Renovarse o morir, eso suele oírse cuando tienes que
hacer un lavado de cara a tu vida para no estancarte en algo. Las mujeres
solemos ir a la peluquería, cambiar de maquillaje o hacernos las uñas. Yo lo
hago cambiando el careto al blog, no tanto por ganas de renovación sino porque
no sé cómo recuperar el anterior. Es lo que pasa cuando aprietas un botón sin
saber para qué sirve.
He elegido uno de esos fondos que el sistema te ofrece
por defecto y he ido cambiando algunas cosas, y luego las he vuelto a como
estaban antes. O eso creo.
Empiezo a ponerme nerviosa. No paro de comer pan tostado,
el que guardaba para mojar en el chocolate mientras disfruto del concierto de
Viena. Es tarde. Sigo comiendo pan tostado, menos mal que quedan galletas.
Por fin encuentro el sitio donde puse una tontería hace
ya siete años, pero ahora no se me ocurre por cuál cambiarla. Ya se me ocurrió.
Ahora a dormir. Feliz 2017.
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