sábado, 24 de diciembre de 2016

Luces de Navidad

Por fin llegó la noche más temida del año. Marisco, consomé, cordero o pavo, turrones, chocolate, villancicos, regalos, y paz y felicidad para todos.... ¿Para todos?

Ayer acompañé a mi madre al hospital para hacerse una radiografía del codo. Mientras esperábamos en un pasillo a que la atendieran, pasó por delante una chica a la que no le vi la cara porque estaba hablando por teléfono. No paraba de llorar y de decir "me han dicho que tengo leucemia". Cuando se alejaba, vi que tenía una cabellera preciosa, y que seguramente no tardaría en perder. Iba sola, menos mal que le cogieron el teléfono cuando llamó a alguien para desahogar su angustia.

Dejé volar el pensamiento y me acordé no solo de los enfermos, sino también de los niños que viven en países asolados por la guerra, de los desplazados que huyen con sus hijos muertos en brazos, de los heridos por alguien a quien no conocen, de los padres que solo pueden coger de la mano a sus hijos para que se sientan mejor, de los soldados que ya no entienden qué hacen en el frente, de los hombres que cambian un reloj de marca por una botella de agua, de los muertos que están insepultos, de los hospitales bombardeados para rematar a los que están allí, de la gente que muere de hambre o de los que están solos. ¿Qué pasa con ellos?

Sólo espero que esta noche, cuando estéis comiendo marisco, turrones o abriendo los regalos, que las luces de Navidad no deslumbren vuestro pensamiento y que, por lo menos, dediquéis a todas esas personas un pensamiento con el corazón. No es mucho pedir. Feliz Navidad.



jueves, 8 de diciembre de 2016

Un poso de tristeza

Cuando empezó este año, en uno de tantos brindis dije "2016 va a ser mi año", aunque en realidad pensaba que iba a ser igual de gris que los cuatro años anteriores. Y, a decir verdad, 2016 ha sido un año bueno, a pesar de los problemas que nunca faltan.

Los que tampoco han faltado han sido aquellos que insisten en empañar los buenos momentos, los que no se quedan contentos si no dejan su mierdecita en la felicidad de los demás. Me recuerdan a esas fieras que, al verse heridas de muerte, reaccionan dando golpes a diestro y siniestro, aunque en este caso son personas que dan zarpazos en el alma de los otros, porque saben que no van a poder impedir la felicidad ajena ni saben disfrutar de lo que tienen, y de alguna forma quieren empañar esa felicidad.

Ya estoy deseando que se acabe el mes porque se promete agitado. Sé que si 2016 fue bueno, 2017 será mejor. Pero no puedo evitar un poso de tristeza, pues no encuentro alegría en las personas de las que más cabía esperarla.

martes, 22 de noviembre de 2016

Entre las páginas de un libro

Esta mañana, cuando bajé a comprar el pan, vi que se habían caído pétalos de flores en el patio. Aquello me recordó de cuando aún me compraba libros con cierta frecuencia: me gustaba poner dentro pétalos de rosas o una ramita de alguna planta.

También me acordé que le dejé un libro a un amigo que estaba económicamente peor que yo. El ejemplar no lo volví a ver aunque, bien mirado, me hizo un favor, porque era una auténtica mierda. Lo que me molestó realmente fue que, al abrir aquellas páginas, encontró un pétalo de rosa y lo tiró, como si fuera una porquería cualquiera y como si el libro fuese suyo.

Hace tiempo que ya no hablo con aquel individuo, en parte porque teníamos criterios muy diferentes sobre el conocimiento. Él estudió Filosofía, y eso le hacía creerse por encima del resto de los mortales, y no se cohibía en hablar con asco de la Historia. Está claro que me faltó reflejos con él. Cuando tiró el pétalo debí decirle cuatro cosas, coger mi manual y salir corriendo. ¿Qué derecho tenía él en tirar algo que ya formaba parte de aquel tocho, algo que, al fin y al cabo, yo decidí poner ahí para que hubiera algo hermoso entre las páginas de un texto espantoso?

Ahora, casi siempre leo en una tablet o en el ordenador, más que nada por una cuestión de espacio. No puedo meter flores o ramitas de plantas, pero elijo fondos de escritorio bonitos, que signifiquen algo para mí. Esos no los podrán quitar. Aunque, quién sabe...


lunes, 19 de septiembre de 2016

En la parada del bus

Como en mi casa no ha funcionado el aire acondicionado durante el verano, muchas veces he ido a una cafetería para trabajar con el portátil mientras me tomaba unos cafés. Se está bien: antes los escritores iban con su bolígrafo y unas hoja, ahora ya van con su portátil.


Una noche, cuando di por terminado mi trabajo, fui a la parada del bus para regresar a casa. Me quedé de pie al lado de un chico chino, que a su vez estaba sentado junto a una señora que tenía a su izquierda a una pareja de filipinos. Cuando la señora se dio cuenta que los que estábamos a su alrededor llevábamos un smartphone, se puso a hablar con los filipinos como si le estuvieran prestando atención. Decía que esa misma mañana había hablado con una chica filipina muy lista ("los filipinos son muy listos") a la que preguntó si sabía en qué año llegó Cristóbal Colón a América, y que la chica en seguida miró en el móvil y le dijo que 1492.

Como los filipinos no le hacían caso porque estaban "ocupados", la mujer se puso a hablar con el chino. Y le empezó a contar que "ahora los chicos jóvenes no sabe algo y lo miran en el teléfono". La mujer le preguntó en qué trabajaba y el chico se puso a sonreír. La otra siguió preguntándole todo tipo de cosas como si tuviera derecho a ello. "Oye, tú tienes la EGB ¿no?". Yo estaba indignada. ¿Por qué daba por sentado que el chico se había quedado en la EGB? ¿Porque era chino?


La señora debía creerse un pozo de sabiduría, porque empezó a contarle al chino que Cristóbal Colón se embarcó en una de las carabelas y que descubrió América porque, en realidad, no iba a América sino que iba a buscar China y en el camino se encontró con América.

El joven chino estaba partiéndose de risa, no sé si porque se enteraba de todo o porque no se enteraba de nada. Yo no dije nada porque la mujer en ningún momento se dirigió a mí, pero me quedé con las ganas de pegarle un buen corte. ¡Y encima no entendía que nadie le prestara atención! Por si acaso, al subir al bus, me fui al fondo, en la parte donde se pueden apoyar los pies.


Reconozco que me quedé rabiando y con ganas de decirle cuatro cosas a la tipa esa, pero otra vez será. Desde luego, las paradas del bus dan para mucho.

jueves, 25 de agosto de 2016

Puajjjj, qué asco

Mira que hay gente guarra. Hace unos días, al salir del trabajo (sí, estoy trabajando), vi cómo se iba delante de mis narices uno de los buses que, por la época del año que es, tienen una frecuencia indecente. Llegué a la parada y, con una aplicación del móvil, vi cuándo llegaba el siguiente. Derrotada al ver que aún iba a tardar 57 minutos (y eso si iba, porque a veces parece que los buses son abducidos) me dejé caer sobre el cristal de la marquesina. De pronto, noté en mi brazo algo pegajoso y, en mi inocencia, pensé que habría fiestas o alguna actuación y que aquello sería pegamento de algún cartel caído antes de tiempo.

Me puse firmes y miré al cristal... Para qué tuve que mirar, si por algo dicen que la curiosidad mató al gato, en este caso de asco. Había un escupitajo pegado al cristal a modo de masa traslúcida que se había derretido un poco y que fue escurriéndose por el cristal hasta que paró cual lava volcánica (hubiera preferido la lava).

En cuanto llegué a casa me enjaboné el brazo bien enjabonado, y después de enjuagarme, vacié un bote de alcohol dándole a mi brazo un brillo momentáneo y un olor aséptico. Ahora, la pregunta es: ¿quién puede ser tan cerdo o cerda para dejar expuestas semejantes manifestaciones guturales a la vista de los viajeros desesperados? Encima yo, que por mi estatura no llego a ninguna parte, esta vez llegué al pollo y la impresión se me quedó incrustada en la piel y en el cerebro.

En fin, como me dijo mi madre "a ver si tienes más cuidado lo próxima vez, y tampoco te sientes en el banco de la marquesina, porque una vez se te quedó pegado un chicle rosado a unos vaqueros que estabas estrenando".


lunes, 1 de agosto de 2016

Por encima del hombro

Entre el grupo de personas a las que conozco, hay alguien que tiene una profesión diferente a la que me dedico yo. Solo voy a decir que es una profesión bonita, pero eso le hace creerse con derecho a pasar a mi lado como si yo no estuviera. También hay una persona que trabaja en algo más duro, y cada vez que me ve, no desaprovecha la ocasión de soltarme un sarcasmo, como si el hecho de estudiar lo que puedo para cuando me salga un trabajo, que no significara nada.

Pero la suerte de la gente puede cambiar, la mía por ejemplo. En el momento de escribir estas líneas, puedo decir que he trabajado un mes en una empresa, y estoy muy agradecida porque me han tratado como una persona más, no como el último mono. Además, he aprendido muchas cosas que me pueden servir para nuevos trabajos. Y ahora me han contratado un mes para otro.

Confío en que todo esto sea el principio de una buena racha, que ya me toca. A mucho nos cuesta sentirnos personas sin un trabajo, pero lo somos. Y cuando lo tenemos nos sentimos más fuertes que nadie, y nadie se atreve a mirarnos por encima del hombro.

lunes, 27 de junio de 2016

Recortes

Desde hace tiempo, cuando reviso las webs de empleo en las que estoy apuntada, veo en las ofertas a las que envío mi curriculum que éste figura como recibido, mejor aún si doy el paso a inscrito, y si lo veo como preseleccionado me siento en la gloria. Y solo por ello ya no me atrevo a irme de vacaciones y creo que merece la pena. Pero ha ganado las elecciones el Partido Popular, el único partido que antes de las elecciones anunció recortes.

Hace seis años envié el curriculum a dos ofertas de empleo para poder trabajar en algo relacionado con Archivos Históricos. Un día vi mi candidatura como seleccionada pero no me habían llamado. Acababa de examinarme de las oposiciones para profesor de E.S.O. y Bachillerato, y pensé que por la preocupación se me pudo pasar alguna llamada o algún correo electrónico. Localicé la empresa que se ocupaba de la selección y me dijeron que, si figuraba como seleccionada es que me habían seleccionado pero, si no me llamaron, fue porque el proyecto se vino abajo por los recortes. Nunca había llorado tanto al perder un trabajo así.

Como dije antes, ha ganado las elecciones el Partido Popular, el único partido que antes de las elecciones anunció recortes. Mi pregunta es ¿de dónde piensan recortar ahora?




viernes, 10 de junio de 2016

A great day's night

He tardado en escribir unas líneas sobre el gran acontecimiento musical de los últimos días. Mis colegas blogueros han escrito mucho y muy bueno. Pero siempre hay algo o alguien que te empuja a hacerlo... Pasa que yo también estuve en el Vicente Calderón el 2 de junio de 2016. ¿El motivo? Pues cuál va a ser el motivo: Paul McCartney, recuerdo vivo de The Beatles (con permiso de Ringo Starr).


Como suele ocurrir en estos casos, el anuncio de la actuación de Sir Paul en Madrid me pilla sin un miserable euro para las entradas, pero a veces mi madre tiene unos prontos que flipo: me invitó para celebrar mis 50 años y sus 80. Y fue grandioso.

Yo ya tuve la suerte de verlo en Madrid en 1989, pero mi madre nunca había visto una cosa así: 45.000 personas cantando al ritmo de Obladi-Oblada, disfrutando de los fuegos artificiales de Live and let die y bailando con Can't buy me love.


Cantó My Valentine, dedicada a su actual esposa y presente en el estadio. Recordó a Linda, su primera mujer cuando sonó Maybe I'm amazed. También estuvieron presentes John y George cuando sonaron Here today y Something, con la que tocó un ukelele. Y, cómo no, nos emocionó a todos con Hey Jude y Yesterday, la canción más versionada en toda la historia (yo también tengo una versión).

Back in the U.R.S.S., nos hizo sentirnos como The fool on the hill, y todos pensamos que You won't see me aunque a quién no le hubiera gustado lo contrario y subir al escenario para abrazar a Macca.


El público asistente estaba más que contento. Paul McCartney nos hizo felices el día del concierto, que disfruté en la mejor de las compañías, mi madre: imposible sentirse como Elanor Rigby.

Fueron más de cuarenta canciones que nos hicieron cantar, bailar, soñar..., y así seguirá siendo durante mucho tiempo. Gracias Paul por hacernos un poco más felices. ¡Hasta la próxima, Sir Tronco! Y en el estadio de mis amores, le pese a quien le pese.


domingo, 29 de mayo de 2016

Otro año será

Acabo de enterarme que el Aleti de mis amores ha perdido la Champions. Ganó el Real Madrid; no es que lo critique, pero a Ramos le perdonaron una roja, amén del gol que metió estando fuera de juego. Hasta yo gano un partido jugando de esa manera.

En fin, no sé por qué me preocupo tanto, pero me hubiera gustado una alegría. Gracias Aleti, sois auténticos.


martes, 17 de mayo de 2016

Nancy

Me acabo de enterar que se ha muerto mi amiga Nancy, una bellísima persona. Siento que estoy hablando de ella como si aún siguiera viva, pero todavía me cuesta creerlo. Es una de esas personas que parece que no se van a morir nunca hasta que ocurre.

Mi madre la conoció cuando Nancy hizo un viaje de estudios a España en los años 50 y desde entonces perdura la amistad. Más adelante, se encontraron en el Perú en los años 70, y luego en España otra vez en los años 90. La crisis me impidió encontrarme con ella en los Estados Unidos hace cuatro años, pero durante mucho tiempo mantuve el sueño de poder visitarla en su casa y hacer una barbacoa con ella y sus amigos,  y hablar del gazpacho, del pisto y del Quijote. Porque Nancy, a pesar de ser una mujer muy sencilla, era una erudita de la Literatura Hispánica, llegando a publicar con el nombre de Anna Wayne Ashhurst.

Las circunstancias de su nacimiento fueron peculiares: fue hija póstuma del Dr. Ashhurst, que sirvió como médico cirujano en la batalla de Verdún (1916). Y cumplió su sueño de casarse; el afortunado fue el señor Ronald Gerber, aunque la felicidad duró apenas diez años, pues una enfermedad pulmonar acabó con la vida de Ronald. Al señor Gerber le faltó el canto de un dólar para ir al frente en Vietnam: le enviaron a Alemania por saber tocar la trompeta; se pasó la mili dando gracias a Dios. Es curioso que la guerra estuviera presente de esa forma en la vida de Nancy, una mujer tan pacífica.

Como dijeron los Beatles, Aunque sé que nunca perderé el afecto por las personas y cosas que se fueron antes, sé que a menudo pararé y pensaré en ellas. Cómo olvidarte Nancy.


viernes, 6 de mayo de 2016

Pan y circo

Hace unos días, no sé qué miembro del gobierno en disfunción anunció unas ayudas para los parados. Va dirigido a desempleados entre 30 y 55 años, y están destinados 129 millones, supongo que de euros. Comienza en julio de 2016. Suponiendo que los solicitantes tengan los requisitos ¿de qué se vive mientras tanto? Todo esto por no hablar de ir restando posibilidades por otros condicionantes.


Luego hay algo de que se prevé un ahorro de unos 5.500 millones en los gastos por desempleo. ¿Cómo pueden pensar en ahorro con todos los parados que hay? ¿Por qué no lo ahorran de otra cosa? Y una vez que se agote la prestación después de dos años, hay que estar trabajando un año para volver a percibir algo. ¡Pero si se pide la ayuda es porque no hay trabajo porque no se quiere crear!


Lo más alucinante es que Rajoy aspira a otro mandato, a eso se le llama tener confianza, basada en aquello de divide y vencerás. Pero se ve que no conoce aquello de pan y circo porque las medidas que se han tomado nunca han sido lo suficientes dado que según se ha construido por un lado, se ha destruido por otro a mayor velocidad.

No tengo ni idea de lo que va a pasar en junio, pero pobre del que gane porque no lo va a tener fácil. Eso sí, están dando un buen espectáculo.

sábado, 30 de abril de 2016

Payasa


Cuando yo era niña, una de las cosas que más hablábamos los compañeros del colegio era lo que queríamos ser de mayores: unos querían ser médicos, otros veterinarios, otros queríamos ser payasos... Personalmente, yo no tenía ninguna gracia. Luego pensé en ser química, bailarina, botánica, periodista, tenista..., hasta que acabé estudiando Historia.

Hace unos días recordé mi antigua vocación circense cuando fui al hospital a quitarme los puntos de mi reciente intervención quirúrgica. Tuve que pegar un madrugón horrible y no tuve tiempo de tomarme un café antes de ir: me equivoqué en la hora de la cita y llegamos solo cinco minutos antes.

Supongo que a primera hora de la mañana, sin café y sin maquillaje que me tape la cara, tengo una expresión un tanto especial, y se ve que cómica. Mi madre y yo nos sentamos en el pasillo, en unos bancos que había cerca de la consulta; en frente, una pareja. En seguida, me di cuenta que me miraban de arriba a abajo, y empezaban a hablarse al oído, y a mirarme otra vez. Luego ella le enseñó a su chorbo algo que había escrito en el móvil y volvió a mirarme, y a reírse. Yo hice como que no me di cuenta pero me molestó.

Fue cuando recordé que quise ser payasa. Normalmente, una cosa así me resbala pero esta vez me sentó mal, quizás porque aún me sentía mal por la operación. No me importa ser la causa de la risa, pero si se ríen conmigo, no de mí. Y me molestó más, si cabe, por haber de por medio un problema de salud.

En fin. No seré nunca payasa, pero esa tipeja será siempre una gilipollas.

miércoles, 20 de abril de 2016

Lo mejor está por llegar

Esta vez me tocó a mí. El pasado día 13 de abril ingresé en el Hospital Universitario de La Paz, en Madrid, para extirparme ese mismo día un bulto que tenía en la garganta. Como parece que se trata de un problema de tiroides, me quitaron una parte de la misma y el bulto, claro.

Me trataron estupendamente. Contestaron a todas las preguntas que les hice y quizás por eso me durmieron tan rápido. Lo último que recuerdo antes de dormirme era un "tu-tu, tu-tu, tu-tu" que salía de una máquina; lo siguiente una habitación enorme donde había un montón de gente con un montón de cables alrededor, agujas clavadas en el brazo, y no sé cuántas cosas más.

No sé cuántas horas estuve en esa estancia, pero sí que no tardé en ir a planta, donde sólo pasé una noche: al día siguiente de la intervención me fui a casa a recuperarme de mi experiencia. Se trataba de mi primera hospitalización, mi primera anestesia general y mi primera intubación. Parece que me estoy recuperando bien y no hay dolor.

Ahora tengo que estar el tiempo que pueda sin levantar la voz, o por lo menos hasta que los médicos me lo digan. Poco a poco, pero lo mejor está por llegar.

lunes, 11 de abril de 2016

Porque no quieres

Estoy a un paso de ser la alegría de la huerta, y todo por una chorrada, porque una idiota con trabajo se cree con derecho a opinar, cuando de mi vida no sabe nada...

Seguro que el que lea esto conoce a más de una persona desempleada de larga duración. A lo mejor él o ella es quien no tiene trabajo. Bien, se dice que las cosas están mejorando, me gustaría que fuera verdad, pero no creo que las piezas del puzzle se coloquen todas en su sitio de un día para otro.

No me cabe la menor duda de que la persona que me ha inspirado estas líneas, se reirá si digo que dedico varias horas al día a enviar mi curriculum a todas las ofertas de empleo adecuadas que me llegan al buzón de correo (no incluyo las de programador porque no sé); algunas de ellas ya han caducado cuando las abro aunque hayan llegado en ese mismo instante. También miro en las webs de empleo para asegurarme que no dejo ni una sola oferta sin responder. Voy a reuniones para consejos sobre búsqueda de empleo, pero me cuentan lo que ya sé. En una ocasión me hicieron firmar un papel donde me comprometía a buscar empleo, pero ellos no se comprometieron a dármelo: sólo oí buenas palabras. Por mi cuenta, intento formarme en cosas que me ayuden a encontrar trabajo.

Aquí engancho con el primer párrafo. ¿Qué es lo que más oigo? No trabajas porque no quieres, estás gorda porque no trabajas, si vas a la biblioteca no es lo mismo que trabajar, para qué sirve eso de los blogs, no haces nada. Estoy harta. Pero las cosas cambiarán y te tragarás eso que me has dicho.

domingo, 3 de abril de 2016

Un curso más

Un procedimiento más que manido para hacer creer a la gente que ha bajado el paro es dar cursos a los desempleados de forma que, mientras se esté haciendo, la persona que lo sufre oficialmente no está en el paro. Digo que lo sufre porque al principio hay mucha ilusión, pero luego uno va desinflándose porque, después de empaparse con el contenido del curso, se va viendo las expectativas reales de trabajo que hay al respecto.

En el Inem (perdón, Sepe) me han ofrecido ya varios y unos me han gustado pero otros no. Este año escolar he cogido uno por voluntad propia. Se trata de uno sobre digitalización, a ver si aprendiendo algo más sobre el procedimiento de una oficina tengo más posibilidades de contratación. Me ha costado el "módico" precio de 460 euros, cantidad que he podido pagar porque me han devuelto un dinero que me debían (práctica poco habitual).

Ya he terminado el curso y lo he aprobado. Pero no he podido coger más porque, los que me interesan piden como requisito estar trabajando (a lo mejor es que se busca que las empresas donde están esas personas que piden los cursos paguen una parte), y los que puedo coger tienen nombres espectaculares pero no me queda claro para qué sirven.

Tendré que buscar formación on-line para reciclarme o, simplemente, aprender más por mi cuenta. Los tiempos cambian constantemente, así que tenemos que formarnos con más rapidez que antes. Pero sería más interesante formarse con la práctica, con un trabajo, un trabajo que no llega. Recientemente Vargas Llosa dijo, "El mundo está hoy mejor". Será para usted.

viernes, 25 de marzo de 2016

Mucho mejor que hace un año

Muchas cosas han cambiado desde hace un año. En realidad desde más tiempo. Di con un servicio de odontología donde me están atendiendo estupendamente y eso siempre es un buen principio para cambiar la vida.

Pero no eran solamente mis piños los que tenía que cuidar, sino que tenía que mejorar mi situación en otras muchas cosas. Me he esforzado en eliminar frentes de malestar de forma que, aunque sigo sin trabajo, cada vez es más frecuente no dejarme llevar por los momentos de tensión. Para conseguirlo, he tenido que poner de mi parte, claro está, pero también he tenido que aprender mejor con quién voy. También leo lo que puedo. Una vez leí que aprender algo es lo más eficaz para combatir la tristeza, aunque lo de distinguir el grano de la paja lo he aprendido en la vida.

Y como me cuesta ponerme a caminar, ahora bailo. Bailo cuando no me ve nadie porque soy penosa. Todas las músicas las bailo igual, aunque marco bien el ritmo. Esto de bailar también tiene su motivo: entre un tobillo torcido y el roscón de reyes engordé suficientes kilos como para no querer decirlos. Ya he conseguido no asfixiarme cuando me meto en los pantalones.

Volviendo al tema de los dientes. Una vez me dijeron que iba a ser un proceso largo y penoso, pero estoy viendo que merece la pena. Y lo mejor es que si eres cliente de odontología, te hacen descuento para arreglarte los pies.

Bueno, voy a ver si encuentro torrijas light por algún sitio.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Algo que leí

Una de las ventajas que tienen las nuevas tecnologías es la cantidad de libros que puedes tener en tu casa ocupando mucho menos espacio de lo que ocupa uno solo de esos libros. Te los puedes llevar todos encima y decidir por el camino cuál lees y, cuando te cansas de leer, puedes oír un poco de música, ver una película o jugar al Candy Crush como hizo "aquella" en el Congreso de los Diputados. Otra de sus ventajas es la cantidad de árboles que con ello se salvan por no talarlos.


Pero no todo es perfecto. Esos libros carecen del romanticismo del soporte en papel, no puedes meter flores entre las páginas y no puedes recordar donde te has quedado con un billete de metro o un marca-páginas decorativo. Y si un día la tablet decide no cargarse más, reza para no haberte olvidado de sacar copias a todo.


Mientras veo cómo comprarme una nueva tablet (porque la mía reventó), revuelvo entre los cajones donde guardo mis viejos libros para elegir una lectura que llevarme al metro. Curioseo entre sus páginas y aspiro el olor de las hojas, encuentro papeles donde tomé notas y que ahora están amarillos, y revivo los recuerdos que me traen algunos fragmentos de la lectura. Y encuentro marcapáginas viejos. Cuando podía, elegía alguno que fuera bonito o, al menos, especial porque ya no volvía a utilizarlo en otro libro.


No creo que vaya a tardar mucho en comprarme una tablet nueva, no hace falta la más cara para tener algo con calidad pero, por más que la técnica esté evolucionando, dudo que llegue a inventarse algo hermoso para marcar mi paso por algo que leí.


martes, 19 de enero de 2016

Para qué estudiar

Estuve feliz durante unos días porque tuve una entrevista hace unas dos semanas; me ofrecieron un trabajo de mi agrado y con un sueldo justo. No me han cogido, pero se han tomado la molestia de llamarme para decírmelo, y el solo hecho de tener una entrevista es como que la cosa empieza a moverse.

Ese día llegué a casa y me entero que había empezado la nosécuánta edición del Gran Hermano VIP, que es como el Gran Hermano de los desconocidos, solo que para entrar en este tienes que ser "famoso". Los méritos para ser considerado famoso y entrar son variados. No hace falta que seas un actor decadente o un deportista con la carrera acabada. Algunos hay que han hecho algo, que no parece que se hayan limitado al famoseo barato: un presentador de televisión, una actriz y un Míster España. Viven básicamente de su imagen y es lógico que quieran explotarla. Los "méritos" de los otros concursantes son de muy diversa procedencia.

Uno de ellos es Julián Contreras Jr., hijo de Carmina Ordóñez (socialité) y Julián Contreras (cantautor), y nieto de Antonio Ordóñez, torero. Ha publicado un libro, pero no tiene profesión definida.

Otra que le ha pillado el tranquillo a lo del famoseo es Rosa Benito, cuñada o excuñada de Rocío Jurado, y colaboradora de televisión para programas de chismes sobre la vida íntima de cantantes, toreros y lo que se tercie.

Luego está Laura Matamoros, hija de Kiko Matamoros, que creo que es periodista y también colaborador de televisión para programas de chismes sobre la vida íntima de cantantes, toreros y lo que se tercie. De la chica no he conseguido enterarme a qué se dedica.

Sigue Javier Tudela, hermanastro de la anterior porque su madre, Makoke, está casada con el padre de la chica. Él no sé si es Ni-Ni o simplemente Ná de Ná. La madre, Makoke, también es colaboradora de televisión para programas de chismes sobre la vida íntima de cantantes, toreros y lo que se tercie.

No podía faltar Raquel Bollo, exmujer de Chiquetete, cantante, primo de Isabel Pantoja, también cantante y actualmente presidiaria. La Bollo también es colaboradora de televisión para programas de chismes sobre la vida íntima de cantantes, toreros y lo que se tercie.

La cosa empieza a variar un poquito (pero solo un poquito). En la casa de Gran Hermano VIP (qué VIP ni qué leches) ha entrado Sema, amiguííííííííííííííísimo de Isabel Pantoja hija, hija de Isabel Pantoja madre, prima de Chiquetete, exmarido de Raquel Bollo.

También aparece Rappel, adivino. Si se mete es porque ya sabe que va a ganar.

Sorpresa. Nos encontramos con una tal Liz Emiliano, que dice que es modelo. Hasta ahora no había oído hablar de ella.

¿Y quién es Belén Roca? Yo que pensaba que tenía que ver con los retretes y resulta que no: parece que es sobrina nieta en segundo grado de Camilo José Cela.

Una que tiene una jeta que no puede con ella es Carmen López, exconcejal de Ciudadanos. Pretendía irse a vivir a Estados Unidos y que el partido le pagara los vuelos desde Chicago para asistir a los plenos. ¿Qué vas a pretender ahora?

Otro profesional que no incluí al principio es un tal Julius, cocinero de Canal Cocina y alumno de Arguiñano. A ver, chaval. Tú sabes hacer algo. ¿Qué haces ahí?

En fin. No debería ser una sorpresa que todos estos personajes antes mencionados, conocidos o no para mí, estén participando en un programa de estas características, pero creo que no he sido la única en sorprenderme e indignarme más, si cabe, la presencia en tan insigne evento televisivo de Francisco Nicolás Gómez, más conocido como "el Pequeño Nicolás".

Creo que estudiaba en la Universidad cuando le trincaron hace dos años por una serie de movidas que podría resumirse con una palabra: corrupción. Es difícil resumir a lo que se dedicaba este muchacho en las clases extraescolares porque estaba metido en tal cantidad de tinglados y logró colarse por la cara en tal cantidad de actos oficiales que nadie se explica cómo le tomó el pelo a tanta gente un chico que se acerca a los veintidós años. Por cierto, no ha terminado la carrera y debe dinero de la matrícula, pero si le pagan los 250.000 euros que dice que le deben no tendrá ningún problema en cubrir los gastos que tiene pendientes.

Aquí es donde llego a la pregunta que tenía en mente desde hace un rato. ¿Para qué estudiar si parece que con ser un ladrón es suficiente? Tráfico de influencias, falsificación documental y estafa a la Hacienda Pública (a todos nosotros) figuran entre los méritos conocidos de este hombrecillo que siempre será conocido como el Pequeño Nicolás, y como recompensa a tan arduo trabajo recibe 3.000 euros al día, aunque no sé si le descontarán el tiempo que pretendía ausentarse los domingos para ir a misa.