose con una señora de mediana edad tirándole bolitas de papel. Como nadie hacía nada, una de mis compañeras les reprendió para que se estuvieran quietos, pero no le hicieron caso. Otra de mis compañeras también les regañó e incluso uno de ellos se acercó para agredirle. Entonces ya nos lanzamos más "al ataque". No llegamos a las manos porque mis compañeras me agarraron cuando le iba a responder el ataque a uno de los críos, porque eran críos. Sólo en ese momento se acercaron dos hombretones altísimos para dispersar a la gente, y no eran guardias de seguridad, sino público que pasaba por ahí.

La pregunta es: ¿Por qué, cada vez que ocurre algo así, los críos siempre se ríen en la cara de los adultos diciéndoles que pueden hacer lo que quieran porque son menores de edad?

2 comentarios:

  1. La culpa la tenemos los adultos que no nos enfrentamos a estos pillastres que actuan con impunidad. El hecho de reprocharles a los chicos su falta de educación fue un caso tristemente aislado.

    Saludos desde el sur.

    ResponderEliminar
  2. Desde ese día, antes de entrar en el andén, a veces nos acercamos alguno de los compañeros para mirar desde lo alto de la escalera mecánica para ver si están esos gamberros.

    ResponderEliminar