“Ten cuidado con lo que pones, a ver si lo van a leer”, me
dice mi madre. “De eso se trata, mamá”, aunque no creo que las personas a las
que me refiero lo lean, sencillamente porque no leen.
Ahora mismo ha llamado la señora a la que me refiero en el
post anterior, para hablar dice. Creo que no tiene a nadie más que a mi madre
para hablar porque esta señora no para, sino no se explica. Yo no he cogido el
teléfono, pero me doy cuenta de que es ella porque a mi madre no le deja meter
baza. ¿Se puede ser más egoísta? Ya colgó.
Este tipo de gente es la que, cuando les llamas tú, no
tienen tiempo si no es para sacarte algo. Es como que se dan un tiempo para
algo mientras tú te haces la ilusión de que les has caído bien y tienen interés
en ti. En tus cosas diría yo: tus amigos, tu trabajo o tu lo que sea. Ahora
mismo estoy pensando “a ver si mamá tiene razón y me leen”. Me cohíbo, no me
atrevo a decir lo que pienso.
Estas personas son de ese tipo de ¿gente? que si no es el
centro de atención de todo desbarata lo que sea, caiga quien caiga, les da
igual, aunque echen a perder el mejor plan del mundo. Y lo hacen de una manera
muy sibilina, como una serpiente que se arrastra y se te enrolla y te
estrangula hasta que dejas de ser el centro de tu propio universo y pasas a ser
el centro de una nada.
Ojalá consiguiera pasar de esa gente: a lo mejor hasta me atrevería a decir lo que pienso. Ya no veo las noticias, con lo mío tengo suficiente. Gracias a ti que me escuchas.