Esta semana cumplo tantos años que prefiero no pensarlo
demasiado...
Es cierto que digo mi edad y aún hay gente que no se lo cree, pero
si alguien se lo cree termino preguntándome qué es peor: que no me crean y no
me hagan caso por parecer demasiado joven, o que se lo crean y su reacción sea
la de decir “qué haces aquí con los años que tienes”.
Ya sé que más de uno o una pensará “lo malo sería no
cumplirlos”: es verdad, pero tampoco tardará mucho en cumplirse un año que
estoy sin trabajo, y eso no me hace tener ganas de demasiadas celebraciones.
Al
mismo tiempo, intento hacer cosas, más que nada para tener la cabeza ocupada, y
no falta gente que eso lo considera una pérdida de tiempo. Esos me miran como
si me hubiera caído de un árbol porque es verdad que hay que tener moral para
hacer esas cosas a cambio de nada.
Esto hace que sienta que no encajo en
ninguna parte, pero no sé porqué me preocupo, “esos” tampoco son una maravilla.
Supongo que todas estas lamentaciones serán cosas de la
edad. Bueno, ahora llegaré a casa, me quitaré las gafas y me miraré al espejo:
comenzaré a contarme las canas, a estirar la piel por donde hay arrugas y…
mamá, esconde ese potingue mágico que me dijiste que tenías. Qué le voy a
hacer, me siento mayor.
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