lunes, 20 de agosto de 2012

Yo confieso...

No, no voy a hablar de Montgomery Clift. En tiempos de verano la relajación tanto física como mental sigue caminos insospechados… No estoy haciendo nada de ejercicio por el calor y leer me cuesta (quizás necesite gafas nuevas), pero al menos tengo con quién hablar de diferentes temas que me gustan. Y es que, desde hace tiempo le dejo mis libros a un amigo que está pasando un mal momento (eso todos, pero él peor), y la lectura le está ayudando a evadirse. Le he dejado un libro sobre la “verdadera” historia de los mosqueteros, otro sobre el III Reich, ahora mismo está leyendo uno sobre la revolución alemana de 1918… Lee a la velocidad del rayo, y es un gran erudito, por lo que las conversaciones con él son muy enriquecedoras: lo mismo hablamos de filosofía, que de arte, historia, política u ortografía.

Athos, Portos, Aramis y D'Artagnan.

Un día nos fuimos a tomar una cerveza y estuvimos hablando de lo que habíamos hecho en el día. Le conté que había estado viendo la tele porque, a ver, no todo va a ser estudiar. Casi todas las series que me gustan ver son reposiciones, se ve que por la crisis no compran capítulos nuevos, pero no me molesta demasiado. De pronto, y sin avisar, le solté que estaba viendo un culebrón que, además, era una reposición. Este culebrón me gusta especialmente, no por las actuaciones de los actores jóvenes, sino por la de los más mayores, que hacen un trabajo mucho mejor probablemente por la experiencia.

Arturo Peniche.

Me dí cuenta que mi amigo se quedó impactado, mudo; quizá le parecía inconcebible que alguien que lee sobre la Primera Guerra Mundial sea capaz de ver una telenovela donde la tía solterona es la única que no se come una rosca. Ya podía hacer una disertación sobre la relación que había entre La Celestina y Real del Monte, que el pobre no recuperaba la palabra.

Leticia Calderón.

Después de un momento de silencio, mi amigo empezó a pasar las hojas del libro que le había llevado y se puso a ver las fotos. “Éste es el káiser, ¿no?”, acertó a decir después de permanecer callado largo rato. Traté de desfacer el entuerto diciéndole que otro de mis grandes secretos es mi afición a las películas de Jackie Chan pero hizo una mueca muy rara, así que nos despedimos hasta la próxima y me fui a casa.

Guillermo II.

La verdad, no lo entiendo. ¿Dije algo malo? En el capítulo de mañana creo que la chica a la que plagiaron un libro conseguirá poner en evidencia al cerdo que lo hizo, y todo gracias a la ayuda de su jefe, del que está enamorada en secreto pero que se va a casar con otra que a su vez prefiere al padre legal del chico que…

Jackie Chan.

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