lunes, 5 de mayo de 2025

A media luz

El día del apagón me levanté tardísimo por el dolor del brazo y entonces empezó a dolerme también la cabeza: no iba Internet ni había electricidad, así que no había tele, la caldera no iba y la nevera estaba apagada. Pues eso, era un apagón. Era 28 de abril de 2025 pero parecía que habíamos vuelto a tiempos de los romanos.

De momento, volé al bazar de mi barrio y conseguí una linterna de esas que son como pequeñas farolas que se ponen en los libros y que llevan pilas incluidas. Y para enterarme de lo que pasaba me informaba una vecina: me contó que fue en casi toda España, pero también fue en Portugal y también en Francia. Luego se dijo que también en parte del resto de Europa… Pero ¿cómo se enteró? La radio, nuestra vieja amiga la radio. Tenía coche y cada poco iba a enterarse de lo que podía y nos contaba lo que pasaba.

Yo no sé ni dónde tenía mi transistor y tampoco se trataba de que me volviera loca buscándolo (tengo un radio cassette pero hace falta enchufarlo…). Ya me compraré uno en cuanto se pase la vorágine. Y una buena linterna, claro. Eso de estar a media luz como en el tango no me va: ni vivo en la calle Corrientes, ni tengo ascensor, y en una casa tan pequeña no es posible un cóctel de amor.

El problema no tardó en arreglarse para la gravedad del asunto (en mi caso fueron 12 horas), a pesar de lo cual no falta quien pone palos en las ruedas.

https://www.youtube.com/watch?v=bjNkeRPAfo4

viernes, 6 de septiembre de 2024

Un encuentro afortunado

Andaba yo encerrada en mis pensamientos, digo encerrada porque nadie me hubiera sacado de allí si lo hubiese intentado. Estaba preocupada por cosas que igual en el futuro me hacen gracia pero ahora no. Y de pronto una cara sonriente me pregunta: «¿Te acuerdas de mí?». ¡Claro que me acordaba de ella! Intercambiamos recuerdos de forma rápida porque a las dos nos esperaban. Nunca un mal gesto, siempre serena, siempre me dio buenos consejos. Prudencia de la que deberían aprender muchos… Me siento mejor, ya no me encuentro tan sola. ¿Tienes tiempo de tomarte un café?

domingo, 12 de mayo de 2024

Tres años y cuatro meses después

Tres años y cuatro meses después. Suena a condena pero ese es todo el tiempo que he estado en el paro. Para ser más exactos, sin un empleo remunerado que, a fin de cuentas, en lo de hacer tareas domésticas y formarme para obtener un empleo no he parado.

¿Y ahora qué? Como si no hubiera pasado tanto tiempo, he sabido adaptarme bien aunque aún me canso mucho: ya pasará. Hay buen ambiente y es un trabajo que conozco, ¿qué más puedo pedir? Que en vez de ser solo para tres meses que me hagan indefinida. No me han prometido nada pero nunca se sabe, lo importante era meter la cabeza en algún sitio, luego ya se verá.

Pero… (faltaba el pero, siempre está allí). Cuando no tienes trabajo terminas arrinconado: o porque te cohíbes o porque te cohíben. Y qué voy a decir: esperaba más celebración por parte de ciertas personas, algo así como “¡¡¡bien, por fin lo conseguiste!!!”, pero me parece que no. Ya no se acuerdan de lo que es estar sin trabajo, de pensárselo dos veces antes de comprar algo, de cansarse de mirar escaparates porque en la tienda no vas a entrar, de lo que es sentir que no tienes dignidad. Ya no se acuerdan.

Prefiero no entrar al análisis de esas reacciones, eso no va a cambiar las cosas, pero ese tipo de cosas me han cambiado a mí. Qué pena.

martes, 19 de marzo de 2024

El mundo es un pañuelo

Hace unos días me ocurrió algo curioso. Un amigo que toca el acordeón nos invitó a un concierto de jazz manouche en el que tocaban él y un amigo suyo que tocaba un tipo de guitarra que no había visto nunca. No tenía muy claro lo que íbamos a escuchar pero al menos no era reguetón. Aquello fue espectacular. Hora y media de pura música en un concierto al que se sumaron sobre la marcha otro guitarrista y una cantante con una voz que no dejaba indiferente.

Empecé a fijarme en la cara del guitarrista y en su apellido. No paraba de darle vueltas al asunto y me puse a buscarle en Internet a él y a su familia… No encontré nada.

Él era un hípster: lo supongo porque llevaba gafas de pasta y una barba muy espesa. Tocaba muy bien la guitarra, la verdad.

Hasta que acabó el concierto. En vez de acercarme a felicitar a mi amigo por su intervención, me acerco al guitarrista y le pregunto: «¿Tu padre no es profesor y tu hermana se llama Nuria? Porque si es así, que sepas que estuvimos en la misma clase en 1º de BUP y que yo estuve una vez en tu casa viendo un documental sobre cómo trasquilar ovejas».

Nos sacamos una foto juntos para enviársela a su hermana para ver si su hermana se acuerda de mí. No creo que Nuria me reconozca, pero fue divertido ver la cara que el músico puso cuando vio «lo que sabía de él». Estas son pequeñas sorpresas que ocurren a veces. El mundo es un pañuelo.

miércoles, 10 de enero de 2024

Te lo dije

Conozco gente que se empeña en tratar con gente que les hace sentirse mal. Da igual que se la jueguen una y otra vez: seguirán tratando con esas personas y, encima, los justificarán. No sé cómo llamar a eso pero es desesperante: intentas aconsejar a alguien a quien están haciendo daño porque ves su situación desde fuera y por eso te das cuenta de lo que pasa. No entiendes cómo se puede ser tan idiota para dejar que te pisoteen. Entonces te acuerdas de que a ti te pasó lo mismo muchas veces y era inútil que te dijeran «esa persona no te conviene»: solo aprendías la lección cuando te llevabas una decepción, y a veces eso tenía que ocurrir varias veces.

Hace poco le decía a alguien «si vas con esa persona puede volver a hacerte daño, no es que tenga una bola de cristal, lo sé por experiencia». Y te dan la razón, pero la burra siempre vuelve al trigo. O a lo mejor soy yo, que empiezo a parecerme a una persona mayor (ya tengo suficientes años para ello) de esas que cuentan batallitas. Quizás no entiendo que a veces es más productivo aliarte con alguien que es capaz de vender a su madre con tal de tener una victoria, aunque sea pírrica. No lo entiendo. Y seguirá ocurriendo, y yo diré «te lo dije», igual que me lo dijeron a mí. Por cierto, Feliz 2024.

sábado, 11 de noviembre de 2023

Hace seis años

La llamé como siempre que era su cumple. "Estoy en clase, hablamos luego" me dijo. Todavía estoy esperando. Más tarde supe que "se olvidó" de mí y que el pastel y el café se lo tomó con otras personas. El pastel y el café me lo podía pagar yo pero aquello me sentó mal. De eso hace seis años justos y era sábado, como hoy.

No pasó mucho tiempo sin que supiera que me estaba haciendo un favor, como todas aquellas personas que se comportan así. Cuesta aceptar que alguien sepa utilizarte aunque carezcas de encantos sociales, pero descargar la mochila de ese peso me ayudó a reconocer mi propio valor a pesar de no tener la misma suerte que otros.

Salí ganando al perderla de vista: hay mejor gente que ella, el mundo está lleno de esas personas.

jueves, 24 de agosto de 2023

Necesito un trabajo

Necesito un trabajo, y eso de que todo el mundo lo consiga menos yo, no ayuda. Y tengo miedo de contarlo porque la respuesta no siempre es amable. Cómo se nota que la gente se crece cuando se olvidan los problemas. No se trata solo de ganar dinero sino de sentirse útil por ganarlo. Y mientras tanto veo pasar la vida, la vida de otros, delante de mí: cómo hacen planes porque pueden hacerlos. Yo también podría pero no se tiene eco si no se tienen ingresos.

Al menos mis sobrinos se acordaron de mí. Venían de hacer el Camino de Santiago y me llamaron para encontrarse conmigo en Madrid. Me traían un regalo que yo agradezco infinitamente: alguien se acordó de mí, por verdadero cariño, no por aprovechar las relaciones sociales o por interés alguno.