domingo, 10 de julio de 2022

Sentando cátedra

Yo creo que a mi madre le da miedo que conteste al ring del teléfono, y es porque tengo muy buena edad de no quedarme callada. Sabe que no me gustan algunas opiniones y que ya no disimulo si algo no va conmigo.

Sin ir más lejos, ayer llamó una mujer que más que hablar llama para monologar. Habla, habla y habla y en el milimétrico momento en que para haciéndole creer a mi madre que le importa su opinión en realidad lo que hace es tomar aire para seguir hablando antes de que mi madre tenga tiempo de decir amén. Maldita egoísta.

Por las respuestas que daba mi madre me daba más cuenta de lo que hubiera querido de cómo opinaba esa mujer: me niego a reproducir nada porque no me alcanza la educación para decirlo sin que suene mal. ¿Qué se puede esperar de alguien que dice “todos son iguales” por no reconocer los méritos de los que no piensan como ella? No sé si seré capaz de reprimir mi opinión la próxima vez que esa mujer llame para sentar cátedra.

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