domingo, 21 de agosto de 2011

JMJ


A mí no me ha molestado la visita del Papa a Madrid: pienso que la religión es importante porque es lo único que tiene mucha gente; es más, yo rezo de vez en cuando, aunque tengo que reconocer que no voy a la iglesia. Pero sí hay varias cosas que me han molestado: el billete de Metro me lo subieron de 1€ a 1,50 para que los peregrinos que han venido a las JMJ tengan que pagar sólo 0,50€; también me ha molestado que los menús de 7-8€, que a veces encuentro-encontraba en el Centro de Madrid, los tengo ahora a 10€. Para salir al paso, he ido a alguna hamburguesería, y veo que a los peregrinos les atienden antes. Y cuando se vayan, todos los precios que han subido los mantendrán ¿dónde los han bajado después de haberlos subido? Y bueno, una última cosa: a Madrid vienen muchos Jefes de Estado, en este caso -además- espiritual, pero ¿cuántos vienen con un millón de personas que no paran de gritar por todas partes? (dentro de los pasillos del Metro, por ejemplo). Yo hubiera echado de menos un poco más de silencio después de lo que ha costado la visita. No pido que el Papa no regrese, sólo pido que se sea un poco más prudentes con los gastos en una época de crisis.

sábado, 6 de agosto de 2011

Cómo hemos cambiado

Hace unos días tuve ocasión de pasar unas pequeñas vacaciones con unos sobrinos. Ulises, de 11 años, es un gran conversador; Darío, de 5 y ahijado mío, es muy cariñoso: se pasó casi todo el tiempo diciéndome “tía, te quiero mucho”. Micaela cumplirá 2 añitos a finales de septiembre y es una mandona. Aitana tiene 2 años y medio y es muy tímida, pero después de un rato se acerca a la gente. Pero el que más me ha llamado la atención fue Darío ¿y por qué? Porque es quien me ha hecho ver lo que puede cambiar una persona con las desilusiones de la vida. Si subíamos a un trenecito y veía una niña comiéndose unas patatas no tenía problema en pedirle una; si veía a unos niños jugando en el parque se acercaba y les preguntaba si podía jugar…


Darío no tenía ningún inconveniente en tomar la iniciativa si quería algo, y no tenía miedo al no. Esa actitud la he perdido hace mucho tiempo; hay cosas, muchas cosas que me pierdo por miedo al no, por miedo al rechazo. Y lo mismo no me corto un pelo en lo referente al trabajo, pero a la hora de tratar con la gente, hay veces que prefiero quedarme sola a llevarme una desilusión. Ojalá Darío no cambie nunca.