Con los tiempos que corren, a mi manera
tengo suerte. Ahora mismo tengo trabajo, que sabe Dios hasta cuándo, pero
tengo. También tengo un techo, y el día de Nochebuena tendré una cena caliente.
No paro de ir de un sitio para otro ultimando las compras, mirando las luces, eligiendo
regalos… lo propio de esta época. Más que celebrar el nacimiento de Cristo,
parece que nos preparamos para el fin del mundo, eso que fue hace dos días…
Y es que los mayas (grupo de pueblos
indígenas asentados entre México, Guatemala y Honduras, que yo sepa), andaban
un poco desorientados (o se les acabó la piedra). Lo que hacemos estos días es
un ritual que repetimos todos los años, con la emoción (aunque sería más propio
decir tensión) de siempre y con el ansia que tendríamos si fuera la última vez,
pero no, tenemos fin del mundo todos los años.
Aún así, siempre se encuentra un hueco
(si se pone voluntad) para tomar un café con algún amigo, para pasar a saludar
a alguien en su taller de costura, dar un abrazo a la chica de la tienda de
chuches o para felicitar las fiestas al conductor del autobús con el que
coincides siempre. Picas el billete, saludas al conductor y le dices “Feliz
Navidad”. Y pone cara de “con eso no contaba yo”. ¿Por qué se sorprende si
debería ser lo propio, en vez de ver pasar a tanta gente con la histeria por ir
a comprar lo más caro, a pesar de la crisis? ¡Que se puede vivir sin todo eso!
Un Feliz Navidad no cuesta nada y tiene
mucho valor. Yo que soy creyente (y no sé porqué pues a veces las cosas son muy
complicadas), me sorprendo a mí misma felicitando las Fiestas a alguien y ellos
se sorprenden también; no me extraña. Seguro que otro alguien le comprará un
regalo caro, quedará como un rey pero no tendrá tiempo de tomarse una cerveza
ni nada con esa persona.
Creo que si sigo me voy a cabrear.
Ponerse a hablar de ciertas cosas en estas fechas es como meterse en un
pin-ball, pasas de un tema a otro y la bolita termina saliendo a saber por
dónde, pero casi siempre por el mismo sitio. Yo ahora iré a comprarme un cava
que he visto de color rosado y que tiene buen precio; un día es un día, y no
voy a tomar la cena de mañana con agua. Ahora que lo pienso, Santa Claus no
tendrá problemas con las huelgas de transportes… Feliz Navidad.
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