Ahora mismo
estoy como en un punto muerto. Mi situación no se mueve hacia ninguna parte. Ya
arreglé los papeles del paro, todos los días puedo enviar, al menos, una
solicitud de empleo. De alguna manera parece que la cosa empieza a moverse,
pero no se mueve. Por momentos, siento que estoy dando palos de ciego. Lo único
que hago todos los días es estudiar el alemán, pero por el gusto de hacerlo, no
porque tenga planes de ir a Alemania. Estando las cosas como están, lo mismo la
Merkel se pone chula y devuelve de una patada en el culo a todos los españoles
que han estado viajando para trabajar allí.
Bandera de Alemania. |
Hay que ver lo
que hace tener demasiado tiempo para pensar. Ayer, en uno de mis sempiternos
paseos al centro de Madrid, me puse a dar vueltas por las diferentes tiendas de
música de la zona de Sol para comprarme un afinador para el violín. A ver, que
no es que me haya dado un flus en la cabeza y haya pensado en hacer carrera en
el Metropolitan, es que en mi cuarto no tengo sitio para la guitarra y me he
cogido un violín que tenía muerto de risa y que, está claro, es más pequeño que
la guitarra. La guitarra la volveré a coger cuando se me ocurra cómo ordenar mi
cuarto, que es algo así como una partida de Tetris conmigo dentro, sólo que
ahora no me apetece terminar la partida.
Afinador que me compré. |
Volviendo al
tema del violín: hace años que no lo cojo y no sé si seré capaz de hacerlo
sonar. El Cumpleaños Feliz supongo que sí, y el Cinco Lobitos supongo que
también. Lo j….. es afinarlo; lo suyo sería haberme comprado un afinador
cromático, pero me parecía un disparate el precio (creo que eran cerca de 20
euros), así que me conformé (qué remedio) con uno que parecía un mirlitón y
que no llegaba a los dos euros. Qué pena de afinador, pero por algo se empieza.
Afinador que me hubiera gustado comprarme. |
Es curioso. En
la tienda donde entré a comprármelo había delante de mí una señora que, además
de comprarse una funda para su guitarra hiper-mega-fashion, también se estaba
comprando un afinador. Me contó que hacía muchísimos años que no tocaba porque
nunca aprendió a afinar, y que ahora, que vio a su sobrino tocar la guitarra,
que le habían entrado ganas también a ella. No sé si ahora se animará a
continuar de verdad con la guitarra, pero el afinador que se llevó ya me
hubiera gustado a mí.
La víctima. |
En fin, la
crisis nos hace hacer cosas muy raras…
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