Corría el año 1992 y yo iba a la
Universidad. El año anterior había estallado la guerra en Yugoslavia y creo que
nadie se imaginaba cómo iba a acabar eso. Por le edad que tenía entonces, 25
años, podía ser más consciente de lo que significaba ese conflicto, a
diferencia de otras guerras que tuvieron lugar antes de esa fecha y desde que
nací yo en 1966: la Guerra de Vietnam, la Guerra Civil en Angola, la Guerra de
Independencia en Bangladesh, sólo por mencionar alguno de los más de treinta
conflictos armados que he encontrado en una cronología hasta que perdí la
cuenta.
Recuerdo que cuando veía por la tele las
noticias de esa guerra yugoslava me preguntaba que haría esa gente para comer,
si tendría un techo para dormir y cómo podrían lavarse. El conflicto había
obligado a infinidad de personas a dejar sus hogares con lo puesto, sin saber
cuándo podrían volver a disfrutar de comodidades que hasta entonces eran de lo
más normal (y digo todo esto sin olvidar del peligro que corrían si eran
perseguidos). Ahora nos quejamos de un atasco o de no encontrar un taxi para ir
al centro de nuestra ciudad, pero muchas de esas personas sólo pensaban en
huir, a pie, de las bombas y de la destrucción de sus casas.
Con el fin de paliar en la medida de lo
posible la falta de esos mínimos indispensables para el ser humano, el 14 de
diciembre de 1950 se funda el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados, ACNUR (o United Nations High Commissioner for Refugees, UNHCR). Su
ámbito de actuación: todo aquel lugar del mundo donde haya alguien que se ha
tenido que marchar de su casa por culpa de una guerra, porque persiguen a su
etnia, por una catástrofe (terremotos, inundaciones) por motivos políticos…
Está claro que la primera ayuda que
ACNUR envía allá donde se necesita suelen ser mantas, agua, víveres, tiendas de
campaña, atención médica y un largo etc. de recursos de primera necesidad, es
lógico; pero luego esa ayuda se mantiene y, si se puede, se mejora. Sólo por
poner un ejemplo, se intenta no descuidar la formación escolar de jóvenes
refugiados, como ocurrió con refugiados por el terremoto de Haití de 2010.
Pero creo que, mejor que lo que yo pueda contar,
podéis ver un video muy ilustrativo que me he tomado la libertad de tomar
prestado de la web del Comité Español de Acnur (eacnur@eacnur.org).
Ya os podéis imaginar que esto requiere
de la ayuda de todos. Sé que muchos desconfiáis, pero todos necesitamos creer
que alguna organización funciona y ACNUR funciona. Por si alguien se anima a
ayudar, en su web podéis encontrar toda la información necesaria. Sé que son
tiempos difíciles pero, por si alguien puede aportar un granito de arena, entre
todos podemos hacer una montaña.
En el próximo post hablaré de la Cruz
Roja.