sábado, 24 de diciembre de 2016

Luces de Navidad

Por fin llegó la noche más temida del año. Marisco, consomé, cordero o pavo, turrones, chocolate, villancicos, regalos, y paz y felicidad para todos.... ¿Para todos?

Ayer acompañé a mi madre al hospital para hacerse una radiografía del codo. Mientras esperábamos en un pasillo a que la atendieran, pasó por delante una chica a la que no le vi la cara porque estaba hablando por teléfono. No paraba de llorar y de decir "me han dicho que tengo leucemia". Cuando se alejaba, vi que tenía una cabellera preciosa, y que seguramente no tardaría en perder. Iba sola, menos mal que le cogieron el teléfono cuando llamó a alguien para desahogar su angustia.

Dejé volar el pensamiento y me acordé no solo de los enfermos, sino también de los niños que viven en países asolados por la guerra, de los desplazados que huyen con sus hijos muertos en brazos, de los heridos por alguien a quien no conocen, de los padres que solo pueden coger de la mano a sus hijos para que se sientan mejor, de los soldados que ya no entienden qué hacen en el frente, de los hombres que cambian un reloj de marca por una botella de agua, de los muertos que están insepultos, de los hospitales bombardeados para rematar a los que están allí, de la gente que muere de hambre o de los que están solos. ¿Qué pasa con ellos?

Sólo espero que esta noche, cuando estéis comiendo marisco, turrones o abriendo los regalos, que las luces de Navidad no deslumbren vuestro pensamiento y que, por lo menos, dediquéis a todas esas personas un pensamiento con el corazón. No es mucho pedir. Feliz Navidad.



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