martes, 24 de abril de 2018

Sala de espera

En el momento de empezar a escribir estas líneas, llevo tres cuartos de hora en una sala de espera de un centro médico, donde se sienta la gente que está aguardando su turno para pedir cita para la especialidad que necesite. Soy ferviente defensora de la Sanidad Pública, pero esto no lo veía hacía años. No sé a qué atribuirlo, pero todo el mundo parece cabreado. A ver con lo que se está esperando, no me extraña. Lo que sí me extraña es que los que están detrás de mostrador también lo están. ¿Por qué?

Yo he trabajado de cara al público y sé que no es fácil. Cuando estás mirando algo en el ordenador, siempre hay alguien que cree que estás haciendo uso de ultra poderes, y que en un zas vas a encontrar lo que necesita, pero no siempre es así. Es en ese momento en que el profesional tiene que saber actuar para frenar a los impertinentes y antipáticos que no tienen otra cosa mejor que tocar las narices y gritar a la persona que sólo es cara visible de un sistema que se quieren cargar. Pero nadie grita ni se queja: todos los presentes están aguantando estoicamente.

Ya ha pasado hora y cuarto, y sigo aquí. Espero tener tiempo de comer antes de ir al curro, sino tendré que ir sin comer para que no me pongan mala cara a mí.