El jueves al
salir el trabajo oí el rumor de que habían cortado el servicio en alguna línea
de Metro porque había un perro suelto por las vías; me pareció una historia
alucinante. Pensé que igual se trataba de alguna manera nueva de sabotear el
servicio, como si fuera una nueva manera de hacer huelga.
Imagen de la galga antes de morir atropellada. Ahora estará al otro lado del arco iris. |
Con el paso de
las horas me pude informar mejor. Se trataba de una galga que se había
escapado, de alguna manera se había colado en las vías del metro. En los días
siguientes, supe que Metro de Madrid no estaba poniendo facilidades para
rescatarla. Y hacerlo no era sólo una cuestión de “humanidad” sino que, cuando
hay “algo” que de alguna manera puede obstaculizar el servicio, Metro de Madrid
está obligado a detener el servicio y poner solución a ese “algo”: lo dicen sus
normas, puede haber peligro. Esta vez se trataba de una galga asustada, pero
Metro de Madrid no consideró que fuera suficiente motivo, no respetaron sus
propias normas.
El sábado por la
tarde se localizó el cuerpo de la galga: había muerto arrollada por un tren del
metro. En ese momento, y ante la desaprobación de personal de Metro de Madrid,
dos mujeres bajaron a la vía para recuperar el cuerpo del animal. ¿Animal? Entre
los sinónimos que podemos encontrar en cualquier diccionario se encuentran
bestia, fiera, ignorante, zopenco. ¿Acaso era una fiera ese pobre animal
asustado? ¿Era una bestia de la que se debiera tener miedo? Más bestia fueron
las personas que no ayudaron pudiendo ayudar, las que no hicieron más que poner
dificultades para rescatarla. Ignorantes también, porque todo lo que se hace
mal se paga.
Está claro que
Metro de Madrid, se ha lucido. A sus jefes por asquerosos (no puedo decir algo
más educado), a sus empleados por no tener valor para parar el servicio (para
una huelga si hay valor ¿no?): que no me pidan que les apoye en ninguna
reivindicación más. Perrita, perdónalos tú, porque yo no puedo.
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