jueves, 17 de junio de 2010

La montaña rusa

Ya sé que es un tópico lo que voy a decir pero la vida es como una montaña rusa: ahora subes, ahora bajas, ahora das la curva y, finalmente, disfrutas de un final casi brusco. Entonces piensas si te subes otra vez o no.


Lo digo porque mi vida ahora es así: después de pasar un fin de semana increíble, me encuentro con lo peor que le pueden decir al dueño de un perro; empiezo a comerme el tarro sobre esto y, cuando voy a recoger el sueldo con diecisiete días de retraso, me voy con las manos vacías y me veo llamando a mi abogado, que ya se ha convertido en mi primo de Zumosol. Desde luego, no es el mejor momento para pelearme por mis derechos, pero no lo he elegido yo. Y es que son muchos (demasiados quizás) los que se aprovechan de la necesidad de la gente en unos momentos tan difíciles para jugar con los trabajadores, y como cuentan con que la gente no va a quejarse, entonces ya hacen lo que les da la gana. Qué sensación más extraña, no sé si sabré describirla: es como si el carro de la montaña rusa diera vueltas y tú no puedes prever para dónde va a tirar ni cuándo va a parar. Y yo sólo necesito un poco de sosiego.

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