martes, 28 de septiembre de 2010

Huelga General

Para mañana está convocada una huelga general. A estas alturas no todo el mundo está de acuerdo en si debe hacerse o no. En Madrid, en el sector transporte, se supone que la secundan todos menos los empleados del Metro de Madrid porque hace no mucho hicieron un paro con el que consiguieron sus objetivos. Lo cierto es que también a ellos los quieren arrastrar a hacer huelga para hacer más presión. Yo no la haré porque, al margen de que esté de acuerdo con ella o no, si no voy, me dan de baja en la Seguridad Social por ese día y me lo descuentan, claro, y mi situación económica es algo delicada. Lo cierto es que si mañana no puedo llegar al trabajo porque el metro no funciona, se estará pisoteando mi derecho a no hacer huelga, eso sin contar con las consecuencias que me pueden acarrear unos actos a los que me puedo ver obligada ¿es eso justo? Si yo voy a respetar el derecho a hacer huelga de muchos trabajadores, me gustaría que respeten mi derecho a no hacerla.

martes, 21 de septiembre de 2010

Tuve un sueño


Ayer tuve un sueño...

Soñé que cuando te ponías triste salía gente de todas partes a animarte.
Soñé que si te quedabas sin trabajo alguien volaba a buscarte un empleo y que era perfecto.
Soñé que mi portátil se había convertido en un ordenador mágico y que cambiaba el fondo de pantalla según mis pensamientos.
Soñé que en ese ordenador leía las mejores noticias.
Soñé que a los mineros de San José los sacaban de la mina.
Soñé que tenía las vacaciones más bonitas.
Soñé que PP y PSOE se llevaban bien.

Tuve un despertar muy duro.

lunes, 13 de septiembre de 2010

La fuerza de creer

Normalmente nos acordamos de Dios cuando tenemos un apuro y entonces rezamos con mayor o menor desesperación, según sea la intensidad de nuestro problema. Según pasan los años, si las cosas no nos han ido demasiado bien, recurrimos cada vez menos a Dios por miedo a que nos decepcione. Hasta que llega un momento en que nada de nada, simplemente no pensamos en Él. Entonces, en los momentos en que andamos un poco perdidos, nos damos cuenta de los importante que era tener fé: era la fuerza para seguir adelante, lo que nos hacía ver la luz al final del túnel.


Ahora, que estoy en uno de esos momentos en que tengo cubiertas todas mis necesidades materiales, tengo necesidad de tener fé, esa fuerza que me haga creer que me desprenderé del poso de tristeza que me ha quedado después de todas las penas que he vivido este maldito año, porque de alguna manera el motivo que las ha ocasionado será solventado o al menos compensado. No me puedo pasar la vida pensando en que lo siguiente va a ser un drama, tiene que ocurrir algo bueno.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Francamente querida, me importa un bledo

Cuando se divorciaron mis padres lo pasé fatal, no porque se rompiera una relación que ya no tenía sentido sino por toda la gentuza que se estuvo entrometiendo y dando su opinión donde tenían que haberse quedado callados. Por aquel entonces yo tenía casi 30 años. Casi sin darme cuenta, cogí la costumbre de ir al cine cada vez que tenía un disgusto, por lo que el cine se convirtió en mi terapia y luego en afición. Durante seis años fuí al cine tantas veces que llegué a ver más de 160 películas en todo ese tiempo. Ví absolutamente de todo: románticas, de acción, comedias, musicales..., incluso dibujos animados. Algunas películas llegué a verlas hasta cinco veces (sino recuerdo mal, eran películas con Hugh Grant). Cogí el hábito de leer revistas de cine y de leer todo lo que pudiera sobre el asunto. Incluso estuve a un paso de trabajar en una librería especializada en el tema.


Hace unos días leí en Internet que se han hecho donaciones para restaurar los vestidos que utilizó Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó. Son unos trajes que no se han conservado bien por las condiciones en que se han guardado. ¡Y que ya han pasado más de setenta años desde que se usaron! Se emplearon a las mejores modistas para hacer aquella ropa, incluidos corsés, que fueron elaborados tal y como se hacían en la época que refleja la trama, la Guerra de Secesión Americana. De lo que no se habla tanto es de los trajes que llevó Clark Gable: está claro que su vestuario no era tan espectacular como el de su compañera de reparto. El actor optó porque se lo elaborara su propio sastre.


Vaya, me he ido por las ramas. A lo que iba. El cine es una forma de tener experiencia sin tenerla, de olvidarte de los problemas, de pasar el rato, de ser feliz por unas horas... Me ha enseñado a darle valor a cosas que antes para mí no lo tenían, y he aprendido actitudes de personajes que he lamentado no haberme encontrado en la vida real. Mi antes y mi después de tanta película es que si antes me decían algo que me podía molestar, me molestaba; ahora, lo más probable que conteste es aquella célebre frase que dijo Rhett Butler en Lo que el viento se llevó: "Francamente querida, me importa un bledo".