He tenido la necesidad de desconectar durante
algún tiempo de todas mis actividades.
Tenía (y aún tengo) cansancio por la
falta de trabajo, de trabajo remunerado, para ser más exactos, porque trabajar
procuro hacerlo todos los días pero no me pagan por ello. Parece que, poco a
poco, empiezan a salir ofertas pero ninguna de ellas termina de cuajar.
La
felicidad dura apenas unos minutos y la tensión semanas: me ha costado volver a
levantar cabeza después del disgusto por haber perdido la posibilidad de volver
a trabajar en una librería.
Pero hay gente especial. Ha habido personas
que han sido capaces de hablarme de ofertas de empleo, aunque ello suponga que
yo me convierta en sus competidores: quizás eso sea lealtad, no lo sé, pero
hace que me sienta bien.
Y cómo no, también quiero agradecer a esas personas
que no me han visto en su vida, al menos no en persona, y que no han dejado de
informarme de las ofertas de empleo y de webs dónde quizás puedo encontrar
algo.
Poco a poco vuelvo a la normalidad, al menos lo
intento. Aún no tengo un trabajo, ni ganas de pasear ni de muchas cosas pero
sigo peleando.