miércoles, 1 de abril de 2020

Del covid y otros asuntos


En la vida me imaginé que viviría una situación como la que está viviendo un tercio de la Humanidad: estar encerrada, sin salir de casa, para combatir a un enemigo invisible, el coronavirus o covid-19.

Cuando empezó a hablarse de quedarse encerrados hice un esquema mental sobre cómo afrontar las siguientes semanas. Tenía cosas en casa pero faltaban otras; me puse a hacer una lista con mi madre y me puse a llorar: me asustaba ir a la compra. En el súper había una fila con 75 personas delante de mí, 76 si contamos con la jeta que se coló, y a la que nadie dijo nada por no acercarse. Una vez dentro del local, hice un rally más que una compra. Seguí la lista a rajatabla, y sobre la marcha tuve que cambiar alguna cosa porque el carrito empezaba a pesarme y yo tampoco soy una persona fuerte. Me di toda la prisa que pude en irme de ahí: no había desabastecimiento gracias al esfuerzo de los trabajadores del súper, pero el ambiente era triste, sin el bullicio habitual. Llegué a casa y hasta las 22.00 estuve desinfectando todo lo que había comprado para colocarlo después en el sitio correspondiente. Cinco horas de no parar: al día siguiente tenía agujetas.

Ya con la tranquilidad que da haber comprado lo necesario, tuve más tiempo para pensar: maaaaalo. Llegué al momento en que te acuerdas de una persona, de la otra y luego de la otra, y los buscas a todos en las redes sociales. Para qué, estabas mejor antes: has descubierto que hay gente que no es como pensabas, y te llevas una desilusión más. También te la llevabas antes, pero ahora no puedes salir corriendo a comprar chocolate ni a caminar hasta que se te pase el cabreo. Seguro que yo tampoco soy como pensaban esas personas pero me da igual. Me da igual. También he borrado a gente del Facebook, me he salido de varios grupos de conversación de WhatsApp y he bloqueado a varios idiotas. Necesitaba desahogarme.

No está resultando fácil, pero ya estamos en el ecuador de la cuarentena. Y ayer y hoy he hablado con varias personas que para mí han sido un descubrimiento: piensan como yo, o al menos me entienden cuando les digo mi teoría sobre lo que está pasando. Me siento mejor. Necesitaba contrarrestar eso de entrar en las redes sociales y ver mensajes de odio y consejos estúpidos de gente que sabe más que nadie. Espero no perder el contacto con esas personas, me han demostrado ser maravillosas. Contarnos nuestras preocupaciones, y lo que vamos a hacer cuando se acabe todo esto, me hizo recordar los tiempos en que quedaba con los colegas del instituto y nos pasábamos horas con una cerveza hasta que se ponía caliente.

Y no quiero olvidar a los muchos ángeles que velan por nosotros: personal sanitario, empleados de supermercados, farmacéuticos, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, transportistas, agricultores… Gracias a todos vosotros que nos hacéis las cosas más fáciles. Sois unos héroes.

3 comentarios:

  1. Yo también he re-descubierto, porque no me engañaba, que hay gente indeseable que ve con terror que sus privilegios, de siglos y siglos, corren peligro y por eso actúan así, intoxicando las redes. Menos mal que nos queda la clásica: Jacques Offenbach - Barcarolle from The Tales of Hoffmann, Belle nuit, ô nuit d’amour / https://www.youtube.com/watch?v=R-MbbebSQjQ&feature=share&fbclid=IwAR09qJYHsoovp2kVnR19VGKGfLp0ojLTD-puNxNyY0AHD2ciV4fQEpVWOl8 / Son preciosas sus voces!

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    1. Una hermosa pieza la Barcarola; la añado a mi colección.

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  2. PD: Muy interesante tu sitio: https://retalesdehistoria.blogspot.com/search?q=Prim
    Este hombre fue muy envidiado como ahí cuentas. Mi admiración por él.

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