domingo, 12 de mayo de 2024

Tres años y cuatro meses después

Tres años y cuatro meses después. Suena a condena pero ese es todo el tiempo que he estado en el paro. Para ser más exactos, sin un empleo remunerado que, a fin de cuentas, en lo de hacer tareas domésticas y formarme para obtener un empleo no he parado.

¿Y ahora qué? Como si no hubiera pasado tanto tiempo, he sabido adaptarme bien aunque aún me canso mucho: ya pasará. Hay buen ambiente y es un trabajo que conozco, ¿qué más puedo pedir? Que en vez de ser solo para tres meses que me hagan indefinida. No me han prometido nada pero nunca se sabe, lo importante era meter la cabeza en algún sitio, luego ya se verá.

Pero… (faltaba el pero, siempre está allí). Cuando no tienes trabajo terminas arrinconado: o porque te cohíbes o porque te cohíben. Y qué voy a decir: esperaba más celebración por parte de ciertas personas, algo así como “¡¡¡bien, por fin lo conseguiste!!!”, pero me parece que no. Ya no se acuerdan de lo que es estar sin trabajo, de pensárselo dos veces antes de comprar algo, de cansarse de mirar escaparates porque en la tienda no vas a entrar, de lo que es sentir que no tienes dignidad. Ya no se acuerdan.

Prefiero no entrar al análisis de esas reacciones, eso no va a cambiar las cosas, pero ese tipo de cosas me han cambiado a mí. Qué pena.

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