sábado, 30 de julio de 2022

Ten cuidado con lo que pones

“Ten cuidado con lo que pones, a ver si lo van a leer”, me dice mi madre. “De eso se trata, mamá”, aunque no creo que las personas a las que me refiero lo lean, sencillamente porque no leen.

Ahora mismo ha llamado la señora a la que me refiero en el post anterior, para hablar dice. Creo que no tiene a nadie más que a mi madre para hablar porque esta señora no para, sino no se explica. Yo no he cogido el teléfono, pero me doy cuenta de que es ella porque a mi madre no le deja meter baza. ¿Se puede ser más egoísta? Ya colgó.

Este tipo de gente es la que, cuando les llamas tú, no tienen tiempo si no es para sacarte algo. Es como que se dan un tiempo para algo mientras tú te haces la ilusión de que les has caído bien y tienen interés en ti. En tus cosas diría yo: tus amigos, tu trabajo o tu lo que sea. Ahora mismo estoy pensando “a ver si mamá tiene razón y me leen”. Me cohíbo, no me atrevo a decir lo que pienso.

Estas personas son de ese tipo de ¿gente? que si no es el centro de atención de todo desbarata lo que sea, caiga quien caiga, les da igual, aunque echen a perder el mejor plan del mundo. Y lo hacen de una manera muy sibilina, como una serpiente que se arrastra y se te enrolla y te estrangula hasta que dejas de ser el centro de tu propio universo y pasas a ser el centro de una nada.

Ojalá consiguiera pasar de esa gente: a lo mejor hasta me atrevería a decir lo que pienso. Ya no veo las noticias, con lo mío tengo suficiente. Gracias a ti que me escuchas.

domingo, 10 de julio de 2022

Sentando cátedra

Yo creo que a mi madre le da miedo que conteste al ring del teléfono, y es porque tengo muy buena edad de no quedarme callada. Sabe que no me gustan algunas opiniones y que ya no disimulo si algo no va conmigo.

Sin ir más lejos, ayer llamó una mujer que más que hablar llama para monologar. Habla, habla y habla y en el milimétrico momento en que para haciéndole creer a mi madre que le importa su opinión en realidad lo que hace es tomar aire para seguir hablando antes de que mi madre tenga tiempo de decir amén. Maldita egoísta.

Por las respuestas que daba mi madre me daba más cuenta de lo que hubiera querido de cómo opinaba esa mujer: me niego a reproducir nada porque no me alcanza la educación para decirlo sin que suene mal. ¿Qué se puede esperar de alguien que dice “todos son iguales” por no reconocer los méritos de los que no piensan como ella? No sé si seré capaz de reprimir mi opinión la próxima vez que esa mujer llame para sentar cátedra.