miércoles, 29 de mayo de 2013

El reparto del mundo

Hace unos días leí lo que le pagaban a una joven mujer de la jet set por ser imagen de una firma de complementos: 150.000 euros. Al año, si no me equivoco (y ya está bien). Para poder ganar yo eso, primero tengo que tener trabajo. Si lo tuviera y me pagaran una media de 600 euros al mes, al año haría 7.200 euros. Si divido 150.000 euros entre 7.200 eso hace 20,83333333333333. Me he perdido.

Si divido 150.000 euros entre 12.000 euros, que es lo que debería ganar al año si fuera mileurista (qué tiempos aquellos) entonces tendría que trabajar doce años y medio para poder ganar 150.000 euros. Pero resulta que si esa joven mujer va a una fiesta y cobra 110 euros por minuto… ¿cuánto dura la fiesta? No sé, pero seguro que va a muchas fiestas y gana mucha pasta, y a mí no me invitan a fiestas, así que ya no la puedo alcanzar.


Vale que la chica es guapa, y seguro que ninguno de nosotros le haría ascos a un sueldo así. Pero ¿de verdad es necesario ese suelo? ¿Es justo? ¿Por qué el mundo está tan mal repartido? Y ya no lo digo por mí...


sábado, 18 de mayo de 2013

¡¡¡¡¡¡ALETI CAMPEÓN!!!!!!



Se rompió la maldición, por fin ha ocurrido. Y en terreno del rival… Sí, ha pasado, ya no es un sueño, es una realidad: el Atlético de Madrid, mi equipo, ha ganado al Real Madrid la final de la Copa del Rey. Ha sido catorce años después de su anterior victoria sobre el equipo merengue. Curiosamente, Diego Pablo Simeone (el Cholo Simeone), su actual entrenador, y José Luis Pérez Caminero, su actual director deportivo, formaron parte del equipo del doblete (eso fue allá por la temporada 95/96). El segundo entrenador, Germán Burgos (el Mono Burgos), ayudó al equipo a pasar de Segunda a Primera División (2002) después de pasar dos temporadas en el infierno.

Cholo Simeone.

Caminero.

Mono Burgos.

Hoy es un día grande. Por fin una buena noticia. Ojalá sea la primera de muchas más. Lo siento, Jorge; gracias, Trasgo. Mañana a Neptuno, aunque diluvie.

Neptuno.

martes, 7 de mayo de 2013

Gentuza

Después de cuatro meses y medio de inactividad (lo que no es del todo exacto porque no he parado de hacer otras cosas), ayer empecé a trabajar otra vez. Me llamaron el día 2, que en Madrid es fiesta, por lo que hubiera flipado de no ser porque hace años me llamaron un domingo. Se trataba otra vez de hacer encuestas telefónicas. No me quejo, porque el trabajo me gusta, y no me asusto si alguna de las personas a las que llamo me contesta alguna barbaridad: las llamadas son infinitas y es muy difícil que no haya algún grosero o grosera.

Están los que no tienen tiempo, los que tienen visita justo en ese momento (qué casualidad), los que salían “por la puerta” (¿por dónde pensaban salir?, ¿por la ventana?), los que iban al médico (hay mucha gente que tiene que estar cayéndose a trozos)… y un largo etcétera de excusas para no contestar la entrevista, tantas como personas te descuelgan el teléfono. También están las máquinas, contestadores y faxes, casi siempre contestadores. Los contestadores son terribles, ni siquiera te dan opción a meter la pata porque no les puedes hacer la encuesta (pero no por ello dejas de ser un inútil). La gente mayor es otra categoría; muchos no oyen bien o tienen miedo de que quieras engañarles, a ver, con los tiempos que corren…

Engañarme, eso es lo que han hecho conmigo. Cuando me llamaron para trabajar me dijeron que sería para quince días. ¡Quince días! Ganaría lo suficiente para tapar unos agujeros que se me asemejan socavones. No eran aún las diez de la mañana, cuando me han llamado para decirme “no vengas hoy” (es que eso de “estás despedido” es muy feo). No quisieron dar más explicaciones. Gentuza.