lunes, 2 de marzo de 2015

Tristeza

Ya sé que tengo abandonado este blog. En realidad no es así, sino que escribo muchas cosas que al final no me decido a publicar porque no se puede decir todo lo que se piensa.

Llevo dos meses que han sido algo diferentes a los anteriores porque he tenido que ayudar a mi madre a hacer unas gestiones que nos han llevado a las dos de un lado para otro. Si no fuera por eso, mis días hubieran sido todos iguales a los meses anteriores. Pero el jueves, algo cambió.

Nada más pasar el control de seguridad de un destartalado edificio, me sonó el teléfono. Pensé que sería mi madre para pedirme que llevara el pan para comer, pero me llamaban para una oferta de empleo.

Después de la sorpresa inicial, analicé la situación. De momento, solo era una entrevista, aún no era una oferta en firme, pero la perspectiva de las cosas ya era algo diferente. Una entrevista que podía ser el principio de un cambio en mi vida.

Pero no pude evitar pensar en la otra cara de la moneda. En milésimas de segundos, me acordé de mucha gente. Me acordé de todos esos que me dieron la espalda y me dejaron esperando una llamada que nunca se produjo o un email que nunca llegó. Esos fueron los primeros en hacer leña del árbol caído porque siempre resulta más cómodo que derrumbar el árbol cuando está agarrado a la tierra. Una forma de sentirse fuertes cuando, en realidad, no lo son.

La entrevista tuvo lugar el viernes y, si no me vuelven a llamar, nada pierdo porque nada tengo. Si lo consigo supongo que me saldrán amigos donde no los tenía, primos que no sabía que existían y personas que en su momento se tomaron la libertad de decirme lo que tenía que hacer con mi vida, cuando en las suyas había mucho más que arreglar… Esos serán los primeros que se pondrán para la foto, justo después de hacer un lavado rápido a sus conciencias.

Yo sé que, ante la posibilidad de un trabajo, quizás debería estar pegando botes de alegría, pero no es así. Quizás debería terminar estas líneas con una frase grandilocuente pero no me sale. Solo se me ocurre decir una cosa: tristeza.


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