He aprendido que no sirve la modestia. No sirve porque si
no te das el valor que mereces no te lo da nadie. Cuántas veces habré visto que
otros se ponen medallas que no les corresponden, o se han puesto las que me
corresponden a mí. Cuántas veces me habrán dicho “calla, tú no sabes”, y me he
callado… No puedo culpar a nadie más que a mí, es lo que tiene haber llevado
demasiado lejos lo de “no pelearse con todo el mundo” por “el qué dirán lo
demás”.
¿Por qué unos valen más que los demás? ¿Por qué unos se
tienen que callar, y a otros se los escucha siempre? Las cosas no funcionan
así, las cosas no deben funcionar así, pero ocurre muchas veces, demasiadas.
Luego no faltará ningún cretino que diga “no sé porque reaccionas así”.
Pues reacciono así porque me gusta que se me reconozca lo
que hago, me gusta que me escuchen (sobre todo si yo también escucho), me gusta
que respeten mi libertad de alejarme de la gente que no me hace bien sin
juzgarme por ello. Y etc., etc., etc.
Es mi vida, mis decisiones las tomo yo.
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