domingo, 29 de diciembre de 2013

Ovejas

Ayer vi algo que ve todo el que es usuario del Metro, y no sólo el de Madrid. Salí con mi madre a comprar unas cosas que nos hacían falta y a la vuelta, como ya estábamos cansadas, decidimos coger el metro para regresar antes a casa; era viernes por la tarde y el autobús prometía atasco. Tuvimos que hacer varios transbordos y cada vez que entraba un convoy en la estación, mirábamos donde iban quedando las puertas mientras se detenían los vagones, como si estuviéramos en un casino para jugar a la ruleta y miramos a la bolita para que se detenga en nuestro número.


Foto extraña, porque suele ocurrir que los que salen no salen porque los de fuera se empeñan en entrar antes de tiempo. Es como si se jugara un partido de rugby. 

Una vez dentro del vagón, buscábamos con ansia algún asiento o, en su defecto (lo que ocurría la mayoría de las veces), un barrote al que agarrarnos y no caernos al suelo. Mi madre tiene 77 años y ya le cuesta agarrarse a un barrote. Igual a la gente joven que se quedó sentada cada vez que mi madre entraba en un vagón le pareció que mi madre no era lo suficientemente mayor. No es muy alta y tiene el pelo cano; y arrugas, claro. Tres metros que tuvimos que coger para volver a casa y sólo una chica se levantó para ofrecerle el asiento. El resto, todos sentados, incluso los que estaban en asientos reservados.

No hace falta ningún comentario.

El que va en rebaño se convierte en oveja; la frase no es mía pero seguro que el que la inventó vio a mucha gente mayor regresando a su casa a pie porque a los más jóvenes les pesaba el culo, y lo que hace uno lo repite otro, y pegando voces y empujones, como las ovejas cuando parece que no se enteran de dónde vienen ni a dónde van.

No hay mucha diferencia entre la foto de arriba y la de abajo.



El viaje se nos hizo larguísimo; menos mal que pudimos ir sentadas los últimos quince minutos: mi madre un poco más.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Una agradable sorpresa

Llevo varias semanas con una especie de frío incrustado en el cuerpo por lo que, de vez en cuando, si salgo a la calle a hacer gestiones entro en alguna cafetería a tomarme algo para entrar en calor, y hoy me metí en un restaurante de comida rápida, donde tienen un café muy económico.


Estaba viendo los desayunos que había y decidiendo qué tomar ajustando el precio, cuando se acerca una mujer y me dice que están haciendo una encuesta sobre desayunos y que me invitaba a tomar uno. Me quedé flipando, claro. Me senté a la mesa y me puso un pan con tomate y un cappuccino.


Mientras la señora me hacía las preguntas, yo saboreaba el desayuno que me habían servido por la cara, y lamentaba en mi interior que una cosa así no ocurriera más veces. Fue divertido y me atrevería a decir que navideño.


Se terminaron las preguntas y el desayuno, y me fui para continuar con mis asuntos. Había tenido una agradable sorpresa, de esas que echamos de menos cuando no ocurren. Por cierto, suerte el domingo con la Lotería. Felices Fiestas.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Mala memoria

Hace unos días fui a una feria sobre el empleo en el IFEMA de Madrid. Daban charlas, asesoramiento personal, perdón coaching; también asesoramiento profesional… Éste último fue muy útil porque me dieron nuevas posibilidades para escribir mi curriculum que no se me habían ocurrido. Al menos algo me compensó las interminables colas…

En cierta forma me fui de allí optimista, parece que hay salida. Pero nunca falta alguien que tiene la habilidad de fastidiarlo todo. Un comentario impertinente, un sarcasmo gratuito, la callada por respuesta… Terminé echándome una siesta interminable para desconectar y no tener que pensar; no sé cómo hay gente que tiene el don de controlar las cosas de esa forma. Lo intento yo y no lo consigo. Es como si no fueran felices si no ven desgraciados a los demás. ¿Qué buscan? ¿Qué pretenden?

Estoy segura que, cuando cambien las cosas, esos serán los primeros en ponerse para la foto y soltar aquello de “oye, lo que quieras”. Pero yo he cambiado, y aunque no me persiguen deseos de venganza, si me persiguen de indiferencia, asco y tristeza. Yo también tengo mala memoria cuando quiero.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Miedo

Qué mal asunto tener un blog y quedarse en blanco... Bueno, en blanco, lo que se dice en blanco, no. Lo que pasa es que, por una prudencia mal entendida, no pongo muchas cosas que se me pasan por la cabeza: el miedo a una opinión inmerecida no es el mejor consejero a la hora de escribir algo. Pero eso tiene que cambiar: me quedo callada y me la cargo igual…


No sé si me atreveré a dar el paso, pero, a ver si a partir de ahora, escribo más lo que pienso, y no que pienso demasiado lo que escribo.

martes, 5 de noviembre de 2013

Casting

Ayer leí en Internet que hoy y mañana había un casting para trabajar de figurante en una película.


Supongo que irá medio Madrid porque se anunció en el Facebook. Que digo, medio Madrid y la otra mitad también porque es para una película de Santiago Segura.


No me he matado en arreglarme porque, tratándose de Torrente y no de James Bond, no era plan de ir con un traje de lamé dorado: vaqueros y un poco de maquillaje.


Voy al medio día, a la hora que va todo el mundo porque piensa que la gente está comiendo y luego están todos en una cola interminable. He sido “precavida”: llevo en el bolso unos cacahuetes recubiertos de chocolate de colores (se nota que son de los baratos).



Bueno, acabo ya porque estoy a punto de llegar a mi estación. No sé porqué estoy nerviosa; es el tercer intento en dos meses para trabajar de figurante y hasta ahora no ha resultado ninguno. Tranquilos, que no me veréis recogiendo ningún Óscar.


sábado, 19 de octubre de 2013

Poco a poco

He tenido la necesidad de desconectar durante algún tiempo de todas mis actividades.


Tenía (y aún tengo) cansancio por la falta de trabajo, de trabajo remunerado, para ser más exactos, porque trabajar procuro hacerlo todos los días pero no me pagan por ello. Parece que, poco a poco, empiezan a salir ofertas pero ninguna de ellas termina de cuajar.


La felicidad dura apenas unos minutos y la tensión semanas: me ha costado volver a levantar cabeza después del disgusto por haber perdido la posibilidad de volver a trabajar en una librería.

Pero hay gente especial. Ha habido personas que han sido capaces de hablarme de ofertas de empleo, aunque ello suponga que yo me convierta en sus competidores: quizás eso sea lealtad, no lo sé, pero hace que me sienta bien.


Y cómo no, también quiero agradecer a esas personas que no me han visto en su vida, al menos no en persona, y que no han dejado de informarme de las ofertas de empleo y de webs dónde quizás puedo encontrar algo.

Poco a poco vuelvo a la normalidad, al menos lo intento. Aún no tengo un trabajo, ni ganas de pasear ni de muchas cosas pero sigo peleando.


viernes, 23 de agosto de 2013

Cuando ves que las cosas no avanzan

Nunca creí que la falta de trabajo me llevaría a tener un estrés y un cansancio tan horribles. Cierto que ahora tengo más tiempo para hacer lo que me gusta, pero no me pagan por eso. Dentro de poco será difícil pagar el abono transporte y tendré que ir a pie a muchos sitios que no están tan cerca, y no es lo mismo caminar porque quieres, que hacerlo porque no hay otra: tocará calcular en qué ocasiones puedo picar el billete de 10 viajes. Y si salgo ni siquiera es por diversión sino porque no se me caiga el mundo encima: toca mirar escaparates (el que diga que se conforma con mirar, miente).

El caso es que no he caído aún en la desesperación total, quizás porque sé que ni me va a faltar un techo ni la comida, pero me gusta hacer frente, yo misma, a mis responsabilidades que, aunque pocas, angustian lo suyo cuando ves que las cosas no avanzan, en todo caso van hacia atrás, y llegan al punto de hacer que me sienta la persona más inútil del mundo. Me gustaría ser más optimista, pero no sé cómo. Quizás cuando pase el calor veo las cosas de otro color, ojalá…

miércoles, 14 de agosto de 2013

Sólo una llamada

Hace poco una persona me dijo que podía escribir a modo de terapia, siempre sería un desahogo cuando hay algo que me entristece o me preocupa, y últimamente es mucho (a quién no le ocurre en estos tiempos). En seguida pensé que para eso tengo el blog; lo malo es cuando empiezan a leerme personas que me conocen personalmente, entonces tengo que tener más cuidado con lo que pongo y cómo lo hago, aunque debería darme igual.

Hace algún tiempo yo tenía una amiga que vivía fuera de Madrid, y cada vez que venía, los amigos de aquí nos pasábamos la voz para quedar con ella para unas copas. No todos a la vez, porque los amigos de esta chica éramos de grupos muy diferentes entre sí, pero de vez en cuando conseguía encontrarme con ella, y nos poníamos al día. Un día empezó a ir en plan de “sí, quedamos” y luego me dejaba colgada, y ni siquiera llamaba para decir que se cancelaba el plan. Y le daba lo mismo que yo estuviera preocupada porque estaba a dos semanas de quedarme sin trabajo, a tres de un examen o a una semana de mi cumpleaños. Más adelante supe que esta pauta de conducta la seguía con más personas, lo cual, por una parte, fue un consuelo, porque había empezado a pensar que yo era un bicho raro, pero, por otra, no me gustaba que me dejaran en la estacada: los demás amigos no sé si seguirán siéndolo, pero yo me harté y la borré del Facebook, a ella y a nueve contactos comunes, para evitar en la medida de lo posible saber de esta persona y no sufrir porque veía que sí contaba con otros amigos, y conmigo no.

Por increíble que parezca, la historia se repite. La semana pasada vino a Madrid una persona a la que conozco de muchos años, vino con su familia y el día que estuvimos comiendo juntos me dijeron que quedaríamos para salir otro día. No sabía si creérmelo, porque últimamente me he llevado muchas desilusiones, pero no me despegué del móvil en tres días, hasta que llegó un sms diciendo que ya se habían marchado. En otro momento dieron una explicación, pero ¿tanto costaba hacer una llamada para decir que ha habido un cambio de planes y no que me dejan esperando? Os estaréis preguntando que porqué no llamé yo, muy sencillo: el miedo a que me dijeran que ya no había plan y que siempre hay una alternativa mejor que yo. Pero yo también tengo mejores alternativas.

lunes, 12 de agosto de 2013

Nada

Es domingo por la tarde, con la sensación de eternidad propia de ese día de la semana. Pero además es agosto, lo que hace el día más largo, si cabe. Laaargo y tremendamente aburrido. La tele no me motiva y, de hecho, ponerla en marcha supone estar más amuermado por el calor que desprende el aparato. Tampoco me animo a encender el ordenador, también da mucho calor y no encuentro ofertas de trabajo, ni nada que me llame la atención especialmente. Por más que cuento los días que faltan para que termine el mes de agosto, éste no va a terminar antes, y no consigo eliminar la sensación de que no avanzan las cosas. Me pregunto si cuando Carmen Laforet escribió Nada en 1944, si tendría tanto calor como el que siento estos días, y si las cosas estarían tan difíciles como ahora. No he leído la novela, pero debe ser angustiosa.

jueves, 1 de agosto de 2013

Agosto

Apenas quedan unas horas para que termine julio y empiece agosto, los dos meses por excelencia para vacaciones… Para el que pueda tomárselas, claro.


Recuerdo que, de niños, mi abuela les dejaba a mis padres una casa en San Lorenzo del Escorial al pie del monte Abantos (ese que se quemó hace años). Íbamos en agosto, que era cuando a mi padre le daban las vacaciones en el curro. Nos pasábamos el verano yendo a pasear a la lonja del Monasterio. Por el camino, parábamos en una heladería y nos comprábamos una horchata.


Si había suerte, de vez en cuando caía un chaparrón de esos que te invitaban a quedarte en casa a jugar a las cartas, o a hacer un campeonato de comedores de pipas.


Han pasado casi cuarenta años y las cosas han cambiado. Ahora me da miedo irme de vacaciones por si me llaman para un trabajo y me pilla fuera de Madrid… Es que ni siquiera puedo irme: ya sufro para pagarme la tarjeta de transporte (y sólo es para Madrid ciudad), así que para irme fuera unos días no quiero ni pensar lo que sufriría. Las vacaciones las toma cada uno por su lado: en vez de ir al Monasterio me voy a cualquier centro comercial a tomarme un refresco de oferta y, como ya no llueve, me tengo que llevar una botella para tirarme agua encima de vez en cuando y que no me dé un jamacuco, por no hablar de un golpe de calor.



Bueno, y comer pipas me lo ha prohibido el dentista; no queda otra. Cuento los días para que llegue el otoño. Sí, me gusta el frío. ¿Pasa algo?

sábado, 20 de julio de 2013

Una tarde en la Plaza de las Cortes


Estuve pasando la tarde en la Plaza de las Cortes, esperando a que mi madre saliera de un acto en la Embajada de México, que está muy cerca.

Había una furgoneta de antidisturbios en frente de la puerta del Congreso, varios periodistas en las inmediaciones (quizás esperando alguna noticia)...


y varios muchachos con monopatines haciendo malabarismos para no caerse al suelo.



De fondo, la música de un carrillón cercano...



¡Qué tonterías estoy diciendo! Puedo recoger a mi madre porque otra vez estoy sin trabajo.


Hace un calor que le deja a uno pegajoso; los antidisturbios deben tener fritos los pies con esas botas que llevan; los periodistas no hacen más que alisarse el traje porque ya no se les ocurre qué hacer; como me alcance un monopatín, cobran; y me importa una mierda la música del carrillón.

martes, 9 de julio de 2013

Siempre

Vuelvo a estar sin trabajo, me despidieron el día 1; mañana o pasado me pagan. También mañana tengo que ir a mi oficina del paro para reanudar una serie de gestiones que quedaron suspendidas cuando empecé a trabajar, las de pedir una ayuda cuando te quedas sin paro; me sirve la cita que pedí para decirles que cancelaran las gestiones porque tenía trabajo. Por la tarde iré al médico para que me diga cómo tengo el hombro y por la tarde me invitan al cine, no todo iba a ser malo.


Pero no me olvido que hace tres años se fue; se va el dolor y queda el recuerdo del ser más maravilloso. Eso siempre.

domingo, 16 de junio de 2013

Tengo curro

Aún no me lo puedo creer. El jueves me llamaron para hacer una prueba para un trabajo y el viernes me dijeron que el puesto era mío. Además, es a media hora de mi casa,  y si hay suerte menos. Con seguridad sólo será mes y medio, pero nunca se sabe. Y de algo que me gusta, la grabación de datos.


No he podido tener más suerte. Lo de la búsqueda de empleo (yo lo hago por Internet) es algo muy irregular: lo mismo no encuentras nada en días, como que encuentras siete posibilidades en un momento (sí, a veces ocurre), y muchas veces serán ofertas a las que ya te has apuntado hace tanto tiempo que ni te acuerdas de ello.

Está claro que tengo que aprovechar una ocasión como esta; tendré que trabajar como si me fuera la vida en ello. En cualquier caso, dure lo que dure, cerrará la boca a más de uno: yo valgo.

jueves, 6 de junio de 2013

El señor de la letra A

Estoy en la recta final de gestionar una ayuda que dan a los desempleados cuando se les ha terminado el paro. A decir verdad, no es tan complicado como parece, lo que pasa es que el alarmismo vende, y por eso estaba muy asustada pensando que me iba a liar con el papeleo. Y, cumpliendo la tradición, debo confesar que me lié, solo que tuve la suerte de que la señora que me atendió en el Inem fue un ángel que me ayudó a organizar mejor la documentación que le llevé y, además, me explicó el porqué de cada paso. Otra cosa será que me den la ayuda, pero por intentarlo no pierdo nada.

Así es como nos sentimos los que tenemos que hacer papeleo en las oficinas de  empleo/desempleo.

Siempre que voy a mi oficina, me fijo en los carteles que hay pegados en la pared, más que nada por si hay algo interesante de lo que me tenga que enterar: algún curso, algún trabajo, alguna bolsa de empleo… (no había muchos carteles, me temo).

También me he fijado en la gente que trabaja allí. Tienen fama de bordes pero tienen cara de que les hubieran pegado la gripe… En realidad les han pegado tristeza: la que llevan todas las personas que van allí porque han perdido su empleo y no hay perspectivas de encontrar otro. El que hay es un ambiente gris, como si hubiera encima un montón de nubes grises que no se quitan y no dejan entrar la luz: ¡quién pudiera soplar para que se fueran!

Qué voy a decir...

Una persona a la que eché de menos fue al señor de la letra A. Las oficinas del Inem (ahora Sepe) tienen dos partes. En la mía, según entras, a la izquierda está la zona donde te apuntas al paro, donde sellas la papeleta correspondiente, gestionas los contratos y pides los cursos: hay que pedir turno cogiendo un papel, como en el mercado, pero atienden rápido. A la derecha la cosa va más lenta; son las mesas donde se pide información, se hacen gestiones (reanudación del paro, solicitud de ayudas y un corto etc.) y se hacen otras gestiones (entrega de documentación que se te ha olvidado llevar la vez anterior, por poner un ejemplo).

Antiguamente, si ibas para información pedías la letra A, si ibas para gestionar el paro pedías la B, y si ibas para otras cosas que ya no me acuerdo, pedías la C. Para cualquier consulta, duda o angustia que tuvieras ibas a la mesa de la letra A. En mi oficina (es que ya empieza a parecer mi casa) había un señor que pasaba de los cincuenta años al que le podías preguntar cualquier duda porque lo sabía todo, y te resolvía los problemas con una rapidez inusual, para que luego digan. Para ir a las mesas de las letras B y C, creo recordar que con un madrugón era suficiente.


Ahora hay que pedir cita previa: por teléfono y por internet, que yo sepe, perdón, sepa. Desde dentro no sé cómo se verá el invento, pero desde fuera no se ven más que desventajas: tienes prisa en hacer una gestión y te dan para veinte días después. Esto en la letra B. La C es como el Senado, arregla poco. Pero, ¿qué ha pasado con el señor de la letra A? ¿Lo han jubilado? ¿Lo han despedido? ¿Lo han reubicado en otro puesto? Ni idea, lo tengo que preguntar la próxima vez que vaya, pero tengo miedo de que no me guste la respuesta que da una mesa vacía.

Qué lástima.

miércoles, 29 de mayo de 2013

El reparto del mundo

Hace unos días leí lo que le pagaban a una joven mujer de la jet set por ser imagen de una firma de complementos: 150.000 euros. Al año, si no me equivoco (y ya está bien). Para poder ganar yo eso, primero tengo que tener trabajo. Si lo tuviera y me pagaran una media de 600 euros al mes, al año haría 7.200 euros. Si divido 150.000 euros entre 7.200 eso hace 20,83333333333333. Me he perdido.

Si divido 150.000 euros entre 12.000 euros, que es lo que debería ganar al año si fuera mileurista (qué tiempos aquellos) entonces tendría que trabajar doce años y medio para poder ganar 150.000 euros. Pero resulta que si esa joven mujer va a una fiesta y cobra 110 euros por minuto… ¿cuánto dura la fiesta? No sé, pero seguro que va a muchas fiestas y gana mucha pasta, y a mí no me invitan a fiestas, así que ya no la puedo alcanzar.


Vale que la chica es guapa, y seguro que ninguno de nosotros le haría ascos a un sueldo así. Pero ¿de verdad es necesario ese suelo? ¿Es justo? ¿Por qué el mundo está tan mal repartido? Y ya no lo digo por mí...


sábado, 18 de mayo de 2013

¡¡¡¡¡¡ALETI CAMPEÓN!!!!!!



Se rompió la maldición, por fin ha ocurrido. Y en terreno del rival… Sí, ha pasado, ya no es un sueño, es una realidad: el Atlético de Madrid, mi equipo, ha ganado al Real Madrid la final de la Copa del Rey. Ha sido catorce años después de su anterior victoria sobre el equipo merengue. Curiosamente, Diego Pablo Simeone (el Cholo Simeone), su actual entrenador, y José Luis Pérez Caminero, su actual director deportivo, formaron parte del equipo del doblete (eso fue allá por la temporada 95/96). El segundo entrenador, Germán Burgos (el Mono Burgos), ayudó al equipo a pasar de Segunda a Primera División (2002) después de pasar dos temporadas en el infierno.

Cholo Simeone.

Caminero.

Mono Burgos.

Hoy es un día grande. Por fin una buena noticia. Ojalá sea la primera de muchas más. Lo siento, Jorge; gracias, Trasgo. Mañana a Neptuno, aunque diluvie.

Neptuno.

martes, 7 de mayo de 2013

Gentuza

Después de cuatro meses y medio de inactividad (lo que no es del todo exacto porque no he parado de hacer otras cosas), ayer empecé a trabajar otra vez. Me llamaron el día 2, que en Madrid es fiesta, por lo que hubiera flipado de no ser porque hace años me llamaron un domingo. Se trataba otra vez de hacer encuestas telefónicas. No me quejo, porque el trabajo me gusta, y no me asusto si alguna de las personas a las que llamo me contesta alguna barbaridad: las llamadas son infinitas y es muy difícil que no haya algún grosero o grosera.

Están los que no tienen tiempo, los que tienen visita justo en ese momento (qué casualidad), los que salían “por la puerta” (¿por dónde pensaban salir?, ¿por la ventana?), los que iban al médico (hay mucha gente que tiene que estar cayéndose a trozos)… y un largo etcétera de excusas para no contestar la entrevista, tantas como personas te descuelgan el teléfono. También están las máquinas, contestadores y faxes, casi siempre contestadores. Los contestadores son terribles, ni siquiera te dan opción a meter la pata porque no les puedes hacer la encuesta (pero no por ello dejas de ser un inútil). La gente mayor es otra categoría; muchos no oyen bien o tienen miedo de que quieras engañarles, a ver, con los tiempos que corren…

Engañarme, eso es lo que han hecho conmigo. Cuando me llamaron para trabajar me dijeron que sería para quince días. ¡Quince días! Ganaría lo suficiente para tapar unos agujeros que se me asemejan socavones. No eran aún las diez de la mañana, cuando me han llamado para decirme “no vengas hoy” (es que eso de “estás despedido” es muy feo). No quisieron dar más explicaciones. Gentuza.

lunes, 22 de abril de 2013

Las ONGs (II): la Cruz Roja


Debería pasarme más por aquí; escribir puede ser una terapia cuando se tienen preocupaciones, pero no me gusta hacerlo cuando considero que no encuentro las palabras adecuadas, sobre todo si se trata de hablar con el mayor de los respetos del trabajo de otras personas, en este caso de la labor de aquellos que forman parte de la que es, quizás, la organización más conocida de ayuda a personas en situación vulnerable, especialmente si se trata de conflictos armados: la Cruz Roja, Media Luna Roja en países musulmanes.

Banderas con los emblemas de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

No sobra recordar, aunque sea someramente, cómo surgió esta organización. Jean Henri Dunant, ciudadano suizo y hombre de negocios, tuvo el triste privilegio de ser testigo de la batalla de Solferino, librada entre el ejército de Francia y Piamonte por un lado, y el de Austria por el otro; corría el año 1859. Aunque suene a tópico, Dunant quedó fuertemente impresionado por la cantidad de víctimas, cerca de 40.000: casi nadie se ocupaba de los heridos y tampoco se mostraba preocupación por retirar a los muertos del campo de batalla. No es ninguna leyenda que Dunant convenció a gente de poblaciones cercanas a ayudar a las víctimas, sin importar el bando en el que hubieran luchado.
 
Jean Henri Dunant.

Batalla de Solferino.

En España, fue la Orden de San Juan de Jerusalén quien se encargó de traer a nuestro país la organización, siendo el envío de ayuda a las víctimas de la Guerra Franco-Prusiana la primera participación a nivel internacional de la rama española de la Cruz Roja.

Emblema de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén.

Actualmente, la Cruz Roja Española participa en “otras guerras”: actúa en situaciones en las que se necesita asistencia médica en cualquier punto del territorio nacional, ayuda a refugiados, ayuda a luchar contra la pobreza, a discapacitados, a personas mayores que ya no pueden valerse por sí mismas, a inmigrantes… También podemos apreciar su intervención en tareas de rescate de gente en peligro en la montaña o en el mar. Y como organización que está al día en las necesidades de nuestros tiempos también lucha a favor de la mejora del medio ambiente. La verdad es que hacen muchas cosas…


Pero todo eso se puede perder. Por poner un ejemplo, en España se ha recortado el presupuesto en un 46%, por lo que ya no hay ayudas sociales, ya no se puede luchar contra los desahucios ni ayudar a discapacitados. Eso sí, las comisiones bancarias siempre están ahí. Ahora, Cruz Roja Española busca reclutar un millón de socios para reactivar las ayudas: es difícil, pero no imposible. Por eso, cuando veáis en la calle a alguien de Cruz Roja que os pida unos minutos de vuestro tiempo, os ruego que al menos le escuchéis, que ya es algo. Que si no le podéis ayudar vosotros, a lo mejor conocéis a alguien que sí pueda. Venga, que se trata de la Cruz Roja.

Jean Henri Dunant de mayor.

lunes, 25 de marzo de 2013

Las ONGs (I): ACNUR

Quería escribir sobre unas asociaciones que en esta época de crisis ayudan a más gente de la que se piensa, unas veces elogiadas, otras denostadas. Me refiero a las Organizaciones No Gubernamentales, popularmente conocidas como ONGs.



Corría el año 1992 y yo iba a la Universidad. El año anterior había estallado la guerra en Yugoslavia y creo que nadie se imaginaba cómo iba a acabar eso. Por le edad que tenía entonces, 25 años, podía ser más consciente de lo que significaba ese conflicto, a diferencia de otras guerras que tuvieron lugar antes de esa fecha y desde que nací yo en 1966: la Guerra de Vietnam, la Guerra Civil en Angola, la Guerra de Independencia en Bangladesh, sólo por mencionar alguno de los más de treinta conflictos armados que he encontrado en una cronología hasta que perdí la cuenta.

Recuerdo que cuando veía por la tele las noticias de esa guerra yugoslava me preguntaba que haría esa gente para comer, si tendría un techo para dormir y cómo podrían lavarse. El conflicto había obligado a infinidad de personas a dejar sus hogares con lo puesto, sin saber cuándo podrían volver a disfrutar de comodidades que hasta entonces eran de lo más normal (y digo todo esto sin olvidar del peligro que corrían si eran perseguidos). Ahora nos quejamos de un atasco o de no encontrar un taxi para ir al centro de nuestra ciudad, pero muchas de esas personas sólo pensaban en huir, a pie, de las bombas y de la destrucción de sus casas.


Con el fin de paliar en la medida de lo posible la falta de esos mínimos indispensables para el ser humano, el 14 de diciembre de 1950 se funda el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR (o United Nations High Commissioner for Refugees, UNHCR). Su ámbito de actuación: todo aquel lugar del mundo donde haya alguien que se ha tenido que marchar de su casa por culpa de una guerra, porque persiguen a su etnia, por una catástrofe (terremotos, inundaciones) por motivos políticos…


Está claro que la primera ayuda que ACNUR envía allá donde se necesita suelen ser mantas, agua, víveres, tiendas de campaña, atención médica y un largo etc. de recursos de primera necesidad, es lógico; pero luego esa ayuda se mantiene y, si se puede, se mejora. Sólo por poner un ejemplo, se intenta no descuidar la formación escolar de jóvenes refugiados, como ocurrió con refugiados por el terremoto de Haití de 2010.

Pero creo que, mejor que lo que yo pueda contar, podéis ver un video muy ilustrativo que me he tomado la libertad de tomar prestado de la web del Comité Español de Acnur (eacnur@eacnur.org).


Ya os podéis imaginar que esto requiere de la ayuda de todos. Sé que muchos desconfiáis, pero todos necesitamos creer que alguna organización funciona y ACNUR funciona. Por si alguien se anima a ayudar, en su web podéis encontrar toda la información necesaria. Sé que son tiempos difíciles pero, por si alguien puede aportar un granito de arena, entre todos podemos hacer una montaña.

En el próximo post hablaré de la Cruz Roja.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Sobre la Sanidad Pública


Vengo de hacerme las consabidas pruebas para las revisiones médicas que siempre dejo pendientes por no faltar al trabajo. De casualidad, me di cuenta de que no eran en el hospital que yo pensaba y pude rectificar a tiempo e ir al que me habían asignado (menos mal, sino la hubiera liado parda…).

Llegué media hora antes para la primera prueba, y no pusieron reparos en atenderme en ese momento. Me quitaron dos tubitos de sangre y yo mirando para otro lado, porque usaron un artilugio realmente impactante (cada vez llevo peor lo de las agujas). Acto seguido, me di un homenaje en la cafetería del hospital porque, lógicamente, había ido en ayunas: me tomé un cafelito y una tostada de pan con aceite que me supieron a gloria. Mi desayuno no llegó a 2 euros.

Después fui a radiología. Apenas tuve tiempo de sentarme y ya me estaban llamando para entrar. La auxiliar, creo que enfermera, hizo lo posible porque yo tuviera la menor cantidad de molestias. Y antes de marcharme, la radióloga ya había visto las placas y pude irme sabiendo que no tenía nada.

La pregunta es: ¿Por qué hay quién se empeña en cargarse la Sanidad Pública?

domingo, 10 de marzo de 2013

Sobre las noticias morbosas


Malo es que a una le abandonen las musas; cuesta escribir cuando eso ocurre y, en esas condiciones, a veces es mejor no hacerlo. Suele ocurrir en momentos en los que a una le sobra el tiempo.

Peor es cuando te pones a caminar por las autopistas de la información (que diría un ex-vicepresidente de los USA) buscando una inspiración o algo que te llame la atención: pueden pasar horas y horas y dar el día siguiente porque no te crees que no puede haber pasado nada. Miento: en estas últimas semanas dimitió un papa y falleció un jefe de Estado sudamericano; noticias impactantes, pero sobre eso ya han hablado otras personas. Esas noticias venden, llaman la atención, no ocurren todos los días.

Pero hay otras noticias que, mucho me temo, se producen con más frecuencia de las que quisiéramos, pero de esas no se habla tanto ¿quizás para que no acusen a ningún periódico de morboso? Digo esto después de haber estado curioseando entre los vídeos que salen en un importante periódico, de esos que se leen tanto por internet como en papel. Supongo que también se publica en el extranjero.

Empecé viendo un video sobre los sin-techo: me entristecí aún más de lo que ya estoy, pero agradezco lo que tengo. Continué con otro en el que se veía “un niño decapitando a un oficial”, pensando en seguir con otro sobre los escándalos de Il Cavaliere y luego con otro sobre el Airbus: pensé que sería una exageración, pero no lo era. Entre un vídeo y otro, espectaculares anuncios publicitarios sobre dispositivos informáticos u “ofertas” de operador de telefonía móvil e internet…

Está claro que no pude ver más y que hoy no duermo. Y yo me pregunto: ¿Dónde estaban los padres de ese niño? ¿Por qué NADIE hacía nada por evitar algo así? ¿Por qué una cosa tiene que ser noticia para que se busque una solución? ¿Por qué ese video tan macabro no es noticia? No tengo ni idea, pero estoy asqueada. A lo mejor, con el paso de los años (o antes) esas imágenes formen parte de una superproducción de cine gore, de esas que se dedican a rentabilizar la deshumanización de las… ¿personas? en un momento más productivo.

domingo, 24 de febrero de 2013

Marea Ciudadana

Hoy una Marea Ciudadana recorrió muchas calles de muchas ciudades españolas. Yo estuve en la de Madrid. Ríos de gente salieron de diferentes puntos de la ciudad y confluyeron, como ha ocurrido en otras ocasiones, en la Plaza de Neptuno: de allí arranca la Carrera de San Jerónimo donde se encuentra el Congreso de los Diputados.

Había varios ríos, de diferentes colores cada uno: el negro representaba a los mineros, el naranja a los trabajadores sociales, el blanco a la sanidad, el verde a la enseñanza, el malva aludía a las mujeres (y también hombres) que defienden sus derechos, los que iban de azul defendían la gestión pública del uso del agua… Pido disculpas si me dejo algún color.

Descubrí que trabajadores despedidos de Telemadrid emiten on-line en http://www.tmex.es/, que todavía no se ha olvidada a Lucha, la galga del metro de Madrid, que la gente mayor es mayor pero no tonta. También había bomberos, que ya no quieren colaborar con los desahucios… En fin, como una imagen vale más que mil palabras, aquí os dejo unas fotos que he sacado con un viejo móvil. Disculpadme la calidad, sé que en algunas no se ve mucho, pero no tengo para comprarme otro y mucho menos una cámara.

Esto sólo era el principio...
La enseñanza pública es para todos.

La sanidad pública también.

No tiene sentido que la gente se quede sin casa, y las casas sin gente.

Yo voy a la biblioteca cuando no me puedo comprar los libros, cosa que ocurre desde hace mucho tiempo.

El agua es un derecho de todos.

La experiencia siempre es un grado.

En todo el recorrido, los y las componentes de las batucadas hicieron lo imposible porque no decayera el ánimo.

¿Y si Albéniz, Falla y Granados vieran esto?

Esto se comenta solo.

No dudo que Velázquez los hubiera pintado.

"Pan y circo" que decían los romanos, pero falta pan y sobran payasos.

Un chorizo...

¿Dónde están?

Pues yo ni eso.

La flecha del cartel amarillo apunta a la Carrera de San Jerónimo, donde está el Congreso de los Diputados.

No son flores, son quejas.

Si es que hoy era el día que era.

Es nuestra y era buena. Ojalá no tarden en dar buenas noticias.
  
Y sin olvidarme del bilingüismo de la enseñanza pública madrileña, quería terminar con una frase que leí hace unos días en The Economist: “There’s not enough bread for so many chorizos”.