lunes, 28 de abril de 2014

Cuando menos me lo espere

Hace un par de semanas, me localizó por el Facebook una amiga a la que no veo desde hace 26 años. Aún no nos hemos visto personalmente desde que hemos retomado el contacto, y es que nuestras respectivas ocupaciones complican un poco las cosas; eso sí, hemos intercambiado impresiones por e-mail y por teléfono.

Mientras le daba vueltas a cómo podríamos hacer para encontrarnos sin tener que esperar a que yo termine mi curso, también le he dado vueltas a mi vida y he desenterrado un montón de recuerdos, he comparado mi vida con la de otras personas y no he podido evitar preguntarme si me he conducido bien en la vida.

Por un lado, mi vida no es lo que me hubiera gustado, quizás porque apenas he cumplido mis sueños. Pero, al mismo tiempo, he tenido momentos muy buenos, únicos, que de vez en cuando me recuerdan que, a pesar de las circunstancias y de que no veo esperanza en el horizonte, quizás llegue mi momento cuando menos me lo espere.

Quería tomar prestadas unas palabras de Mario Benedetti que dicen así: “No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento”. Lo mejor es que es verdad.

lunes, 7 de abril de 2014

No es poesía

Qué tristeza cuando las apariencias son sólo las apariencias y el desprecio va parejo al sinsentido.

No se pueden hacer las cosas mal, ni decirlas con vileza, la vida se cobra las afrentas, pero tampoco puede un@ estar cuestionando continuamente lo que hace, esa no es la solución.

Estoy cansada, la vida es injusta, pero todo llega, hasta lo bueno, y ese día me voy a pensar si conozco a alguien, no lo puedo evitar…

He tenido que luchar para que estas líneas no me salieran en verso, sino esto sería infumable. ¿Por qué la poesía fluye tan bien con la pena?