A pocas horas de terminar el 2015, y con ello un bienio
de mierda, recuerdo todo lo que esperé y no llegó. Todo eso quedó atrás y a mí
me toca mirar hacia delante.
Al Año Nuevo le pido salud, que por ahí se va mucho
dinero. También dinero, suficiente para vivir. Y amor, del auténtico, del que
te rejuvenece más que una crema anti-edad.
Ya empiezo a saber quiénes son mis amigos y quiénes no. Eso
es algo que nunca deja de aprenderse, pero de mí depende que sea una
experiencia que me hunda o que sea algo que me enriquezca.
Y conste que no soy una persona conformista o que se
resigne, y seguirá siendo así. Pero espero que el Año Nuevo me sorprenda con
cosas maravillosas y poder alegrar con ellas a esas personas que siempre
estuvisteis allí.