domingo, 25 de enero de 2015

Gripe


No sé cuánto tiempo he estado fuera de combate por la gripe. Me han dolido los oídos, la garganta y la nariz me la he dejado en los pañuelos de papel. Ya no hablo de los dolores musculares y de que me ha costado entender lo que he leído, si no me he dormido antes.

Todo empezó hace unas dos semanas, cuando fui con el portátil a un local con wifi. Fue fulminante. De pronto, sentí como que me derretía, bajé la tapa del portátil sin apagarlo y me fui.


Estaba lloviendo y eso empeoró las cosas, no podía esperar a que escampara y a la lluvia no le daba la gana de irse.


Fui rápida y al día siguiente acudí a la farmacia a comprarme alguna medicina mágica que me hiciera sentirme mejor. Y así ha sido, pero al precio de andar dormida no solo en las noches y de haber fastidiado mi plan de cine porque, a ver, con lo que cuesta la entrada no era cosa de quedarse dormida en la butaca.


Me siento mejor, y hoy he vuelto al lugar del crimen a disfrutar de un café mientras leo un par de cosas para poner en marcha otra vez los otros blogs.


Todavía toso algo y sigo un poco gili, pero me encuentro bien (por si acaso lo digo bajito). Hoy me recogeré pronto. Buenas noches.


martes, 6 de enero de 2015

El roscón de reyes


Tengo que confesar que llevo arrastrando una frustración desde la más tierna infancia: nunca me ha tocado la sorpresa del roscón. Siempre le toca a otro, si es un adorno de mujer, a un hombre; si es un trenecito, a una mujer. Casi siempre le toca a mi madre.

Un año llevé mi desesperación a tal extremo que decidí comprarme un roscón para mí sola, de esa manera, la sorpresa me tocaba sí o sí. Y era de los grandes porque, en aquel entonces, te decían en la tienda que el pequeño no llevaba sorpresa (seguro que era para vender uno más caro).

Me comí el roscón sin prisa pero sin pausa, y conseguí ventilarlo en dos días. Cuando solo me quedaban dos trozos, el mío y el mío, y la sorpresa no había salido aún, llegó mi madre y me dice “uy, qué rico”. ¿Cómo le iba a decir que no?

No recuerdo que aquel estúpido roscón llevara haba, pero sí una sorpresa como la que le tocó hoy a mi madre, una gnoma de los bosques. El haba del roscón de hoy me ha tocado a mí, igual que otras veces.