jueves, 31 de diciembre de 2015

¡Feliz 2016!

A pocas horas de terminar el 2015, y con ello un bienio de mierda, recuerdo todo lo que esperé y no llegó. Todo eso quedó atrás y a mí me toca mirar hacia delante.

Al Año Nuevo le pido salud, que por ahí se va mucho dinero. También dinero, suficiente para vivir. Y amor, del auténtico, del que te rejuvenece más que una crema anti-edad.

Ya empiezo a saber quiénes son mis amigos y quiénes no. Eso es algo que nunca deja de aprenderse, pero de mí depende que sea una experiencia que me hunda o que sea algo que me enriquezca.

Y conste que no soy una persona conformista o que se resigne, y seguirá siendo así. Pero espero que el Año Nuevo me sorprenda con cosas maravillosas y poder alegrar con ellas a esas personas que siempre estuvisteis allí.


domingo, 20 de diciembre de 2015

20-D


Están teniendo lugar las elecciones generales, tanto tiempo esperadas por unos y tan temidas por otros (aunque lo nieguen). Yo no fui a votar por la mañana porque me iba a sentir como esas señoras mayores que van a misa para lucir el abrigo de piel y después se van a comprar pasteles antes de ir a casa de los nietos.

Acabo de hacerlo y notaba un ambiente tranquilo, y no el constante ir y venir de personas de otros años, como si fueran interminables caminos de hormigas a las que terminan por descolocar en cuanto las pisas para que luego vaya cada una por su lado.

Sintiendo esa quietud, eché a volar la imaginación... Están a punto de cerrar las urnas. Somos muchos los que estamos pendientes de la radio, de tv o Internet para saber los primeros resultados, resultados que cambiarán la Historia y ya no habrá vuelta de hoja.


jueves, 10 de diciembre de 2015

Hawaii

Entre las múltiples ventajas de estar desempleada está el tiempo que se tiene para pensar tonterías. Una de las más recurrentes en mis divagaciones es "qué haría si me tocara la lotería". Enseguida pienso en irme a Hawaii a freír chorizos.

Chorizos

El primer problema sería cómo pasar los chorizos por la aduana, en los EEUU no se puede meter ni un miserable embutido (y menos ahora que son cancerígenos).

Supermercado de Honolulu

Una buena alternativa sería ir al supermercado en Honolulu y comprar hamburguesas, bacon y salchichas, como se ve en las películas americanas. Y cerveza fresquita, claro.

Hamburguesas
Bacon... uy, éste no
Éste sí
Salchichas
Birras hawaianas

Ahora toca decidir cómo disfrutar de toda esa pitanza. Muchas veces he pensado que, ya que voy hasta tan lejos, aprovecho para visitar la zona de volcanes.

Volcanes o asador gigante, según se mire

Me encantan los volcanes y toda la magia que tienen cuando están en acción. Pero sigo pensando en los chorizos y que cojo uno, lo atravieso en una estaca y lo acerco a la lava, y si no se ha desintegrado me lo como...

Parrilla

Como es más que probable que el chorizo se haya desintegrado, termino haciendo una barbacoa en la playa y luego toca bailar un hula, que siempre vendrá muy bien para bajar los chorizos que se salvaron de la lava.

Señoras bailando

Empieza a sonar la musiquita...

Caballero de Hawaii con ukelele

De pronto desperté: es mi madre que llama a la puerta para que me despierte, que ya son horas. Menudo leñazo.

Buenoooo

jueves, 29 de octubre de 2015

Desconfianza

Me ha solicitado en el Facebook un primo al que no veo hace más de cuarenta años. ¿Qué querrá? Además, es contacto de mi madrastra, razón añadida para no fiarse, y tiene otros contactos de los que no sé nada desde hace... ¡pufff!

¿Por qué me ha solicitado a mí la última? Claro, que también podía haberlo hecho yo, pero esos contactos tan "espaciales" que tiene no me gustan, y cuando solicité a su hermano éste me ignoró.

Ya sé que esteréis pensando que es libre de ir con quién le dé la gana, pero yo también, y tengo el derecho de hacerme valer, a nadie le gusta que se acuerden de uno el último. Cuando eso ocurre suele ser por interés, porque anda que mis hermanos y yo no nos pasábamos el día metidos en su casa cuando éramos niños.

Vaya, ahora veo que me ha solicitado mi madrastra...


jueves, 1 de octubre de 2015

Refugiados

La noche del 2 al 3 de septiembre de 1936, mi abuelo Antonio murió fusilado durante la Guerra Civil Española. Da igual en qué bando estuviera. Tres días antes había nacido mi madre, Margarita, y un tiempo más tarde, con un añito de edad, tuvo que huir a Francia con su familia. Se convirtió en una refugiada.

Mi abuelo Antonio
Mami

Treinta y ocho años más tarde, a lo largo de 1974, mi familia y yo emigramos a España. Fueron circunstancias más fáciles: mi padre vivía, es médico y mi madre tenía familia en España, y no huíamos de ninguna guerra, pero mis padres decidieron venir por miedo a los tiempos convulsos que había en Sudamérica debido a las dictaduras militares de la época (no pongo ninguna foto de los individuos a que me refiero porque me da asco).

Un grupo de niños huyendo de un ataque con napalm. Vietnam, 1972. Autor: Nick Ut. La niña protagonista de la foto está ahora refugiada en Canadá

Desde entonces hasta ahora, y desde la comodidad de muchos salones con televisor, hemos podido enterarnos de otras situaciones conflictivas, de otras circunstancias que, por el motivo que sea, han obligado a una cantidad incontable de personas a dejar atrás sus trabajos, sus familias, sus comodidades, su vida entera...

Campo de Sabra. Abril de 1982. Foto obtenida de la web Urgente.24

Lo hemos visto muchas veces pero, por crudo que resulte decirlo así, ahora está de moda el caso de Siria. Da igual los motivos, pero llevan más de cuatro años de guerra civil y siempre pagan los mismos: ancianos, hombres, mujeres y, sobre todo, niños; miles de personas que no quieren dejar esas tierras pero no les queda otra. Van a la desesperada, hacia donde buenamente pueden, como cada vez que empieza una guerra que "nadie entiende".

Refugiados sirios llegando a las costas griegas. Agosto de 2015. Autor: Daniel Etter

La inmensa mayoría de estas personas no se van de su país porque les apetece, no tienen una familia que les reciba en una casa, ni siquiera saben a dónde van, solo que quieren irse porque no quieren morir. Muchos de ellos han venido a Europa, y aquí solo se ha pensado que ya somos muchos, y es verdad. Pero, en la guerra de 1936-1939 ¿no se marchó de España todo el que pudo y a donde fue posible?

Campos de refugiados españoles en Francia tras el desplome de Cataluña, febrero de 1939. Foto de Popperfoto - Getty Images

No seamos egoístas, no miremos hacia otro lado. Hagamos algo, lo que podamos aunque sea poquito. Todo para que un grupo de seres humanos sin rumbo vuelvan a sonreír.

Dos niños refugiados sirios en el aeropuerto de Frankfurt. Autor: Kai Pfaffenbach. Reuters

jueves, 23 de julio de 2015

La batería del móvil

Ayer me ocurrió algo que para mí es inaudito: me quedé sin batería en el móvil. No es que se acabe el mundo por eso pero, cuando estás en el paro (aunque yo prefiero decir sin un trabajo remunerado) algo así es todo un drama porque la llamada mágica se puede producir en cualquier momento.

El camino de vuelta a casa se me hizo eterno, como si por preocuparme fuera a llegar antes. Tardé cuarenta minutos que me parecieron cuarenta años y, cuando por fin llegué a casa y enchufé el teléfono… nada.

Ni siquiera encendí el ordenador. Cené ligero y a dormir. Solo espero que hoy sea mejor día.

sábado, 23 de mayo de 2015

Habitación 202

El pasado día 11 de mayo, mi madre fue hospitalizada en el Hospital La Paz de Madrid para ser intervenida en un hombro que se fracturó por una caída en la calle. En una operación que duró unas cuatro horas, los cirujanos que la atendieron le reconstruyeron el hombro y le pusieron una prótesis de titanio y plástico.

Pero no solo el personal del quirófano tuvo un trabajo impecable. Desde el primer momento, todo el personal sanitario, desde celadores hasta médicos, pasando por enfermeros, auxiliares y administrativos, se volcó con mi madre y con los otros muchos enfermos que estaban en la misma planta.

Cinco días tardó mi madre en dejar la habitación 202 y su recuperación promete, y todo gracias al trabajo de profesionales que dan todo y que, mayormente, no ven reconocido su trabajo. Profesionales de la Sanidad Pública, la que se quieren cargar.

domingo, 19 de abril de 2015

Toni

A veces la vida da giros inesperados que son una extraña burla del destino. Me había propuesto no encontrarme con determinadas personas hasta que no pudiera decirles algo especial… y así ha sido.

Toni

Hace unos días me puse a curiosear en el Facebook mientras me tomaba un café después de comer, y me quedé helada cuando vi una foto de mi amigo Toni y debajo un “hasta siempre, amigo”. Y una foto de sus manos, y un vídeo en el que sale tocando un piano, que era lo suyo.

Las manos de Toni

No me lo podía creer, debía tratarse de un error. Hice un par de llamadas hasta que di con alguien que me dijo que Toni se fue de repente, sin sufrir, sin meter ruido, como era él.

Sarah Hill, Antonio García Flores y yo

Antonio García Flores, “Toni Flowers”, trabajó con artistas como Alejandro Sanz o Fran Perea, aunque yo tuve el honor de conocerle como teclista de Los Hobbies y del grupo Cadillac. Pero nunca presumía, nunca hacía alarde de una gloria que también era suya. En el siguiente vídeo le vemos acompañando al grupo Cadillac.


Músico excepcional, era de los pocos pianistas a los que he visto hacer con las teclas lo que la daba la gana, y lo hacía bien. El rato antes de cada actuación le gustaba “hacer dedos” para ofrecer su mejor trabajo, que siempre era bueno. Y si era un gran músico, era mejor persona. Nunca dejaba de alegrarse de los éxitos de los demás y nunca dejaba de tener una palabra de ánimo si las cosas iban mal, siempre con una sonrisa en su rostro, siempre amigo.


Y el día de su despedida quise decir ese algo especial, pero no encontraba las palabras para describir a una persona que ha dejado el listón demasiado alto. Nos hemos quedado huérfanos, se nos fue alguien con el corazón demasiado grande. Solo espero que Dios, que tanta prisa se ha dado en quitárnoslo que, al menos, le dé el mejor sitio en el Cielo. Toni, te queremos.

Nota: las fotos y los vídeos que figuran en este post son cortesía de José María Guzmán, Eduardo Ramírez y Yolanda Pérez.

jueves, 26 de marzo de 2015

Tres días

En fin, el trabajo al que opté semanas atrás se lo dieron a otra persona y, por primera vez en mucho tiempo, fue una asignación justa, aunque claro, me hubiera gustado que contaran también conmigo.

Sigo la búsqueda de empleo. Las ofertas se repiten día tras día, semana tras semana… No salen cosas nuevas. Suena una llamada: me ofrecen un trabajo de un día para sustituir a una chica que se toma unas vacaciones aprovechando un puente. Ese día luego serán tres por motivos familiares de esa persona.

Esos tres días me están sirviendo para refrescar aspectos importantes de mi experiencia de cara a trabajar en una oficina, y también, por qué no decirlo, pulir aspectos en los que estoy verde, y no porque algo se me dé rematadamente mal, sino porque al no haber trabajo una se oxida.

Pero, por el hecho de insistir en que son tres días, no quiero que parezca que hay por mi parte sarcasmo de algún tipo. Antes bien, hay gratitud porque he tenido la suerte de ir a parar a un sitio con buen ambiente y al que no se tarda mucho en llegar.

Si insisto en que son tres días es porque, desgraciadamente, no falta quien no se da cuenta que, el que sean pocos días de trabajo remunerado, forma parte de la realidad de aquellos cuya ocupación consiste en buscar trabajo de manera gratuita. Y si, ni siquiera te dan esos tres días, lo más probable es que te digan “¿tú estás buscando?”

lunes, 2 de marzo de 2015

Tristeza

Ya sé que tengo abandonado este blog. En realidad no es así, sino que escribo muchas cosas que al final no me decido a publicar porque no se puede decir todo lo que se piensa.

Llevo dos meses que han sido algo diferentes a los anteriores porque he tenido que ayudar a mi madre a hacer unas gestiones que nos han llevado a las dos de un lado para otro. Si no fuera por eso, mis días hubieran sido todos iguales a los meses anteriores. Pero el jueves, algo cambió.

Nada más pasar el control de seguridad de un destartalado edificio, me sonó el teléfono. Pensé que sería mi madre para pedirme que llevara el pan para comer, pero me llamaban para una oferta de empleo.

Después de la sorpresa inicial, analicé la situación. De momento, solo era una entrevista, aún no era una oferta en firme, pero la perspectiva de las cosas ya era algo diferente. Una entrevista que podía ser el principio de un cambio en mi vida.

Pero no pude evitar pensar en la otra cara de la moneda. En milésimas de segundos, me acordé de mucha gente. Me acordé de todos esos que me dieron la espalda y me dejaron esperando una llamada que nunca se produjo o un email que nunca llegó. Esos fueron los primeros en hacer leña del árbol caído porque siempre resulta más cómodo que derrumbar el árbol cuando está agarrado a la tierra. Una forma de sentirse fuertes cuando, en realidad, no lo son.

La entrevista tuvo lugar el viernes y, si no me vuelven a llamar, nada pierdo porque nada tengo. Si lo consigo supongo que me saldrán amigos donde no los tenía, primos que no sabía que existían y personas que en su momento se tomaron la libertad de decirme lo que tenía que hacer con mi vida, cuando en las suyas había mucho más que arreglar… Esos serán los primeros que se pondrán para la foto, justo después de hacer un lavado rápido a sus conciencias.

Yo sé que, ante la posibilidad de un trabajo, quizás debería estar pegando botes de alegría, pero no es así. Quizás debería terminar estas líneas con una frase grandilocuente pero no me sale. Solo se me ocurre decir una cosa: tristeza.


domingo, 25 de enero de 2015

Gripe


No sé cuánto tiempo he estado fuera de combate por la gripe. Me han dolido los oídos, la garganta y la nariz me la he dejado en los pañuelos de papel. Ya no hablo de los dolores musculares y de que me ha costado entender lo que he leído, si no me he dormido antes.

Todo empezó hace unas dos semanas, cuando fui con el portátil a un local con wifi. Fue fulminante. De pronto, sentí como que me derretía, bajé la tapa del portátil sin apagarlo y me fui.


Estaba lloviendo y eso empeoró las cosas, no podía esperar a que escampara y a la lluvia no le daba la gana de irse.


Fui rápida y al día siguiente acudí a la farmacia a comprarme alguna medicina mágica que me hiciera sentirme mejor. Y así ha sido, pero al precio de andar dormida no solo en las noches y de haber fastidiado mi plan de cine porque, a ver, con lo que cuesta la entrada no era cosa de quedarse dormida en la butaca.


Me siento mejor, y hoy he vuelto al lugar del crimen a disfrutar de un café mientras leo un par de cosas para poner en marcha otra vez los otros blogs.


Todavía toso algo y sigo un poco gili, pero me encuentro bien (por si acaso lo digo bajito). Hoy me recogeré pronto. Buenas noches.


martes, 6 de enero de 2015

El roscón de reyes


Tengo que confesar que llevo arrastrando una frustración desde la más tierna infancia: nunca me ha tocado la sorpresa del roscón. Siempre le toca a otro, si es un adorno de mujer, a un hombre; si es un trenecito, a una mujer. Casi siempre le toca a mi madre.

Un año llevé mi desesperación a tal extremo que decidí comprarme un roscón para mí sola, de esa manera, la sorpresa me tocaba sí o sí. Y era de los grandes porque, en aquel entonces, te decían en la tienda que el pequeño no llevaba sorpresa (seguro que era para vender uno más caro).

Me comí el roscón sin prisa pero sin pausa, y conseguí ventilarlo en dos días. Cuando solo me quedaban dos trozos, el mío y el mío, y la sorpresa no había salido aún, llegó mi madre y me dice “uy, qué rico”. ¿Cómo le iba a decir que no?

No recuerdo que aquel estúpido roscón llevara haba, pero sí una sorpresa como la que le tocó hoy a mi madre, una gnoma de los bosques. El haba del roscón de hoy me ha tocado a mí, igual que otras veces.