Entre el grupo de personas a las que conozco, hay alguien
que tiene una profesión diferente a la que me dedico yo. Solo voy a decir que
es una profesión bonita, pero eso le hace creerse con derecho a pasar a mi lado
como si yo no estuviera. También hay una persona que trabaja en algo más duro,
y cada vez que me ve, no desaprovecha la ocasión de soltarme un sarcasmo, como
si el hecho de estudiar lo que puedo para cuando me salga un trabajo, que no
significara nada.
Pero la suerte de la gente puede cambiar, la mía por
ejemplo. En el momento de escribir estas líneas, puedo decir que he trabajado
un mes en una empresa, y estoy muy agradecida porque me han tratado como una
persona más, no como el último mono. Además, he aprendido muchas cosas que me
pueden servir para nuevos trabajos. Y ahora me han contratado un mes para otro.
Confío en que todo esto sea el principio de una buena
racha, que ya me toca. A mucho nos cuesta sentirnos personas sin un trabajo,
pero lo somos. Y cuando lo tenemos nos sentimos más fuertes que nadie, y nadie se
atreve a mirarnos por encima del hombro.
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