domingo, 5 de septiembre de 2010

Francamente querida, me importa un bledo

Cuando se divorciaron mis padres lo pasé fatal, no porque se rompiera una relación que ya no tenía sentido sino por toda la gentuza que se estuvo entrometiendo y dando su opinión donde tenían que haberse quedado callados. Por aquel entonces yo tenía casi 30 años. Casi sin darme cuenta, cogí la costumbre de ir al cine cada vez que tenía un disgusto, por lo que el cine se convirtió en mi terapia y luego en afición. Durante seis años fuí al cine tantas veces que llegué a ver más de 160 películas en todo ese tiempo. Ví absolutamente de todo: románticas, de acción, comedias, musicales..., incluso dibujos animados. Algunas películas llegué a verlas hasta cinco veces (sino recuerdo mal, eran películas con Hugh Grant). Cogí el hábito de leer revistas de cine y de leer todo lo que pudiera sobre el asunto. Incluso estuve a un paso de trabajar en una librería especializada en el tema.


Hace unos días leí en Internet que se han hecho donaciones para restaurar los vestidos que utilizó Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó. Son unos trajes que no se han conservado bien por las condiciones en que se han guardado. ¡Y que ya han pasado más de setenta años desde que se usaron! Se emplearon a las mejores modistas para hacer aquella ropa, incluidos corsés, que fueron elaborados tal y como se hacían en la época que refleja la trama, la Guerra de Secesión Americana. De lo que no se habla tanto es de los trajes que llevó Clark Gable: está claro que su vestuario no era tan espectacular como el de su compañera de reparto. El actor optó porque se lo elaborara su propio sastre.


Vaya, me he ido por las ramas. A lo que iba. El cine es una forma de tener experiencia sin tenerla, de olvidarte de los problemas, de pasar el rato, de ser feliz por unas horas... Me ha enseñado a darle valor a cosas que antes para mí no lo tenían, y he aprendido actitudes de personajes que he lamentado no haberme encontrado en la vida real. Mi antes y mi después de tanta película es que si antes me decían algo que me podía molestar, me molestaba; ahora, lo más probable que conteste es aquella célebre frase que dijo Rhett Butler en Lo que el viento se llevó: "Francamente querida, me importa un bledo".


1 comentario:

  1. Me parece una muy buena respuesta ;) Lo que el viento se llevó es una de mis películas favoritas.

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