Llevo algún tiempo escribiendo, con mayor o menor
fortuna, y me gusta hacerlo aunque no siempre se encuentre la inspiración.
Cuando ocurre eso me pongo a curiosear en otras cosas para volver después con
más ganas al teclado. Y hoy he encontrado una nueva "diversión".
Estoy haciendo un curso para reciclarme de cara al
trabajo y hoy hubo una clase asistencial. Pregunté cómo teníamos que actuar los
que escribimos en blogs cuando no es de opinión como este, sino cuando se trata
de blogs de historia, cuando bebes de fuentes ajenas a tu persona porque, es
obvio, no estuviste presente durante los acontecimientos de los que hablas. La
respuesta fue "citar siempre la fuente", y si se trata de mencionar
una frase a lo largo del artículo, "entrecomillarla".
Las últimas noticias en las que se habla en los medios de
comunicación de casos de plagio de trabajos de otros o de "negros"
que escriben tesis, me ha llevado a replantearme muchas cosas en lo que se
refiere a mis blogs. Y, aunque nunca traté de lucrarme monetariamente, sino únicamente
tener la pequeña gloria que me dan mis artículos, a partir de ahora, por cada
artículo que publique en los blogs de historia, iré añadiendo las fuentes en
los anteriores. Creo que hay por ahí una norma que no obliga a los blogueros a
citar esas fuentes, pero prefiero curarme en salud y hacerlo antes de tener
problemas, hablando claro.
Francamente, aunque sólo tengo muy pocos seguidores (a
los que agradezco serlo), y eso me hace pensar que me leen pocos o nadie
(porque todo el mundo te dice que te ha leído pero nadie hace comentarios) no
es mi intención aprovecharme del trabajo de otros sino difundir el conocimiento
al que yo tengo la suerte de acceder, ya sea por leer en la red o por ir a una
biblioteca.
Bueno, vamos a empezar.