Vengo de hacerme las consabidas pruebas
para las revisiones médicas que siempre dejo pendientes por no faltar al
trabajo. De casualidad, me di cuenta de que no eran en el hospital que
yo pensaba y pude rectificar a tiempo e ir al que me habían asignado (menos
mal, sino la hubiera liado parda…).
Llegué media hora antes para la primera
prueba, y no pusieron reparos en atenderme en ese momento. Me quitaron dos
tubitos de sangre y yo mirando para otro lado, porque usaron un artilugio
realmente impactante (cada vez llevo peor lo de las agujas). Acto seguido, me
di un homenaje en la cafetería del hospital porque, lógicamente, había ido en
ayunas: me tomé un cafelito y una tostada de pan con aceite que me supieron a
gloria. Mi desayuno no llegó a 2 euros.
Después fui a radiología. Apenas tuve
tiempo de sentarme y ya me estaban llamando para entrar. La auxiliar, creo que
enfermera, hizo lo posible porque yo tuviera la menor cantidad de molestias. Y
antes de marcharme, la radióloga ya había visto las placas y pude irme sabiendo
que no tenía nada.
La pregunta es: ¿Por qué hay quién se
empeña en cargarse la Sanidad Pública?
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