miércoles, 4 de julio de 2012

Un dios salvaje

Escribo esto mientras regreso a casa después de haber visto una película de Roman Polanski, Un dios salvaje. No estaba mal, aunque quizás demasiado claustrofóbica: se desarrolla en un 95% en el salón de una casa. La película trata de dos parejas que se pasan la película discutiendo en ese salón sobre los hijos de ambas, y es que uno de los chicos le ha roto dos dientes al otro.

Bueno, me merecía esta distracción después de haber sufrido el examen de la oposición este lunes. Era un ejercicio práctico (comentario de una cliserie ¡ay! para Geografía, comentario de texto con Aristóteles y Marx incluido para Historia, y comentario de una lámina con panteón para Arte) y uno teórico a elegir entre cuatro: yo elegí los Austrias. Estábamos convocados a las 9 de la mañana y no me fui del lugar del examen hasta las 14,30. No fue tan angustioso como pensaba y, si apruebo lo del lunes, el día 15 haría la defensa de la Programación y haría una prueba más, esta vez sólo de alguno de los temas de Historia del Mundo Contemporáneo de 1º de B.U.P., curso y materia en las que baso mi Programación. Pero hay algo a lo que vengo dándole vueltas desde el día del examen: según mis cálculos, basados en que un profesor de los que vigilaban dijo el número de tribunales y en el hecho  de que en mi grupo éramos unas 25 personas, el número de aspirantes para las 11 plazas que se ofrecen para la especialidad de Geografía e Historia, sería de unas 660 personas, pero luego me acordé que la gente que se examinaba en mi tribunal se distribuía en dos aulas. (Quiero hacer una puntualización: las 11 plazas de acceso libre, salen de las 30 que se ofrecieron cuando se convocó la oposición. Esas 11 con las que quedan después de quitar las destinadas a opositores con minusvalía o a los procedentes de otros cuerpos de funcionarios. En una información publicada en el diario El Mundo el lunes 2 de julio, a las 14,31 horas, el número de plazas son 300, de las que desconozco su procedencia).

La verdad es que, después de la última prueba tenía tantas ganas de regresar a mi cuarto para descansar, que no me fijé si pasaba lo mismo con el resto de los tribunales. Y espero que no, porque de ser así, en vez de 660 aspirantes para 11 plazas serían muchos más. (Otra puntualización: en la misma información del diario El Mundo mencionada más arriba, pone que los aspirantes a esas 300 plazas son un número de 2.146). Desconozco el origen de todo este caos, pero se me hace como que lo ha organizado un dios salvaje.

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