miércoles, 14 de agosto de 2013

Sólo una llamada

Hace poco una persona me dijo que podía escribir a modo de terapia, siempre sería un desahogo cuando hay algo que me entristece o me preocupa, y últimamente es mucho (a quién no le ocurre en estos tiempos). En seguida pensé que para eso tengo el blog; lo malo es cuando empiezan a leerme personas que me conocen personalmente, entonces tengo que tener más cuidado con lo que pongo y cómo lo hago, aunque debería darme igual.

Hace algún tiempo yo tenía una amiga que vivía fuera de Madrid, y cada vez que venía, los amigos de aquí nos pasábamos la voz para quedar con ella para unas copas. No todos a la vez, porque los amigos de esta chica éramos de grupos muy diferentes entre sí, pero de vez en cuando conseguía encontrarme con ella, y nos poníamos al día. Un día empezó a ir en plan de “sí, quedamos” y luego me dejaba colgada, y ni siquiera llamaba para decir que se cancelaba el plan. Y le daba lo mismo que yo estuviera preocupada porque estaba a dos semanas de quedarme sin trabajo, a tres de un examen o a una semana de mi cumpleaños. Más adelante supe que esta pauta de conducta la seguía con más personas, lo cual, por una parte, fue un consuelo, porque había empezado a pensar que yo era un bicho raro, pero, por otra, no me gustaba que me dejaran en la estacada: los demás amigos no sé si seguirán siéndolo, pero yo me harté y la borré del Facebook, a ella y a nueve contactos comunes, para evitar en la medida de lo posible saber de esta persona y no sufrir porque veía que sí contaba con otros amigos, y conmigo no.

Por increíble que parezca, la historia se repite. La semana pasada vino a Madrid una persona a la que conozco de muchos años, vino con su familia y el día que estuvimos comiendo juntos me dijeron que quedaríamos para salir otro día. No sabía si creérmelo, porque últimamente me he llevado muchas desilusiones, pero no me despegué del móvil en tres días, hasta que llegó un sms diciendo que ya se habían marchado. En otro momento dieron una explicación, pero ¿tanto costaba hacer una llamada para decir que ha habido un cambio de planes y no que me dejan esperando? Os estaréis preguntando que porqué no llamé yo, muy sencillo: el miedo a que me dijeran que ya no había plan y que siempre hay una alternativa mejor que yo. Pero yo también tengo mejores alternativas.

2 comentarios:

  1. Hola Ludo:
    Hace tiempo que llegué a la conclusión que no había que exigirle nada a nadie, por lo que las decepciones serian nulas. Tengo que decir que funciona el sistema.

    Saludos desde el Sur.

    ResponderEliminar
  2. No te falta razón, pero fueron ellos los que quedaron en llamar. Mira, Mario, no me importa que no me llamen para salir, pero sí que me digan que me van a llamar y que luego no lo hagan, o que se larguen sin despedirse, como ha ocurrido ahora y como ocurrió con mi amiga. Lo que han conseguido es que, muchas veces, me de reparo en llamar a la gente por miedo al no. Y lo que más me molesta es que si luego llaman para salir de verdad, no entenderán porque yo ya no quiero salir con ellos. ¿O acaso se trata de salir sólo cuando ellos quieren? No se puede jugar con la gente. ¡Anda y que les den!

    ResponderEliminar