miércoles, 9 de marzo de 2011

El valor de los recuerdos

Estoy muy desanimada. Las cosas no terminan de salir como quiero: no acabo de hacerme con el trabajo (la competencia es feroz, por decirlo finamente). A eso tengo que añadir que, por la crisis, seguramente me tengo que cambiar de piso, dejar el sitio que ha sido mi hogar durante cinco años. Es contradictorio, creo que voy a estar más cómoda en el nuevo sitio, pero dejo muchos recuerdos atrás, recuerdos que a veces son lo que le mantiene a uno con vida. Lo primero en lo que pienso es que me dejo a mi perrito aquí dentro, porque tengo asociado su recuerdo a las paredes de esta casa, y yo no quiero abandonar a mi perro. También tengo recuerdos buenos: Jose y Carmen estuvieron conmigo en el salón de mi casa cuando la Gran Final de Sudáfrica, y cuando acabó el partido, los vecinos salimos al rellano a abrazarnos. Y qué decir del fútbol nacional: Jose, que vive en la casa de al lado, es merengue y yo colchonera. Nos hemos pasado años aporreando el tabique en común: él cuando ganaba el Madrid y yo cuando perdía. ¿Y las cenas con los amigos perpetuadas con fotos horribles? Bueno, y cuando venían a casa los amigos que hice en el barrio a ver la TV… Ahora todo eso se perderá, porque siempre se dice “nos llamamos” y siempre hay alguien que no lo hace. Mierda de dinero.

7 comentarios:

  1. Me encanta tu estilo de escritura cercano
    Yo me he mudado 13 veces...ánimo.

    Saludos desde el sur.

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  2. Te agradezco tus ánimos, Mario, no está resultando un momento fácil.

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  3. ¿Cómo va todo Ludo? ¡Anímate y escribe un poco!

    Saludos desde el sur.

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  4. La verdad, Mario, es que ando un poco agobiada por una serie de asuntos que no me dejan concentrarme bien. Pero en cualquier momento escribo de nuevo.

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  5. Hacía tiempo que no pasaba por aquí. Espero que las cosas se te vayan enderezando y en los próximos comentarios puedas darnos mejores noticias. Ánimo.

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