miércoles, 31 de diciembre de 2014

El recuerdo de un libro

Cuando estaba en el instituto me mandaron leer las Cartas marruecas, de José Cadalso. Digo mandaron, porque hasta entonces, yo no sabía ni que existió ese hombre, y lo mismo no lo hubiera hecho por voluntad propia; no me pareció que aquello tuviera muy buena pinta. Pero el libro me gustó y de aquella lectura aprendí que hay cosas que, aunque una sociedad evolucione, siempre siguen ahí y no cambian: me refiero a ciertos matices de la estupidez humana.


Pasaron los años, y hace no mucho viví una circunstancia que me recordó el contenido de una de esas cartas. La busqué para dar fuerza a unas palabras que quería escribir, pero no la encontré, quizás mis recuerdos estaban difusos, quizás porque ya han pasado… suficientes años desde entonces. Quizás no era ese libro o ni siquiera ese autor, pero la idea sí era.


Luego pensé que no merecía la pena releer ese libro de cualquier manera solo para demostrarle a una persona que no es más que otros, eso es darle poder. Así que voy a seguir mi ritmo de vida habitual, a leer lo que me gusta y de la forma que me apetece, sin hacer caso a los que me dicen lo que tengo que hacer con mi vida ni a los que no me valoran porque no tengo lo que ellos, aunque sí me gustaría que en el año entrante mi vida sea un poquito mejor de lo que ha sido el año saliente, que ha sido una mierda (no pido perdón, no quiero).


En fin, se acaba el año y se acaba el café, tengo que dormir. Feliz 2015.


martes, 23 de diciembre de 2014

La magia de la Navidad


En fin, por fin llegó la época del año a la que tengo más miedo, las fiestas navideñas. Y es que, si me gusta que se acuerden de mí por mi cumpleaños, no me gusta que se acuerden de mí por Navidad. Parece que por el cumple siempre cabe algo de buen rollito y me disgusto si no se acuerdan de mí (yo si me acuerdo de los que no se acordaron de mí), pero en Navidad, da la impresión que se acuerdan de uno para tocarle las narices en la reunión para la que consiguen engancharte. No vale coger el móvil si alguien me llama para felicitarme las fechas, pero otros sí lo cogen; no vale faltar a la cena de Nochebuena ni al almuerzo de Navidad, pero otros sí pueden…

Ya sé que dije que no me gusta que se acuerden por mí en estas fechas, pero en realidad sí: me gustaría que se acuerden de mí todos esos que se olvidaron a lo largo del año, los que dijeron que llamarían y no lo hicieron, los que dijeron hablamos y me dejaron con la palabra en la boca, aquellos con los que –por el motivo que sea– tuve algún roce y nada se aclaró; también me gustaría tener el valor de ser yo la que llame, pero tengo miedo a que salga mal. Muchas veces me he preguntado cómo podía hacer para superar el malestar de esas situaciones, y cuando llegan estas fechas, parece que la magia de la Navidad puede arreglarlo todo.

En fin, ojalá pueda decir en el próximo post que algo se arregló. Mientras tanto, Feliz Navidad, lo digo de verdad.