Estoy triste porque siento que ciertas personas no me
valoran como me gustaría, y no me atrevo a decir como debieran. Hay
personas que nos creamos ciertas expectativas, y luego no sabemos pensar si es
por culpa nuestra o porque hemos dado con un capullo o capulla que ha jugado
con nosotros: el resultado es que nos sentimos invisibles. Lo peor de esto es
que esa gente nos impide valorar como se merece a gente buena que se
conoce de cuando en cuando.
Un día alguien me dice “te tengo que contar una cosa”, y
lo que me dice me hace ver que me valora lo suficiente como para contármelo.
Otro día, alguien me dice “te quiero contar algo porque me das confianza”. Y aunque
parezca una tontería, también está quien me envía fotos de los postres que se
toma… Cuando ocurren estas cosas me siento importante, mi mundo crece y siento
que encuentro mi espacio en esta mierda de época que nos ha tocado vivir. Pero
soy como soy, y jamás entenderé porqué esas otras personas creen que soy
invisible. No pido la Luna, pero tampoco que me suelten a Júpiter en la cabeza.
Hay veces que no sé qué pensar, no lo sé. Bueno, sí: a ver cuándo se acaba esta
mierda de pandemia.