martes, 5 de julio de 2011

Mónaco

Mónaco, un estado que apenas ocupará dos kilómetros cuadrados. Estuve allí hace más de un año, en diciembre del 2009, una semana, por Navidad. En aquel viaje tenía Niza como base de operaciones y luego iba en el coche a otras poblaciones: Cannes, Antibes, Saint-Tropez Mónaco… He tenido la oportunidad de conocer lugares impresionantes como París o Viena, pero lo que se ve en Mónaco es de escándalo. 
Mansión de los Rothschild en Mónaco. Bueno, es una parte de ella, porque en realidad es mucho más grande.

Para empezar, diré lo que no se ve: casas de pobres, los todo 100 ni en sueños, y tampoco recuerdo que viera un supermercado (aunque supongo que lo tendrían escondido  en algún sitio, porque en Mónaco también se come). Tiendas habían las normales ahí: Chanel, Armani, Gucci… 
Tienda de Chanel en Mónaco.

También ví a una señora contemplando el escaparate de una joyería que había junto al Casino (ese que sale en todas las películas de James bond), sufriendo ante el terrible dilema de decidir entre el diamante o los rubíes. Y el abrigo que llevaba (aunque no hacía frío) no era de piel de conejo. Yo me saqué una foto apoyada en un Rolls que había en la puerta del Casino, donde entré hasta donde se podía entrar sin pagar. 
Casino de Mónaco.

Luego, me senté en el Café de París, donde me tomé un café con leche muuuuy despacito. Desde que me fui sigo con ganas de volver. Por cierto, el sábado se casaron Alberto de Mónaco y Charlene Wittstock: quiero pensar que el careto que llevaban era por cansancio, porque sino pensaría que se enteraron que después les pondrían pollo frito y no perdices.
Alberto Grimaldi y Charlene Wittstock.