sábado, 25 de agosto de 2018

Las apariencias engañan


No descubro nada si digo que si estás más de tres años en el paro lo pasas francamente mal. Fue lo que yo viví y, aunque no repetiría la experiencia, sí puedo decir que fue una época muy instructiva.

Me rodeé de gente muy brillante, lo que hizo que llegara antes al convencimiento de mi mediocridad, pero no por ellos (que me trataron con todo el cariño del mundo), sino por aquellos que eran más mediocres que yo y se empeñaban en demostrármelo porque era la forma en que tenían ellos de sentirse fuertes. Pero la perspectiva es curativa, y me di cuenta que, a pesar de mis torpezas, yo también tengo mi valor. Me costó aprender la lección pero lo conseguí.

Afortunadamente, aún me queda mucho por aprender (que sería de la vida si se toca fondo en el conocimiento), pero no todo el mundo se da cuenta que le pasa lo mismo, sobre todo aquellas personas que sólo me daban opción a ser su comparsa cuando, quizás, debió ser al revés.

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