jueves, 27 de enero de 2011

El hombre del tiempo

Siempre hubo más hombres que mujeres diciendo el parte meteorológico, quizás por eso se quedó la expresión "el hombre del tiempo", aunque sea una mujer la que salga en pantalla hablando. Esto viene a cuento porque estos días que paso en casa más tiempo porque aún no tengo trabajo -y porque hace un frío espantoso- escucho la predicción meteorológica con más frecuencia que antes, como si por el hecho de oírla hiciera un poquito más de calor. Un telediario tras otro, oigo al hombre del tiempo hablar de las isobaras, de las p.... nubes, de la lluvia, de los frentes fríos... Nunca entiendo nada de nada, pero todas las personas que se dedican a esta labor tienen algo en común: todos hablan muuuuuy rápido. ¿Alguien les entiende? ¿De qué sirve un servicio tan necesario si a lo mejor no se entera ni la persona que lo está dando?

Pero no siempre fue así...

lunes, 17 de enero de 2011

En busca del trabajo perdido

Demasiado tranquila estoy yo para haberme quedado en el paro hace una semana, aunque quizás por eso ya tengo dos entrevistas, una hoy y otra el miércoles. La de hoy es para teleoperadora (sólo espero que no sea ventas). La del miércoles es para trabajar de cajera en un supermercado donde ya estuve hace años. En principio me apetece más la del supermercado, por aquello de la estabilidad, pero me ha empezado un hormigueo muy inoportuno en la mano derecha…

En cualquier caso, y sin querer dejarme llevar por un falso optimismo, tengo la sensación de que volveré a trabajar pronto. Nada más llegar a casa el mismo día que perdí mi último trabajo, me puse a echar curriculums por internet y algunos los he entregado en mano, con el consiguiente sufrimiento para los pies. De los que envío por internet, tengo la morbosa costumbre de guardar el acuse de recibo para llevar el cómputo de cuántas solicitudes de empleo envío hasta que consigo trabajar de nuevo. Toooodos los días, tres o más veces me siento ante mi ordenador sólo para buscar trabajo. Si cuando salgo a la calle veo una ETT o una empresa donde pueda dejar mi curriculum, ahí se queda; siempre llevo unos cuantos conmigo por si acaso. Lo más chungo es que siempre tengo que ir a todos los sitios con la mejor de mis sonrisas para caer simpática a gente que a lo mejor no vuelvo a ver en mi vida, pero que me pueden abrir una puerta. Pero es que la única forma de conseguir algo es ir en plan rodillo ruso.

A propósito de rodillos, supongo que utilizarían alguno para hacer la empanada de pollo que me compré en un sitio donde entré a dejar mi cv: estaba buenísima.


martes, 4 de enero de 2011

Un sinvivir

Cuando entré a trabajar donde estoy nos dijeron que estaríamos hasta mediados de noviembre, a mediados de noviembre nos dijeron que hasta primeros de diciembre, a primeros de diciembre que estaríamos todo el mes. A finales de diciembre se vio que la cosa daba para más, pero ya no mucho. Lo cierto es que en Navidad hicimos una porra para ver qué día nos íbamos; era una forma de quitarle hierro al asunto, al hecho de que nos quedamos otra vez en el paro. Poco después “se supo” que sería el día cuatro: la noche del tres al cuatro me costó dormir y eché mano de la valeriana… Pues resulta que no: una jefa nos dijo que estamos hasta el día diez, y un rato después otro jefe nos dice que hasta el siete. Si estamos más días, por pocos que sean, mejor, está claro; pero al mismo tiempo es un sinvivir.

Ayer dejé mi curriculum en una pizzería. Hoy fui a un supermercado para echar una instancia para cajera: no se está mal, ya he trabajado en eso dos veces y no me disgustó. También eché una solicitud en una hamburguesería: mientras gusten las patatas fritas y las hamburguesas tampoco puede faltar trabajo. Sólo espero que tanta tensión revierta en algo positivo.